Andrés Oppenheimer (Buenos Aires, 1951) estudió derecho en la Universidad de la capital argentina. En 1976 consiguió una beca del World Press Institute y dos años más tarde se graduó en periodismo en la Universidad de Columbia (Nueva York). Doctor honoris causa de varias universidades, coganador del premio Pulitzer en 1987 y, por no alargar la lista, premio Emmy Suncoast de la Academia Nacional de Televisión, Artes y Ciencias de Estados Unidos en el 2005. En España recibió el premio Ortega y Gasset en 1993 por sus crónicas desde Cuba, y el Rey de España en 2001. Desde 2012 mantiene el programa Oppenheimer Presenta. Es la cara hispana de la CNN en español. Vive en Miami desde 1985 y su trabajo en los medios de comunicación le mueve por todo el mundo. A esta multiplicidad de perspectivas se une una acreditada capacidad de empatía y observación.
El subtítulo de este volumen, El futuro del trabajo en la era de la automatización, describe con acierto el contenido del mismo. Oppenheimer pone sobre la mesa una pregunta ineludible ante el avance de la tecnología: “¿Podremos seguir creando más oportunidades de trabajo de las que eliminamos?”. Responder a esta compleja cuestión es tan crucial como difícil. Sabemos que desde la gran Revolución Industrial de principios del siglo XIX y la Revolución Tecnológica del XX los avances tecnológicos han destruido empleos. Kodak, la gran empresa de fotografía analógica, no supo adaptarse a la fotografía digital y sus 140.000 empleados fueron al paro. Netflix, con apenas 30 empleados, comenzó a enviar películas a domicilio y acabó con Blockbuster, la cadena de tiendas de alquiler de películas que llegó a tener 60.000 trabajadores en todo el mundo.
Sin embargo, como señala Oppenheimer, afirmar que la tecnología elimina puestos de trabajo puede no ser cierto. No lo es, entre otros, para Raymond Kurzweil (Massachusetts, 1948), Vernor Vinge (Waukesha, 1944, Wisconsin) y el influyente grupo de la Universidad de la Singularidad de Silicon Valley. Los tecno-optimistas afirman que los avances tecnológicos serán positivos en cualquiera de las dimensiones humanas y laborales.
Para dilucidar esta ardua cuestión, el efecto del vertiginoso crecimiento de las nuevas tecnologías, nuestro autor comenzó en 2013 a entrevistar a expertos mundiales. En ese año se publicó Abundancia, un volumen de Peter H. Diamandis (Nueva York, 1961), cofundador de la Universidad de la Singularidad. Una visión extremadamente optimista del porvenir que produjo un efecto contagio tanto en la opinión pública como en los ambientes académicos.
Oppenheimer no sucumbió a dicho optimismo y siguió con su metodología. Un modus operandi ya utilizado en sus tres libros anteriores: trasladarse a los grandes centros de investigación y entrevistar a los principales especialistas, para sacar sus propias conclusiones. Comenzó su viaje en la Universidad de Oxford, conversando con los investigadores que asombraron al mundo con su estudio de 2013, según el cual el 47% de los empleos actuales desaparecerán en los próximos años. Más tarde viajó a Silicon Valley, Nueva York, Japón, Corea del Sur, Israel y varios países de Europa y América Latina para estudiar el futuro de algunas industrias clave del presente y de quienes trabajan en ellas.
Los cinco años utilizados en la preparación de ¡Sálvese quien pueda! se han volcado en una estructura que recorre, en primer lugar, los oficios y las profesiones más propensas a la pérdida de empleo. En segundo término, Oppenheimer presenta, con menos detalle y cierta inseguridad, aquellos trabajos inmunes a la mordedura de las nuevas tecnologías o aquellas dedicaciones con tendencia a la expansión en los próximos años. Por último, ya de puntillas, al lector se le aparecen algunas consecuencias del cambio que se avecina y se traslucen posibles soluciones como el salario mínimo universal.
Oppenheimer plantea una pregunta ineludible ante el avance de la tecnología: ¿podremos seguir creando más oportunidades de trabajo de las que eliminamos?
Los periodistas tendrán que reinventarse en unas redacciones que “entre los próximos cinco y diez años van a desaparecer los teclados de las computadoras”. En mitad del terremoto político que significó el triunfo de Trump en 2016, The Washington Post publicó un artículo en el que se explicaba cómo “los republicanos retuvieron el control del Congreso”. La revista Wired recogió la noticia diciendo que tenía “toda la claridad y el brío” propio de los periodistas de The Washinton Post, pero con una diferencia: había sido escrito por un robot. La autoría era de Heliograf, el sistema de inteligencia artificial del periódico.
Betterment.com, uno de los bancos virtuales más conocidos de Estados Unidos, comenzó a funcionar en 2010. Seis años más tarde superaba los 160.000 clientes con depósitos de más de 5.000 millones de dólares. Mientras los bancos tradicionales cierran sucursales los algoritmos están reemplazando a los banqueros. Goldman Sachs y JP Morgan Chase están robotizando sus operaciones. En lugar de contratar a jóvenes con estudios de economía o finanzas están contratando a graduados en ingeniería y programación. En 2014, Goldman Sachs adquirió parte de la compañía financiera Kensho. Sus algoritmos hacen en segundos los cálculos y las proyecciones financieras que antes requerían días de trabajo.
Si los bancos sufrirán serias transformaciones, el futuro de los abogados, contadores y aseguradores no es mejor. La abogacía va camino de uberizarse. También es evidente que las nuevas tecnologías están cambiando la medicina moderna de tal manera que los próximos años convertirán la atención a la salud en distintas formas de ciencia exacta. Si la transformación de la medicina es imparable, la de la enseñanza es inaplazable. La realidad virtual y los robots revolucionarán el aprendizaje en todos los niveles educativos.
Los transportistas de todo tipo están condenados a una difícil transición. Los autos y camiones sin conductor humano serán mucho mas baratos. El vehículo autónomo está listo para hacer todo tipo de recorridos. La empresa china Ehang tiene en producción taxis autónomos voladores. En 2017, Dubái compró varios drones con ocho hélices capaces de transportar a una persona con una maleta pequeña, y los comenzó a usar en pruebas.
Actores, músicos y deportistas merecen trato aparte. Para Openheimer, la automatización del trabajo supondrá más tiempo libre y será necesario entretener a la gente. Aunque ya existe una sobreoferta de mano de obra en la industria del entretenimiento, las industrias creativas podrían estar entrando en una espiral de crecimiento. Tras el éxito de House of Cards, Netflix invirtió 6.000 millones de dólares en 2017 y anunció que en 2018 su presupuesto para contenidos sería de 8.000 millones.
A modo de conclusión, Oppenheimer afirma una obviedad que conviene no olvidar: a mayor nivel educativo individual y colectivo menores consecuencias negativas producidas por el desbordamiento tecnológico que se avecina. En un breve epílogo, señala diez áreas genéricas que en la década de 2020 concentrarán las ofertas de trabajo. Asistentes de salud, analistas de datos, ingenieros de datos y programadores, policias digitales, cuidadores y programadores de robots, profesores y maestros, especialistas en energías alternativas, deportistas, creadores de entretenimiento y consejeros espirituales. Es difícil prever el futuro pero con este libro estamos mejor preparados.