Naipes eróticos sobre Casanova, de Paul Émile Bécat
Parece que ha llegado al fin la hora de Max Aub (París, 1903-México DF, 1972): a la gran exposición celebrada en mayo en el Instituto Cervantes de Madrid (“Retorno a Max Aub”) se suma ahora Trampas (Reino de Cordelia), un libro inédito relacionado con una de sus más íntimas pasiones, el juego, y la recuperación de Campo cerrado, primer volumen de El laberinto mágico (Cuadernos del Vigía).
Tuvo cuatro patrias, pero ninguna supo quererle. Nacido en París, en 1903, Max Aub tenía también pasaporte alemán por parte de padre, español por pasar su juventud en Valencia (“
Uno es de donde ha hecho el Bachillerato”, solía decir), y mexicano por su larguísimo exilo. Soñó con volver a España, y cuando pudo regresar, en 1969, comprobó que el país que anhelaba ya no existía. Retornó a México a esperar la muerte de Franco, y esa partida también la perdió una tarde de julio de 1972, precisamente cuando iba a echar unas manos de cartas con unos amigos.
No lo dude el lector, a Max Aub, novelista, dramaturgo y poeta, le entusiasmaba el juego. Se aficionó a matar el tiempo con naipes en los campos de concentración franceses, y ya en el exilio solía jugar en su casa de Euclides con sus amigos al menos una vez a la semana.
Como además sentía pasión por los aforismos y los juegos verbales, era cuestión de tiempo que se publicara al fin el libro de aforismos Trampas, del que apenas se conocía una cuarta parte, “Algunas trampas”, publicada en la revista mexicana
Diálogos en 1968, y en la española
El Urogallo, en 1970.
El editor del libro, el profesor Pedro Tejada, explica que en la obra de Max Aub están tan profundamente relacionados vida, literatura y juegos, que presenta la vida en sus obras, pero no desde una sola perspectiva, sino “
la cara y el envés”. Por otra parte, para él “el juego es parte esencial de la vida y en el juego siempre existe la trampa, algo que a Aub le interesa especialmente ya que abre perspectivas más lúdicas y literarias. Es más divertido hacer trampas, es un arte, se juega por partida doble porque el tramposo juega y se la juega. Obviamente todo esto Max lo presenta desde una perspectiva irónica, porque toda su vida es un ejemplo de honradez, coherencia y juego limpio”.
400 aforismos inéditos
Entre los 400 aforismos rigurosamente inéditos de
Trampas hay para todos. Para perdedores: “Arruinarse habiendo trabajado toda la vida, idiota; hacerse rico, mucho más; arruinarse en el juego, insensato; pero arruinarse trabajando, mil veces peor. Idiotas e insensatos forman parte de la humanidad. La mejor. Los demás son calculadores, lisos, atentos a los desfallecimientos de los demás: tramposos”.
Para tramposos: “Ideal del tramposo: jugar solo con personas decentes”; “Sin trampas no se puede vivir: las trampas son la vida misma; la muerte”; “No hay peor trampa que la que no se hace”. Para ganadores: “Sólo el que gana sabe perder. Saber ganar, solo el jugador; si no se es, el que gana pierde, porque se echa a perder” “Jugar para ganar, consiste en saber, no en adivinar”. Y para jugadores en general: “
Jugar es una manera de amanecer”; “Jugar es matar al adversario y que siga vivo y sonriente”.
Esta visión lúdica de la existencia y la literatura tiene su necesario contraste, mucho más oscuro, con la recuperación de
Campo Cerrado, primera parte de esa extraordinaria novela de Aub sobre la guerra civil que es
El laberinto mágico, que acaba de lanzar Cuadernos del Vigía.
Se trata de una edición necesaria porque en la actualidad no existe una edición completa que reúna las seis novelas, descatalogadas o inencontrables, que la editorial pretende publicar en los próximos años. En el caso concreto del primer volumen,
Campo cerrado, sorprende saber que se basa en la segunda edición realizada por la Universidad de Veracruz en 1968, corregida y sancionada por el propio autor (que varía en algunos aspectos de las ediciones españolas posteriores) y que han cotejado con la primera edición de la editorial Tezontle de 1943.
“Sí -explica el editor Miguel Ángel Arcas-, en nuestro cotejo hemos solventado las erratas y los descuidos (en muchas ocasiones debidos a ultracorrecciones) de ediciones anteriores que hemos subsanado normativamente, ajustando y modernizando la ortotipografía, con el objetivo de mantenernos lo más fieles posible al estilo literario aubiano”. Un paso más para que, como insiste Arcas, “
Aub ocupe el lugar que le corresponde en el canon español. Claro que recuperarlo hoy iría parejo a recuperar nuestra memoria histórica, una asignatura pendiente a la que se resiste este país”.
Sí, podría ser su hora, aunque, como reza uno de los aforismos de Aub, ya se sabe: “
la vida es trampa”.