Image: Vengo a brindar con tu juventud

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Letras

"Vengo a brindar con tu juventud"

23 noviembre, 2018 01:00

Elena Medel, Antonio Gamoneda y Elvira Sastre

Los mejores poetas españoles han sido todos estos años amigos ciertos en horas inciertas y cómplices de El Cultural. Veinte de los más destacados, de todas las generaciones, empezando por los maestros Gamoneda y Caballero Bonald, nos regalan sus últimos inéditos para este aniversario.

Guía de perplejos

El conocimiento de la noche depara en días propicios unos fértiles rangos sensoriales. Las nunca traspasadas puertas de la razón se abren de pronto a un vasto predominio de saberes. Sombras presuntas, discontinuas sombras, circundan el reservatorio donde destella la develación. Allí están las palabras brotando como secreciones de lo oscuro, allí están los significantes tramitando sus últimos vislumbres sensitivos. Algo palpita, emerge de improviso al borde de lo no manifestado, propaga su iluminativa condición más allá de los verbos. Entre los pliegues de la noche se reescribe la vida.

JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD


Poema del sueño

En el sueño rueda una cabeza
-histórica, gigante-
de la cima hasta el pueblo.
La geografía no la reconozco
pero sí
el nombre. No
lo diré: estoy perdida
aunque antes he bailado
descalza, aunque antes he cambiado
mis zapatos con otra. Me espera
alguien a quien conozco,
muchos a quienes no.
El sueño comenzaba
con un amor difícil pero cierto.

ELENA MEDEL


Con

Con el amor precoz de los veranos
que guardo bajo llave en las escápulas,
con una honestidad imperturbable
y extraterrestre, siempre,
con todos los tesoros que no tengo
y con el canto dulce de la orilla,
con el pulso constante de las rocas
y con lo que no rima y con las cosas
que suenan demasiado y los silencios
que a veces sobrecogen,
y con una esperanza maternal
y con la piel y el pelo y con los ojos
de todos los pintores que han vivido.
Con la pura verdad y las mentiras,
con todo lo que quise ser un día
y con esto que soy hoy, te he querido.

BEN CLARK


No busques la salida. No hay entrada.
J.M. Caballero Bonald


¿En la vida?

Pero he aquí el laberinto,
que no hay futuro.
Un punto solo vaga
por todos los recovecos,
hilo rojo,
movimiento incólume,
melodía,
fuga fuera del mapa,
ajeno a espacio.

¿O son el desarrollo
y el final
una salida?

Girar, como la tierra, los planetas,
para volver a emerger
de las sombras...

¿Qué dijo en sus últimos días Galileo?
Que la Biblia "velaba"
el verdadero sentido de las cosas.

Así aplacaba a los inquisidores.

CLARA JANÉS


Bebo con un poeta americano

Don de la ebriedad, Claudio Rodríguez. / o tan mudo en la alcándara,
que en vano, Don Luis de Góngora. / medulas que han gloriosamente ardido, Don Francisco de Quevedo. /
Que tengas felices sueños, William Shakespeare.


Vengo a brindar con tu juventud. Traigo la copa labrada y el vino decisivo. Bebamos.
Su dulzor se ha logrado en esferas vivientes.

No seríamos nosotros (nosotros ciertamente en nosotros) sin haber compartido su
ebriedad luminosa; vagaríamos ebrios; apenas insomnes, apenas obedientes

a los signos vacíos.

Levanta, pues, tu copa. Bebe con ira y con dulzura, bebe por amor. Bebe por quien no ama;
bebe también tu pensamiento: tú mismo eres el vino

y la ebriedad.

Un día, gloriosamente derrotados, vamos a declinar los verdaderos pronombres: viviremos
en los desconocidos y ellos se reconocerán en nosotros. Pero ahora, pronúnciate:

Urde los verbos de los ofendidos y la semántica de los despojados. Arda tu lengua
en su conducta pánica; haya lenguas de fuego en los presagios, ardan largamente
en sus médulas.

Pero nuestra ciencia es esperar. La espera es esperanza. Siéntate en medio de las ruinas.

Hay un tiempo para la mirada. Habrás de ver lo invisible, discernirás el basalto,
resolverás, clandestina,

la geometría del relámpago.

Más tarde, en la colina del vértigo, vamos a crear el amanecer. Nosostros mismos
amaneceremos. Habrá amanecido, y aún sostendrán nuestras manos la centella del alba

y el argumento del rocío.

Bebamos entonces una vez más; celebremos la fundación de la luz. Advertirás que mi
ebriedad está en ti y tu ebriedad en mi, y que la luz se acoge a la pureza de la copa vacía.

