Vista de la Cuesta de Moyano, en Madrid
Desde hace años, los libreros de la Cuesta de Moyano piden al Ayuntamiento de Madrid que ponga en marcha medidas para impedir su cierre. Parece que finalmente la reactivación de la feria es un hecho y, aunque quedan importantes promesas por cumplir, hay esperanza gracias a actividades como La 1 de Moyano.
"En Moyano tenemos dos crisis: la general y la nuestra propia", nos dice el librero de la caseta 2, H. Mora. La feria en los últimos años ha sufrido una importante disminución de sus ventas a causa de muchos factores, uno de ellos es la crisis económica, sin embargo no es el único ni el principal. "La calle se peatonalizó hace unos 10 años", explica Francisco Martínez Moncada, presidente de la Asociación de libreros de la Cuesta de Moyano. "Esto no lo aceptábamos porque sentíamos que nos hacía invisibles, que es lo que ha ocurrido". La peatonalización supuso que se instalara una subestación eléctrica justo debajo, con la consiguiente construcción de una salida de tierra que tapa toda visibilidad de la cuesta desde Atocha. La dificultad de acceder en coche es otro inconveniente para la carga y descarga de libros, además las limitaciones actuales de aparcamiento y tráfico no ayudan a la actividad. "Más de veinte veces la gente se ha quejado de que no hay dónde sentarse en la cuesta más que dos bancos de granito incómodos y fríos. Llevamos muchos años demandando soluciones al anterior equipo de gobierno, del Partido Popular".
El actual parece haberles escuchado. En la primavera de 2016, el ayuntamiento y la asociación de libreros, junto con otros colectivos culturales, tuvieron una serie de reuniones en las que discutieron sobre las necesidades de la cuesta y sus posibilidades y se celebraron las primeras actividades culturales, como por ejemplo una charla con el escritor Jesús Carrasco. Según nos cuenta el presidente de la asociación, para este año hay aprobadas partidas en el presupuesto destinadas aconstruir un velador-cafetería y mejorar el mobiliario urbano. "Hay proyectos muy interesantes para mejorar las condiciones de la cuesta. En verano, aquello es una isla de calor, podemos llegar fácilmente a los 50 grados", dice el presidente.
Una de las principales propuestas que exigen todos los libreros es la publicidad para que la gente les conozca y les ubique. "En la invisibilidad nuestra actividad comercial deja de existir", afirma Francisco Martínez Moncada. No hay señales ni carteles que anuncien la cuesta en ninguna de las dos entradas de la calle. Armando Castrillo, propietario de la caseta 29, sugiere varias medidas: "Igual que en el metro se señala la salida hacia el Ministerio de Agricultura, que se haga con la salida hacia la feria del libro; en los autobuses turísticos y urbanos se debería citar la cuesta como se citan las tiendas en Serrano o los bares de la calle Huertas. Voluntad mucha, hechos ninguno".
La Asociación de libreros de la Cuesta de Moyano procura darse a conocer por su cuenta a través de la página web que, si bien por ahora limitada, quieren dinamizar y hacer interactiva. También algunos libreros intentan sobrevivir de forma independiente: "Cada uno se busca la vida como puede, yo también vendo por internet, hay un tipo de libros que aquí no se venden que tienen compradores por otros canales", cuenta Javier Molina, de Velintonia Libros, caseta 4. José Manuel López, librero de la caseta 30, ha abierto una cuenta en Facebook. "Lo intentamos, pero somos muy pequeñitos, tampoco podemos hacer grandes inversiones en nada". En este hecho Francisco está de acuerdo: "eso vale dinero y nosotros no tenemos muchas posibilidades ahora mismo para meternos en el mantenimiento".
El colectivo va a desarrollar actividades todos los fines de semana hasta junio, el programa se puede descargar en la página de Territorio Moyano. "Habrá una charla a la semana, un taller para niños los sábados y el programa de radio los domingos. Vamos a hablar de Lovecraft, de Sthephen King, habrá talleres de caligrafía, de edición... Queremos hacer cosas con el Jardín Botánico y con el Prado y vamos a hacer conciertos", explica Alberto Haj-Saleh, uno de los organizadores.
Con este impulso y los que están por venir, los libreros de la feria esperan que su situación mejore. Sin embargo, la finalidad de las medidas que reclama la cuesta no es solo aumentar sus ventas, sino que debe suponer la puesta en valor de estas librerías y de la labor cultural que desempeñan. "¿Qué pasaría con los libros de los que se deshace la gente si no existiéramos los libreros de viejo?", se pregunta Francisco. "Este es un trabajo que no puede morir porque, de lo contrario, no tendríamos patrimonio bibliográfico, ni historia, ni memoria o identidad cultural". Nos avisan de que no les queda mucho tiempo, de que Madrid corre el riesgo de perder uno de los lugares que debería ser identificativo de la ciudad, como lo son los buquinistas del Sena para París, nombrados Patrimonio de la Humanidad.