La forma del mundo
Tato Cabal
Bolchiro. Madrid, 2019. 338 páginas. 18 €. Ebook: 9,99 €
Existe cierta tendencia a desposeer a los grandes de la Historia de su condición de hombres, ocultando sus vicios, de modo que quedan esbozados por un tono literario tan vacío como solemne. Y es que si el hecho histórico es incuestionable, está en las manos del autor el de reconstruir a un personaje y volverlo atractivo. Tato Cabal (Madrid, 1956) asume el desafío de resucitar a Fernando de Magallanes a través de los ojos de su criado Enrique. Es esa óptica la que sumerge al lector en la famosa circunnavegación desde el Atlántico al Pacífico, y muestra a un Fernando de Magallanes tan hijo de su época como caprichoso, en tanto que su criado, indígena, va completando retazos de una vida pasada que rememora entre brumas.
La mano de Cabal es maestra en captar el ambiente de una travesía oceánica, en la que se produjo la rebelión de su expedición a la altura de la Patagonia. Y no es menor el mérito del autor a la hora de reflejar las intrigas a las que Magallanes tuvo que hacer frente, desde desairar al Rey de Portugal hasta conseguir que la Corona de Castilla facilitase los medios para demostrar que las llamadas "islas de la Especiería" (Molucas) pertenecían a la jurisdicción española según el reparto del Orbe que estableció el Tratado de Tordesillas. Bien es cierto que aquel viaje quedó consignado en la celebérrima bitácora que sería conocida más tarde como Relación de Pigafetta, pero acierta Cabal cuando lo incluye –a Pigafetta– como un noble caprichoso y libertino que tomaba notas y apuntes líricos y subjetivos de lo que acontecía.
Más allá de la porosidad del Magallanes personaje, el lector queda atrapado por la voz narradora que cuenta cómo el esclavo del propio Magallanes, "el que antes se llamaba Enrique", realiza una suerte de vuelta al mundo pero al revés. De hecho, el autor incide en esta idea hasta el punto que la vida del protagonista es un descubrimiento de la civilización occidental cuyo principal foco eran España y Portugal. Y si bien el esclavo de Magallanes está documentado, queda al albur del buen narrador el dar sentido a una vida al margen de los grandes nombres de la Historia.
No hay tampoco que olvidar el estilo, la escritura por sí misma, que nos aboca a ese gusto de la gran novela de aventuras, salpimentando escenarios e ínsulas extrañas. Es de valorar que, lejos de cansar con alardes de conocimientos marinos, éstos acaben por fluir naturalmente. En el capítulo de máculas, quizá el lector encuentre cierto regodeo en las cuitas amorosas del protagonista Enrique, y ciertos raccontos tribales que pueden acabar por desmerecer el relato de un hombre que acompañó a Magallanes hasta su muerte. Claro que, en su descargo, Cabal concede un extenso epílogo en el que concluye los cabos abiertos de su narración repasando los hechos a la luz de la Historia. En este añadido final, el novelista revela que Juan Sebastián Del Cano –o Elcano– participó en el motín antiMagallanes que se produjo en la expedición y se permite presentárnoslo como la horma del zapato de Magallanes, un alter ego perfecto. Es de agradecer este epílogo histórico para cerrar un libro redondo. Tan redondo como la vuelta al mundo que narra.