Pero es tarde y estamos cansados: la música pesa en nuestros brazos. Brindemos solo
otra vez. Buenas noches, amigo mío. Descansa de ti mismo.

Logrado seas en tu paz nocturna. Que tengas felices sueños. Que el tiempo se pare sobre
tu lecho y tú no quieras despertar

porque tus sueños entran a su abismo y resuelves

la última incógnita.

En la vigilia de los continentes, bajo las águilas silenciosas, sucede así alguna vez: ávidas
tencas hienden las aguas; buscan

larvas incógnitas

en la última claridad de los lagos inmóviles.

ANTONIO GAMONEDA


La súbita verdad

Estaba releyendo a Emily Dickinson,
y me tomé un respiro al acabar
el hermoso poema en el que afirma
que es mejor que aparezca y nos alcance
sesgada y despaciosa la verdad,
pues si llega de frente y repentina
podrá cegarnos su excesiva luz.

Cayó la noche en la hora apaciguada.
Alcé la vista y miré hacia el cielo
desde mi cuarto. En él la luna llena
resplandecía y yo la vi de súbito
-no poco a poco ni de forma oblicua-,
en el cristal de mi balcón centrada.
Su belleza era inmensa, y su verdad
llenaba el mundo irrefutablemente.

La magnitud del imprevisto hallazgo
no hizo daño a mi pecho ni a mis ojos.
Viví con emoción el dulce encuentro.
Y mansa y pura y misericordiosa,
toda esa luz fue entrándose en mi ser.

ELOY SÁNCHEZ ROSILLO


1789

Eso es el amor: un ministerio
en agosto, vacío de burócratas,
sin ley en los despachos.
Y el deseo una caja de caudales
donde el tiempo cultiva la verdad.
Aquella sombra buena es el respeto,
la regalan los árboles
para que nos sentemos a besarnos.

Así la libertad:
alguien abre la puerta y ocupa un ministerio
y escribe la igualdad con sus verdades
reunidas poco a poco,
luna a luna,
en las conversaciones del escéptico
y en la fraternidad
de los que reconocen sus sombras y sus besos.

LUIS GARCÍA MONTERO


Frick colection

Me habría gustado ser, como él, filósofo.
Leer libros latinos y escribirlos.
Pensar otro país, donde los hombres
pudieran ser felices, uno a uno,
repartiendo su vida entre el cultivo
de la tierra, el descanso y el estudio.
Soñar una metáfora, inventar
en un libro de oro una palabra
para esa isla nueva, en griego antiguo.

Me habría gustado ser, como él, poeta
y profesor. Dejar para el futuro
un puñado de versos encendidos
en los que únicamente pido un poco
de sol. Tener alumnos. Escribir
cartas a mis amigos, y una carta
a mi universidad, narrar la vida
de alguien a quien admiro. Traducir.
Combatir la tristeza en un ensayo.

Me habría gustado ser primer ministro
de Inglaterra, tomar las decisiones
de gobierno a la vez con la prudencia
del que aspira a ser sabio y con la audacia
del poeta. Posar para un retrato
de Hans Holbein el Joven, revestido
de mi atuendo mejor, el que me pongo
para ir a ver al Rey o ya en mi estudio
para leer a Virgilio lentamente.

Me habría gustado merecer el noble
título de humanista, ser alegre,
gentil, bienhumorado. Y a la hora
de la verdad tener la valentía
de este hombre tranquilo que está aquí
en el salón más bello de una casa,
junto a la chimenea, mientras fuera
el viento helado de noviembre arrastra
las últimas partículas de oro

que ha derramado el parque por la Quinta
Avenida. Este hombre que eligió
morir igual que Sócrates y Cristo.

J.A. GONZÁLEZ IGLESIAS


Incansable

Aquí no pasa nada, salvo el tiempo:
irrepetible música que resuena, ya extinguida,
en un corazón hueco, abandonado,
que alguien toma un momento, escucha y tira.

Ángel González


Es sólo que el tiempo avanza,
como avanzan los trenes
en los raíles vacíos,
pero avanza también en quien no conozco,
en quien conozco y no distingo,
en quien distingo y no recuerdo,
en quien recuerdo y no conozco.

Es sólo que este tiempo que no es mío
crece a pasos agigantados sobre las canciones,
bajo las carreteras asfaltadas,
entre las palabras extranjeras,
dentro también de todo aquello
que no alcanzo a comprender.

