Decía Jorge Luis Borges que el verbo leer, como soñar y amar, no soporta el indicativo. Sin embargo, aunque no se pueda imponer su práctica como nos recordaba el escritor argentino, sí que es necesario conocer el estado de la lectura para poder desarrollar unas estrategias que puedan fomentarla. De ahí que la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) haya elaborado el informe La lectura en España. La idea de esta institución es evaluar el estado real de esta práctica en nuestro país, trascendental en el desarrollo y progreso social de los países.
Este es el tercer Informe sobre la Lectura en España que publica la FGEE, tras las ediciones de 2002 y 2008. En él se hace un análisis de la evolución que se ha producido en el país, con especial atención a cómo ha afectado la crisis económica en ella y valorando todas las dificultades que tiene el estudio de esta materia. "Es difícil estudiar la lectura", explica José Antonio Millán, coordinador del informe que se ha presentado hoy en la Biblioteca Nacional de España con la presencia del Secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo. "Casi siempre es un trabajo que se parece a la parábola de la farola, en la que un borracho busca las llaves debajo de una farola porque es donde hay más luz… Las encuestas no nos conducen al encuentro íntimo entre el texto y el lector".
Entre los datos más preocupantes del informe encontramos que las librerías se redujeron de las 4.300 de 2012 a las 3.600 de 2013 (unas 700 menos) y que los quioscos pasaron de 26.000 a 22.000 en 2010, el año en el que se produjo el mayor número de cierres de puntos de venta de prensa. El informe también contempla la lectura de webs y periódicos, no se limita al sector del libro. Desde este punto de vista cerca del 92% de la población sería lectora, con un incremento de 11,2 puntos en la proporción de lectores frecuentes (los que leen al menos una vez a la semana) en los últimos 15 años. Sin embargo, la 'Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales 2014-2015' del Ministerio de Cultura dejaba una cifra muy preocupante: el 37,8 % de los españoles no habían leído ningún libro en el último año.
En cuanto al perfil de los lectores más frecuentes encontramos a mujeres entre 30 y 55 años con formación académica universitaria y que residen en ciudades. En el polo opuesto se encuentran personas mayores que residen en zonas rurales. "El mejor dato que tenemos es que el fragmento de los niños de 10 a 14 años están perfectamente en la media europea", explica José Antonio Millán.
Otro de los grandes afectados por la crisis fue el sistema bibliotecario que tras dos décadas de continuado crecimiento empezó a retraerse. Si bien es cierto que el número de bibliotecas ha descendido poco en términos relativos, los horarios de apertura se han reducido al tiempo que envejecen las colecciones. Además el gasto en adquisiciones ha bajado de 1,50 euros a 56 céntimos por habitante del 2009 al 2014. Todo esto ha repercutido en el descenso de los préstamos (8.349.307 préstamos menos en 2014 que en 2010), a pesar del incremento del número de habitantes inscritos en las bibliotecas que pasa del 28,72% al 34,49, algo que también ocurre con el número de visitas por habitante y año.
Como explica el Presidente de la FGEE, Daniel Fernández, el informe es "en parte, el paisaje tras la batalla de la durísima crisis económica y social que hemos sufrido en estos últimos años. Una crisis que, en el caso del libro, ha implicado que los hábitos lectores de los españoles no hayan experimentado el fortalecimiento que desearíamos". Para el Presidente de la FGEE es necesario que se desarrolle un plan de fomento de la lectura, un conjunto de medidas que el Ministerio de Cultura se comprometa a asumir. "Que cerca del 40 % de la población nunca abra un libro es un fracaso tremendo de España como país. La lectura debería ser parte fundamental de la educación".
Los sistemas educativos
En la presente edición del informe se aborda la situación de la lectura y la competencia lectora en las leyes educativas, especialmente tras la aprobación de la LOMCE. Según el Informe "la LOMCE, que supuestamente pretende dar respuesta a las exigencias de la OCDE, no marca ninguna diferencia trascendental respecto al marco creado en la LOE; es necesario acudir a su desarrollo en decretos y órdenes para encontrar alguna referencia destacable, aunque no siempre podamos valorarla positivamente". De hecho destaca que si bien la LOE establecía que "la lectura constituye un factor fundamental para el desarrollo de las competencias básicas" y que los centros, al organizar su práctica docente, deberán garantizar la incorporación de un tiempo diario de lectura, no inferior a treinta minutos, a lo largo de todos los cursos de la etapa (educación primaria)", en la LOMCE, la asignación temporal se ha visto limitada a "un tiempo diario" y ha quedado incluida dentro de una serie de "elementos transversales" que deben tratarse en todas las asignaturas, compartiendo espacio con cuestiones dispares.
El Secretario General de Cultura, Fernando Benzo, recogía el guante de la FGEE durante la presentación del informe y aseguraba que el plan de fomento de la lectura estará incluido en el Plan Cultura 20/20 que se presentará en el Congreso próximamente. "Los políticos tenemos que dirigir nuestros esfuerzos a que se reaprenda a leer como parte de la formación de la persona, a que se reaprenda a leer como actividad lúdica y a que se reprenda a leer desde la legalidad.", comentaba Benzo. "Tres deberes enormes a los que nos emplaza este informe".
El sector editorial
El informe apunta que desde el punto de vista de la oferta cultural, al menos cuantitativamente, la edición española se sigue caracterizando por un fuerte pluralismo cultural y una rica bibliodiversidad que incluye, además el pluralismo lingüístico. No hay que olvidar que Internet ha transformado los modelos de negocio y de gestión para muchas empresas. Editar un libro o generar un contenido es cada vez más factible para cualquier persona gracias a la tecnología y a la posibilidad de subcontratar cualquier servicio o proceso industrial y comercial. Esta situación ha llevado a un importante crecimiento de la autoedición y a la fragmentación y diversificación de la oferta entre una multitud de agentes editores. Los nuevos modelos también están obligando a la adaptación de las librerías, unos establecimientos de la cadena del libro que ha sufrido de manera importante durante la crisis.