Rafael Cadenas en la presentación de No es mi rostro, en el Palacio Real de Madrid. Foto: F.D.Q.
Un holgado traje de pana anuncia su llegada a la vez que confirma la imagen que siempre ha proyectado: la de un poeta sencillo y humilde. Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930) hace su aparición en el salón de mayordomía del Palacio Real de Madrid y su austeridad se hace aún más evidente en contraste con el lujo de los tapices, la alfombra, la lámpara, el camarero de guante blanco que sirve café y zumo a la entrada y los ecos de varios relojes marcando acompasadamente el mediodía.El poeta venezolano ha venido a España para recoger el martes el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más importante de nuestra lengua dentro de su género. Un día antes, recién aterrizado desde Caracas, Cadenas comparece en el palacio para presentar ante la prensa la correspondiente antología del premiado que cada año editan Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, instituciones convocantes del galardón.
Ni su visible cansancio por el largo viaje ni una acusada sordera consiguen que Cadenas aparente los 88 años que tiene, aunque un accidente con sus audífonos (reconoce haberse bañado sin darse cuenta con ellos puestos) obliga a su hija Paula a repetirle amorosamente al oído cada una de las preguntas de los periodistas congregados.
El propio Cadenas ha seleccionado los poemas incluidos en el libro junto a Juan Pablo Gómez Cova. Si entendemos una antología -cuando la realiza el propio autor, como en este caso- como un autorretrato, el poeta lanza una advertencia en el título: No es mi rostro. Como recoge en el completo estudio introductorio la catedrática de Literatura Española de la Universidad de Salamanca, Carmen Ruiz Barrionuevo, la palabra "rostro" (y en especial su ausencia) ha sido una constante en la obra del poeta, especialmente inclinado hacia la mística, la filosofía oriental y, por ende, a la anulación del yo. Gómez Cova considera que Cadenas "ha logrado ceñirse cada vez más a una tonalidad desprendida de eso que llaman un estilo propio, y persistir en el intento de dar con la palabra sin atavíos, para que alcance la fuerza de los árboles, como dice el poeta".
La querencia de Cadenas por el pensamiento oriental, y en especial por el budismo zen, se hizo patente también en su anterior poemario, En torno a Basho y otros asuntos, que lleva en el título un homenaje a uno de los mayores exponentes del haiku. Con motivo de su publicación, El Cultural entrevistó a Cadenas, que aseguró que en su país sería imposible vender el libro, ya que costaría más que su sueldo quincenal como profesor. Esta vez el poeta ha sido más explícito: "Creo que el sueldo mío es de cuatro dólares. Lo completo con el de la vejez y el del premio nacional [Premio Nacional de Literatura de Venezuela, que ganó en 1985] y sin embargo, reuniendo todo eso, no nos alcanza para comprar lo que necesitamos". Por culpa de la brutal inflación que sufre su país, resulta dramático calcular a cuántos miles de sueldos como el suyo equivalen los 42.100 euros que recibirá el poeta por este premio. "La inflación nos ha empobrecido a todos, a la clase media y especialmente a los obreros. Las innumerables protestas en la calle no tienen que ver con la política, sino con la sobrevivencia", añade.
Normalmente el Premio Reina Sofía se entrega en el Palacio Real, pero en esta ocasión, de manera excepcional, Cadenas recogerá el premio en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, con motivo de la celebración de su octavo centenario. Por su parte, la Universidad Central de Venezuela donde ha ejercido durante tantos años el poeta, está a punto de cumplir 300 años y hoy "está en el suelo", lamenta Cadenas.
A pesar de vivir en Venezuela, Cadenas no teme criticar públicamente a un régimen que día a día va estrechando el cerco sobre la población. "Los medios los controla el gobierno y casi no hay espacio para la oposición. Han desaparecido muchos periódicos, porque los dólares necesarios para comprar el papel dependen del Estado". También señala cómo se ha cumplido en su país la profecía orwelliana de la "neolengua", con "un idioma impuesto por el gobierno actual mediante la repetición".
Whitman y la democracia
Cadenas opina que "hoy todo cabe en la poesía" gracias a Walt Whitman, que llevó a cabo "una revolución en cuanto a forma y contenido", ya que rompió con la poesía de corte romántico y métrica tradicional y además "escandalizó a los rectores de su época". Para el poeta venezolano, el autor de Hojas de hierba "es un símbolo de la democracia", algo que hay que defender porque está amenazada en muchos países. "El totalitarismo ha sobrevivido o ha vuelto, y yo creo que no hay que descuidarse en ese sentido". Con respecto a Venezuela, el galardonado con el Premio Reina Sofía considera que antes del chavismo el país vivió "40 años luminosos" que, a pesar de la corrupción, fueron "los mejores de su historia". El problema es que "ha habido práctica democrática, pero no educación democrática. Demócrata no es el que solamente vota en unas elecciones, sino el que lo es en todas partes, en su casa, en su trabajo, en la calle. Esa es mi idea de la democracia, es algo incluso espiritual, por eso trasciende la política".No hay fronteras, pues, entre la poesía y la política para un autor que militó en las juventudes comunistas durante su juventud y que después de participar en una huelga que tomó la universidad tuvo que exiliarse durante cuatro años en la isla de Trinidad en tiempos del dictador Marcos Pérez Jiménez. "Robó mucho dinero de Venezuela y vino a España. Aquí pudo vivir muy bien". El comentario, expresado en un tono neutro, quizá encierre un velado reproche a un país que acogió al dictador hasta su muerte en 2002 en Alcobendas. En cualquier caso, Cadenas expresa su gratitud por el premio y su cariño hacia España. "Es un país al que quiero mucho y con el que estoy muy vinculado. Mi esposa y yo viajamos mucho por él durante 17 años. He estado muchas veces en la Residencia de Estudiantes, que es para mí un lugar sagrado, en la Casa de América, o en distintas giras, la última de ellas por las islas Canarias y varias ciudades de Galicia". Pero antes de sus visitas, el vínculo con España lo forjó leyendo, especialmente a las dos generaciones poéticas que más trascendieron al otro lado del Atlántico, la del 98 y la del 27.
Cuando Cadenas regresó a Venezuela en 1957 después de su exilio en Trinidad, vieron la luz dos de sus libros más conocidos: La isla y Cuadernos del destierro. Después de aquellos libros se produjo un cambio importante en el lenguaje empleado por el poeta, acercándose al "habla corriente", y ese cambio se mantuvo en toda su obra posterior.
Cuando vuelve la vista atrás, Cadenas ya no se reconoce en algunos de aquellos poemas de juventud. Por ejemplo, en "Derrota", uno de sus poemas más conocidos, leídos y reproducidos que, de hecho, no aparece en la antología. "Aquel poema fue escritor durante un periodo depresivo y la vida que me ha sido dada contradice ese poema. No lo escribí yo, sino un joven de 32 años. En él menciono las guerrillas favorablemente, hoy creo que es un error recurrir a ese medio". Y de manera implícita sigue hablando de Venezuela: "Hay personas día y noche dedicadas a la política y no son políticos, quieren cambiar todo, usar la violencia, son arbitrarios y nada humildes".
@FDQuijano