El cuento de la criada de Atwood ha sido el libro de 2017 en lo que a ficción de autor extranjero se refiere. Como se publicó en 1985 nuestros críticos no han podido votarlo y han premiado los mundos paralelos de 4321, de Paul Auster.
1. 4 3 2 1
Paul Auster. Seix Barral
Tras siete años de silencio, el regreso de Paul Auster a la novela ha resultado arrollador por su ambición y logros, al ofrecer cuatro versiones de los años de formación de Archie Ferguson, un chico judío nacido, como el autor, en Newark en 1947. En esta
Bildungsroman, Auster se ciñe al orden cronológico, desde la infancia de Ferguson hasta el comienzo de la veintena, y centra su atención en asuntos como el paso a la edad adulta, la familia, los amigos, los estudios, el deporte, el sexo y la política. Pero lo que hace a
4 3 2 1 original y abrumadoramente compleja es que Auster sitúa las cuatro historias en carriles paralelos y las narra de manera más o menos simultánea, ofreciendo cuatro versiones de cada episodio.
2. Cáscara de nuez
Ian McEwan. Anagrama
Compacta y cautivadora, la última novela de McEwan narra, desde el punto de vista de un bebé aún no nacido, los planes de su madre para asesinar a su padre con la complicidad de su amante. Desde el vientre de la asesina, el bebé oye cómo ella y su tío hacen planes, y sueña con poder avisar a su padre de lo que están tramando. Como explicó al reseñar el libro Siddhartha Mukherjee, "las acrobacias literarias imprescindibles para dar vida a esta clase de narrador intrauterino ya serían motivo suficiente para admirar la novela, pero McEwan, además de ser uno de los más consumados artífices de la trama y el estilo, resulta ser también un autor profundamente estimulante".
3. Solenoide
Mircea Cartarescu. Impedimenta
Poeta, ensayista y narrador, Cartarescu (Bucarest, 1956) afronta en
Solenoide la obra de su vida, el diario -menos imaginario de lo que podría parecer-, de un escritor sin éxito que, tras una noche trascendental de 1978 vive una vida alternativa a la del autor rumano. El protagonista de Solenoide reside bajo la dictadura de Ceaucescu en una Bucarest "imagen de ruina universal" y procura escapar de la frustración de su rutina como profesor de literatura en "la ciudad más triste del mundo". Entre sueños y certezas, descubrimos el genio de un autor desde su nacimiento, primeros amores, su descubrimiento de la amistad y el arte de contar... Inmenso.
4. Tiempos de Swing
Zadie Smith. Salamandra
Dieciseis años después de su triunfal debut como narradora con Dientes blancos, Zadie Smith (1975) vuelve a su barrio del noroeste de Londres, Willesden Green, para desvelarnos su pasión por la danza y la amistad. Tiempos de swing es, pues, la historia de dos amigas unidas por el color (ambas son mestizas) y la pasión por los musicales y por Fred Astaire -como la propia Smith-. La vida, las circunstancias, sus familias se empeñan en distanciarlas sin lograrlo, a pesar de los años y las turbulencias laborales y sentimentales. Si añadimos que la novela, que "brilla al captar el mundo de la preadolescencia, con sus rituales no escritos y su franca sexualidad", no pierde la tensión narrativa, se entiende su éxito.
5. De qué hablo cuando hablo de escribir
Haruki Murakami. Tusquets
Si la historia de una obra literaria es la historia de un hombre, lo que el lector encuentra aquí no es tanto una autobiografía, "como la historia de su vocación como escritor", escribía Rafael Narbona en su crítica. En ella Murakami pone de manifiesto su capacidad de reinventarse, sin abandonar su estilo ni su universo personal; también desvela la rutina que mantiene desde hace 35 años: acostarse pronto, madrugar, correr o nadar una hora, escribir durante toda la mañana, echarse la siesta y leer o ver películas el resto del día, para confesar que "no es una vida apasionante, pero sí muy útil para aguantar la carrera de fondo que representa la tarea de escribir novelas".
6. Tiene que llover. Mi lucha 5
Karl Ove Knausgard. Anagrama
Tiene que llover es la historia de una vocación literaria que no despega, de una soledad que crece con cada fracaso. La soledad es un refugio perfecto, el espacio donde el yo permanece en calma, separado del mundo, pero cuando se prolonga excesivamente se convierte en una ratonera. Knausgard siente en este quinto volumen de su novela biográfica que ha caído en la trampa tejida por una ilusión...
7. El vendido
Paul Beatty. Malpaso
Las cien primeras páginas de
El vendido, novela ganadora del último premio Man Booker, son, según el crítico del New York Times, " las más cáusticas y más tremendamente buenas de todas las novelas estadounidenses que he leído en la última década". Imposible resumir su argumento, más allá de explicar que trata de un joven negro de un gueto de Los Ángeles, que se convierte en proveedor artesanal de sandías y marihuana y que acaba ante el Tribunal Supremo porque se dedica a reinstaurar la esclavitud.
8. Canción dulce
Leila Slimani. Cabaret Voltaire
Ya se sabe, la mano que mece la cuna no sólo es la que mueve el mundo, también es la que puede destruirlo, si la niñera es una psicópata como la protagonista de esta obra de Leila Slimani (Rabat, 1981). A juicio de Rafael Narbona, Canción dulce es un excelente relato "porque aborda sin miedo
la frustración, la soledad, el resentimiento y la locura. Aunque el estilo es fluido y elegante, leerlo produce angustia y desaliento. Es literatura que duele y perdura en la memoria como un eco helado".
9. El desertor
Siegfried Lenz. Impedimenta
Sesenta y cinco años después de haberla escrito, se publica en España esta obra "secreta" de juventud de Lenz (1926-2014). Escrita en 1952,
El desertor fue guardado en una caja fuerte por ser demasiado arriesgado para aquel momento histórico (los editores se asustaron o lo tildaron de traidor a la patria). Apasionante y valiente, la narración nos atrapa entre el suspense y la belleza de la prosa, mientras hace una gran autocrítica del carácter alemán, de la altanería nacionalista y de los peligros de la falta de compasión.
10. Apegos feroces
Vivian Gornick. Sexto Piso
Aunque llega a España con décadas de retraso esta brillante ficción autobiográfica, su humor, su implacable retrato de su madre (tan omnipresente y poderosa que apenas deja a la narradora espacio para respirar), evidencian el talento de una autora única. Como señaló la propia Gornick (Nueva York, 1935), hacer literatura con la propia vida "requiere la habilidad de convertirte tú misma en personaje, y además conseguir crear drama, tener pulso narrativo y visibilizar los conflictos". La alternancia temporal servirá para observar a través de la mirada de Vivian el efecto que su pasado va a ejercer sobre sus relaciones afectivas y sobre su misma obra.