Miguel Hernández, el rayo condensado en el papel
Miguel Hernández
El catedrático Jesucristo Riquelme condensa años de investigación en una nueva edición de la obra completa del poeta que pretende ser definitiva y que pone el colofón al 75.° aniversario de su muerte con más de treinta textos inéditos.
Esta edición de La obra completa de Miguel Hernández es el resultado de 41 años de estudio dedicados por Riquelme al poeta levantino, si bien fue hace ocho años cuando el experto empezó a trabajar de forma concreta en este volumen, cuya edición ha sido para él "una fiesta", a pesar de haber tenido que visitar en incontables ocasiones decenas de archivos, no solo los dedicados al poeta en Elche, Jaén o Madrid, sino también en Rusia y Ucrania, donde buscó las únicas imágenes en movimiento que se conocen de Miguel Hernández, filmadas por un estudio soviético, del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia en 1937. Finalmente, la cinta apareció en la Filmoteca Nacional Española, numerada con un 20, lo que ha incitado a Riquelme para buscar otros fragmentos similares.
Entre los textos que no figuraban en la anterior obra completa hay poemas, prosas literarias, discursos escritos, cuentos infantiles, biografías de toreros y un manuscrito titulado Las fallas de Orihuela. También se han incluido fotografías y escaneados de manuscritos escasamente difundidos o inéditos.
Manuscrito del inédito Las fallas de Orihuela
Novedades interpretativas
Además de la inclusión de inéditos y la corrección de errores y omisiones cometidos en ediciones anteriores, así como una profunda reordenación de los textos, esta obra completa ofrece algunas interpretaciones novedosas de la obra hernandiana.En primer lugar, señala Riquelme, se asumía que El rayo que no cesa (1935), el poemario más célebre de Miguel Hernández, era el canto de una pena de amor no correspondido, pero el estudioso considera que el tema principal del libro es la "insatisfacción sexual" por la separación física -él en Madrid, ella en Orihuela- y los remilgos morales de su novia, Josefina, con quien retomó su noviazgo en 1936 tras una breve relación con Maruja Mallo el año anterior. "En este sentido, no hay libro menos platónico y petrarquista que El rayo que no cesa: el sujeto lírico protesta por la ausencia de goce con la amada. El soneto 11 ("Te mueres de casta y de sencilla") es una muestra evidente de cómo el poeta se burla de sí mismo (y de la amada)", escribe Riquelme, que considera una novedad en la época escribir "un poemario dichoso sobre una pena carnal".
Cuando era todavía un chiquillo que devoraba libros mientras pastoreaba en el monte -su padre le impidió continuar sus estudios con una beca-, Miguel Hernández tuvo por maestros a Góngora y al resto de la pléyade del Siglo de Oro, que marcaron su estilo temprano. No obstante, años más tarde, su primer poemario, Perito en lunas (1933), "ya estaba más cerca del vanguardismo que de Góngora", explica Riquelme.
Cuando llegó a Madrid, el oriolano causó furor entre los escritores de la ciudad, con su talento, su vitalidad y su -exótica para el ambiente capitalino- condición de pastor-poeta. Sus nuevas amistades y su participación en dos de las Misiones Pedagógicas de la República despertaron su conciencia política y su poesía cambió una vez más: "La poesía, más allá de los símbolos políticos, se hace social y de hondo calado humano. La preocupación por los ámbitos del trabajo, la explotación del asalariado, la pobreza o el hambre constituye uno de los pilares más sólidos de la producción hernandiana. Su poesía ahora es una síntesis del dolor compartido y de denuncia contra la injusticia capitalista, en defensa de las clases explotadas", explica el editor del volumen, para quien los versos de "El niño yuntero" conmocionan más "que todos y cada uno de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos del Niño". El último poema citado pertenece a Vientos del pueblo (1937), que según Riquelme fue "el primer foto-libro de la literatura española", editado en plena Guerra Civil, y en La obra completa de Miguel Hernández se reproduce acompañado de las fotos que aparecieron en la edición original.
