Galgos
María Martínez Bautista
La Bella Varsovia
Madrid, 2018. 56 páginas, 9 €
María Martínez Bautista (Madrid, 1990) ha publicado dos libros de versos. Luna Miguel la incluyó en Tenían veinte años y estaban locos (La Bella Varsovia, 2011), antología de jóvenes poetas.
Los treinta y tres poemas de Galgos se distribuyen en tres apartados. Desde el principio nos llama la atención la capacidad de la autora para crear imágenes insólitas. Lo imprevisible fluye con ligereza. Los gestos diminutos desvelan un laberinto inesperado. Conviven niños que palpan sus camas y sienten un sepulcro, seres que sólo ven el hilo pisado de su telaraña, prisioneros que deben cruzar calles negras. Martínez Bautista usa "Space Oddity", el título de la célebre canción de David Bowie, para hacer un recuento de sus asombros. Sabe que cayeron las certezas de sus primeros años. Prevé un hundimiento de las ciudades y de sus pantallas mentirosas que alivian la soledad de los habitantes. En este panorama, incluso la infancia carece de inocencia: "Tras los ojos cerrados de los niños / hay visiones de muerte. / Extensas sombras en los muros blancos / y serpientes febriles".
Diez de los once poemas breves de la segunda sección del libro encierran preguntas. Las casas minúsculas o altas, el sol escaso, la calle en curva y el barranco son espejos ante los que la poeta se interroga: "¿Y las gotas de miedo y los charcos de pena / pasaron sin quedarse? / ¿Y los ríos felices solamente rozaron / el letargo del ocio?". La tercera parte del poemario empieza con un texto contra la tristeza. Martínez Bautista se fija en la actitud de los galgos frente al dolor: "Las lagunas estigias de sus ojos / las surca un fuego extraño por alegre". Después comunica una intuición: la muerte es una música que envuelve tumbas, ruinas, hospitales. Evoca Milán y las torres de Bolonia. Se identifica con Nástenka, personaje de Noches blancas, novela de Dostoyevski, y también con la figura de un soldado enfermo que se arrastra en la nieve. Dos manzanas la emocionan. Ve el "esqueleto de mi alma" en una catedral y un hilo transparente que conduce a los viejos a su última frontera.
Brillante y sorprendente, María Martínez Bautista irrumpe con fuerza en la poesía española actual. Según confiesa en las notas finales de la obra, comenzó a escribir Galgos en 2008. Han sido casi diez años de trabajo minucioso. El esmero está combinado con el talento natural de la poeta.