Rosa Berbel. Foto: Carlos Allende
Poco a poco, casi sin querer, el nombre de una joven poeta, Rosa Berbel (1997), se está imponiendo entre críticos y lectores avisados. Nueva y valiosa según Fernando Aramburu, quien la considera una “pepita de oro”, Berbel acaba de publicar su primer libro Las niñas siempre dicen la verdad (Hiperión), premio Antonio Carvajal de Poesía.
R. Creo que la infancia es una etapa extraña, en la que el tiempo parece estar congelado o al menos llevar otro ritmo. Es un tiempo casi mitológico, un no-tiempo, y eso lo convierte en un momento muy poético. Pero también son años de contradicciones, de conflictos, de descubrimientos no siempre alentadores. Me molestan un poco algunas representaciones excesivamente ingenuas de la infancia, es una etapa menos luminosa de lo que parece. P. ¿Cuánto hay de testimonio y cuánto de premonición en sus poemas (pienso en “Planes de futuro”)? R. Diría que se mueve precisamente ahí, en ese enfrentamiento. Pertenezco a una generación a la que los planes de futuro le angustian especialmente. Hemos interiorizado hasta tal punto la crisis que forma parte de nuestro proyecto de vida. Sabemos que en 10 o 20 años tendremos que seguir lidiando con una precariedad que es laboral y económica, pero también afectiva, porque nos impide mantener o establecer nuevos vínculos. “Planes de futuro” es un retrato de la clase media de la edad de mis padres, pero funciona también como atrapasueños de mi generación. P. ¿Qué tal se lleva con las redes y con la ciberpoesía? R. No puedo separar la poesía de las redes sociales: en mi caso, primero fueron las redes y después la poesía. Internet me ha posibilitado tejer una red con poetas de muchas partes del mundo, nutrirnos mutuamente. La comunicación y el acceso a la información se han transformado por completo, y eso se revela en la poesía, porque ahora todos nos entendemos con otros códigos. Los primeros poemas que publiqué fueron en revistas virtuales y pienso que estos espacios son muy enriquecedores: permiten al poeta difusión, y al lector, saber qué está pasando. Pienso, por ejemplo, en Tenían veinte años y estaban locos, el Tumblr que Luna Miguel llevaba hace unos años, que ofrecía un panorama muy rico de la poesía joven. Para alguien que empezaba, hacer un descubrimiento cada poco tiempo era genial. P. ¿Y le interesan los poetas tipo Marwan, Brandon, etc? R. No me interesa el discurso monolítico de “la poesía soy yo”, y creo que buena parte de las críticas a esto que está pasando radican ahí. El debate no debe partir de la acusación sobre si este fenómeno es bueno o malo, sino de la certeza de que este fenómeno es, y no puede volver a no ser. Si los debates partieran de ahí serían más interesantes. Y en última instancia, pienso que el lector es sabio y no le gusta ser sermoneado: cada uno lee lo que quiere, y eso es muy legítimo. @nmazancot