Dramaturgo y 'pionero del Nuevo Periodismo'
El volumen presentado incluye también el teatro de Miguel Hernández, una faceta poco conocida del autor. "Incluso algunos catedráticos se sorprenden cuando uno dice que Miguel Hernández escribió teatro", reconoce Riquelme, que dedicó su tesis doctoral precisamente a la literatura dramática del alicantino.La tercera parte del libro está dedicada a la prosa lírica y la creación periodística de Miguel Hernández. Riquelme considera al escritor un antecesor del Nuevo Periodismo, ya que "escribe reportajes en primera línea de guerra y en primera persona, contando sucesos históricos desde la experiencia propia. Aún faltaban 25 años para que Capote escribiera A sangre fría. Esto es muy importante", opina el investigador.
La última parte de la obra completa está dedicada a la faceta de Miguel Hernández como autor de cuentos infantiles. Privado de libertad y ya muy enfermo, poco antes de morir en la cárcel, dedicó a su hijo Manolillo un libro con dos cuentos que, según él mismo dijo, eran traducciones del inglés: "El potro obscuro" y "El conejito", con ilustraciones de un compañero de prisión, Eusebio Oca. Además de estos, se incluyen ahora otros dos inéditos, procedentes de manuscritos de letra diminuta y agolpada llena de tachaduras: "Un hogar en el árbol" y "La gatita Mancha y el ovillo rojo", así como el inacabado "Pío-pa" (anteriormente conocido, aunque el autor no lo tituló, como "El gorrión y el prisionero"). Para Riquelme, se trata de "parábolas de la libertad" que Hernández escribió sobre todo para legar a su hijo "un testamento literario cívico y ético".
Epistolario a la vista
En esta obra completa se han obviado las cartas escritas por Miguel Hernández, ya que se trata de una investigación en marcha que no deja de sacar material a la luz. "Seguimos recibiendo cartas semanalmente", señala Riquelme. No obstante, avanza que el proyecto culminará con la publicación de otro volumen dedicado exclusivamente a la correspondencia de Miguel Hernández.Quizá la carta más famosa de cuantas recibió el poeta sea la que le mandó su mujer, Josefina Manresa, cuando él se encontraba preso, en la que le decía que solo tenía pan y cebolla para alimentar al hijo de ambos, Manuel Miguel. En respuesta, su padre dedicó al pequeño 'Manolillo' las célebres Nanas de la cebolla.
La amistad de Aleixandre y la alergia de Lorca
La editorial ha presentado el volumen a la prensa este martes en el restaurante Los Galayos, junto a la Plaza Mayor de Madrid, donde celebraban tertulias los miembros de la generación del 27. Miguel Hernández nunca estuvo allí, pero sí en las conversaciones que acogía en sus mesas. Aunque a Hernández, por edad, se le ha encuadrado en la generación del 36, por afinidad se encuentra más cerca de la del 27. No en vano, Dámaso Alonso lo consideró "genial epígono" de dicha generación.Vicente Aleixandre, uno de los más destacados miembros del 27, fue amigo íntimo de Miguel Hernández y se convirtió en el principal valedor de su obra. En el lado opuesto se situó García Lorca que, según contaba María Zambrano, sentía una especie de "alergia" por el poeta oriolano porque desde su llegada a Madrid el autor del Romancero gitano había dejado de ser el centro de atención. En el archivo de García Lorca que Riquelme visitó, pudo comprobar que el ejemplar intonso -con los bordes de las páginas sin separar- de Perito en lunas que Hernández regaló a Lorca estaba apenas sin leer.
En la presentación de la obra completa ha estado Lucía Izquierdo, nuera del poeta y custodia de su legado, que ha descrito a Miguel Hernández, según los recuerdos que compartió con ella Josefina Manresa, como un hombre "alegre, cariñoso y divertido". Esta le contaba que atravesaba el monte para ir a verla cuando eran novios y era capaz de imitar a los ruiseñores tan bien que Josefina no podía diferenciar su silbido del canto real de los pájaros. "Fueron las circunstancias las que cambiaron su personalidad y lo sumieron en la tristeza".
No obstante, señala Riquelme, el poeta nunca renunció a la esperanza en el ser humano y en una sociedad más justa y libre. Así lo demostró en "Dejadme la esperanza" (El hombre acecha, 1939) y en el poema suelto "Eterna sombra": según los manuscritos consultados por el investigador, la versión previa terminaba así: "Si por un rayo de sol nadie lucha, / nunca ha de verse la sombra vencida"; mientras que la versión definitiva optó por un cierre más esperanzador: "Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida".
@FDQuijano