Es sólo eso, mi vida,
este tiempo incansable,
y tus huellas que lo siguen,
y mis pies quietos, estáticos, incapaces,
deseando deteneros.

ELVIRA SASTRE


La sirena traicionada

La decepción ya no esconde
esencias misteriosas,
y es el simple rastro
del cinismo lo que duele.
Verlo pasearse por las llanuras
transformado en la presencia desleal
que lleva años respirando en su nuca.
Verlo vestido con las escamas viejas
que se pegan al mandil del pescadero,
verlo cubierto con la piel de las serpientes
que tanto se parece al artificio
de los versos amarillentos.

Alguna vez pensó
en maldecirlo con un grito
pero tuvo miedo
de apagarse por dentro
y volver a ser espuma.
No hay poesía
en el apetito silencioso
de los falsos amigos.

ANA MERINO


Poeta malgré lui

El maestro Platón hizo que su República
no aceptase poetas. Los juzgaba culpables
de lesa humanidad por urdir sus ficciones
lejos de la virtud, fuera de la verdad.
Yo opino lo contrario que Platón: para mí
la poesía linda con la Virtud y vive
dentro de la Verdad, humaniza a los déspotas,
mitiga las angustias del vivir, dulcifica
el dolor y traslada el alma de los débiles
a un mundo de coraje y de honor que engrandece
y amplía los confines de nuestra vil morada.
Y hablo de la poesía épica, que es la única
verdadera, aunque ahora pase por mal momento.
Y también, por qué no, de la gran poesía
que destilan los Diálogos de Platón, el hechizo
poético de su prosa. Porque, mal que le pese,
Platón no es solo un genio del pensamiento humano,
sino también un mago de la literatura,
pese a haber desterrado de su Estado ideal
a Homero y los poetas de su tribu.

LUIS ALBERTO DE CUENCA


De Pound a Eliot, en el más allá

¡Éramos tan distintos, ya
desde aquel pelo suyo engominado
y desde aquel mío salvaje
por el que se me iban las ideas
peligrosas, rebeldes,
mis versos como alambres eléctricos,
mis versos como rayos!

Cuando usted me pasó el original
de su The Waste Land
tuve la osadía de reducirle
a la mitad la extensión del manuscrito.
¡Pero luego usted fue tan cercano
y generoso con mi dolor,
cooperando para poder sacarme
del agujero aquel
del manicomio-criminal!
A mí acaso me perdía
el rigor necesario y extremado
que se debe tener
para ser un poeta verdadero,
pero su inteligencia
brillaba en el espíritu de algunos versos suyos,
como esquirlas de oro
que yo le respeté.

Discúlpeme,
me tocó cuando estaba en el mundo
ayudar mucho a muchos
en lo que pude.
Mas lo que hoy importa
ya sólo son sus versos y mis versos,
aquellos que aún se puedan salvar,
esas esquirlas del oro o lágrimas de sangre
contra el tiempo y la muerte.

¿También para mis versos
llegará la guadaña?

ANTONIO COLINAS


Fragmento V de aventura del cometa

Creadores que habéis olvidado la obra
y dormís para siempre. Pero a veces
alguno de vosotros se agita entre los sueños,
estiraza su brazo y es otoño en Turquía,
tose y llueven estrellas.
Dormidos que seguís creando el clima,
poetas sepultados,
si os hiciera cosquillas
¿no vendría de pronto el huracán?
¡Cantantes que escupisteis las montañas!

JOSÉ LUIS REY


Gavieras

Suele la vida obrar de modo innoble.
Gaviotas ahogadas en bodegas.
Piratas sucios neciamente al timón.
El fondo con su fango se sube a la cabeza.
En cubierta, nubes pisoteadas.
Costó tanto trabajo escalar mástiles.
El camino, gaviera, era la estela:
solamente destellos discontinuos.

La muerte es honda en medio de la ruta:
un puerto que decide no abrigar.
La vida está más viva y navegable
si traduce tu muerte
y da fe de horizontes que dejaste tensados
(el horizonte existe si unos ojos vivaces
lo sostienen tirante, imparcelable).
Partituras las hay de las canciones
molidas entre vientos
que susurran izadas en lo alto.
¿Queda algo vivo? Sí: la resistencia
que arguye la belleza
contra el grasiento escualo de la muerte.
De ese renglón seguido, el horizonte,
todavía regresan poetas y delfines.

AURORA LUQUE


Destrucción de los días

Muchos de los que amamos, ya nunca volverán.
Entre tú y yo, el vacío de lo que nunca hablamos.
Todo se va volviendo como desconocido,
uno no reconoce ni la propia ciudad.
Tan sólo el interior de casa guarda un aire
-y más aún si pongo aquella música-
en el que no me desoriento.
El amor nunca ha sido
para quienes lo encuentran fácilmente.
No son los hijos. El amor ahora
son los días destruidos.

JOAN MARGARIT


Mi vida es un vuelo de regreso a Madrid

Madrid es no tener nada y tenerlo todo
Ramón Gómez de la Serna


Hay ciudades que son un puñal por la espalda.
Hay ciudades que son la vida por venir.
Hay ciudades enfermas y ciudades inéditas.
Ciudades cuyo asfalto sabe a respiración.

Madrid es un amante inolvidable.
Un ejército dentro de la piel.
Madrid la libre y Madrid la cautiva.
La oscura. La espontánea.
La despótica.
El destino que nunca pregunta procedencia.

Madrid amordazada
Madrid superviviente
Madrid el rompeolas
Madrid ¡no pasarán!

Tan armoniosa y tan desafinada.
La ciudad donde siempre me espera algún motivo.
La ciudad donde nunca me olvido de volver.

RAQUEL LANSEROS


Poesía masculina (IV)

nunca le he pedido que me coma la polla
en todo caso
he empujado levemente con el borde de mis palmas
la barricada de su omóplato
levemente
sutilmente
nunca he sido demasiado sutil
para qué voy a serlo si me llamo hombre
si con el borde de las palmas de mis manos
ya ordeno levemente
opacamente
hazme caso balbuceo
sé líquida pienso
nunca le he pedido que me haga el amor
ni siquiera aquella tarde en cartagena de indias
después de que mis testículos se remojaran en la piscina
o de que mi hijo riera como nunca
entre salpicaduras de cloro
era la hora de la siesta y nuestras bocas olían a lulo
cómemela podría haber dicho
trágate mi polla dulce podría haber exigido
pero al final todo lo que mis manos sostuvieron
fue el cuerpo inquieto del niño
mientras ella le cambiaba el pañal
antes de darle un beso en la frente
y de que nos quedáramos los tres dormidos
semidesnudos en la gran cama de ese hotel
en el que nunca follamos
pero donde amé
levemente
torpemente
justo como ama un hombre

LUNA MIGUEL


Fragmento

CUANDO desaparezcan en el polvo
los ojos que miraron entre lágrimas
una vez y otra vez el rostro amado,
cuando ya nada quede de nosotros
sino nuestros alientos desleídos
en el diáfano mar del aire errante,
seremos un hermoso centelleo
en el mar matinal, las leves manchas
de sol bajo los pinos poderosos
que vieron a su lado ardor y anhelo.
Cuando no exista sino la ceniza
como memoria y condición del fuego,
otros ojos verán manchas y brillos
hasta llegar al dulce amado centro.

Será cuando la luz se haya extinguido,
cuando se descompongan cuerpo y besos.

ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA


Retrato

Esto es un hombre.
Lo tienes aquí, delante, frente a ti, sentado,
con los ojos heridos por las briznas de luz.
Pero no: ya estoy escribiendo luz, cuando no hay brillo,
sino una oscuridad
torácica en el fondo de los acantilados
de esta habitación, con techo bajo,
para ahogar el pulmón condensado en las ascuas.
Acepta su volumen de musgo mercurial
reptando por el tronco seco de la maleza.
Aprende a manejarlo,
a dejarlo anegar la estatura del cuello.
Haz astillas con él.
Aquí hay un hombre sólo porque parece que lo es.
Asómate a su cara. Distingue sus aristas,
recorre con los dedos sus grietas transparentes,
el último destello ahogado en la retina,
cubierto de hojarasca el grito mudo.
No te está invitando a ningún laberinto.
Aquí no habrá fulgor, ni viaje, ni un deslumbramiento.
No habrá revelación: aquí hubo un hombre.
Esto que estás mirando, alguna vez fue un hombre.

JOAQUÍN PÉREZ AZAÚSTRE


Final

Era más de medianoche
cuando llegué
a un anónimo y perdido hotel
de aeropuerto,
en Heathrow.

Alcancé mi habitación,
después de caminar
un interminable pasillo.

Números grabados en las puertas,
y detrás seres humanos.

Antes venías a verme.

Esta vez ya no lo hiciste.

Te estuve esperando largo rato.
Sentado en la silla de la habitación,
sin deshacer el equipaje.

Ha madurado tu muerte, pensé,
ha florecido en otro reino.
Han prescrito
tus venidas
de entre los muertos.

MANUEL VILAS