Ildefonso Falcones
Cuando se convirtió en un fenómeno literario, Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959) decidió no alejarse de la realidad. Por ello continuó con su despacho, sus clientes y sus pleitos. "Siempre es importante tocar con los pies el suelo", dice el abogado, aunque el escritor reconoce que "al final las circunstancias te vencen". Hasta Los herederos de la tierra (Grijalbo) ha compaginado la abogacía con la escritura, pero ahora sólo se dedica a la literatura. Lleva los casos de algún cliente de confianza y ni siquiera tiene despacho. "La elección está clara", ha dicho para El Cultural. Si La catedral del mar llegó a las casas de más de seis millones de lectores en todo el mundo y fue traducida a 15 idiomas, no se espera menos de la continuación, que coincide con el rodaje de la serie que emitirá Atresmedia. El escritor, que ha reconocido no haber participado en la escritura del guión, se ha mostrado ilusionado con el proyecto televisivo, La catedral del mar, protagonizada por Aitor Luna y Michelle Jenner. Además, ha hablado con aplomo sobre su obra, sobre el debate ineludible en torno al best-seller y sobre el futuro de su tierra. No se ve haciendo otra cosa que no sea novela histórica.P.- ¿Tenía pensada una segunda parte para La catedral del Mar o ha sido "obligada" por el público?
R.- El público no obliga. Siempre está en mi mente mi ciudad, Barcelona, y siempre he pensado que hay mucho que contar sobre ella. Diez años es una buena fecha para publicar la segunda parte.
P.- Los inicios son muy impactantes tanto en esta novela como en La catedral del Mar. ¿Es una fórmula deliberada en su narrativa?
R.- Sí, siempre es bueno un inicio fuerte que atraiga al lector. Además, cada vez lo veo en más novelas. A mí me gusta que en cada página pasen cosas, que el lector se divierta y se entretenga.
P.- De hecho, se ha confesado lector de best-sellers como El médico o las novelas de Stieg Larsson. Dicen muchos autores que si fuera tan fácil escribir un best-seller todo el mundo lo haría…
R.- El best-seller no se escribe; tú escribes un libro y luego si es bueno y tiene fortuna, podría ser un éxito de ventas. Creo que todo el mundo trata de vender lo máximo posible dentro de su nicho de lectores. Ese es el objetivo.
P.- Si lo suyo fuera un best-seller de calidad, ¿correría el riesgo el segundo término, de calidad, de difuminarse por culpa del primero, best-seller?
R.- Yo prefiero el primero (risas). Prefiero llegar , divertir y entretener a la gente. Ofrecerles, si no calidad, una literatura asumible, correcta, sencilla y ágil. No me interesa absolutamente nada ese conflicto.
P.- A pesar de ser un amante de la historia, la fase anterior a la escritura de sus novelas requiere de una amplia documentación. ¿Es cierto, como afirman algunos, que ésta es la fase más apasionante o usted prefiere el momento de la escritura?
R.- No calificaría el estudio como apasionante, sino como interesante, arduo, laborioso. A veces lees libros pesados y no obtienes la información que estabas buscando. Prefiero la escritura, la plasmación de eso en lo que uno está haciendo.
P.- En mitad de aquel momento de la escritura, surgen cosas que antes no habías imaginado…
R.- Siempre tengo varios puntos culminantes a lo largo de la novela como el final, por ejemplo. Luego, en medio surgen cosas que no habías pensado, personajes que se deshilachan o ganan fuerza… La novela está viva en ese sentido.
P.- ¿Qué queda en España de aquella sociedad medieval recreada en sus novelas?
R.- De la sociedad y el espíritu medieval afortunadamente no queda nada, sólo monumentos y esculturas. En Cataluña al menos quedaban referencias del espíritu comercial, el saber hacer dentro de los negocios… Pero el comerciante catalán típico ya no existe tampoco.
P.- Como catalán y como especialista en historia, ¿qué le parece esa justificación de la idea nacionalista -el catalán tiene su propia identidad con respecto a España- a través de la historia, remontándose incluso hasta tiempos como en los que transcurre su novela? ¿Es una interpretación legítima?
R.- Todo es legítimo si se encauza por la vía del diálogo. Se pueden encontrar razones para buscar la independencia. El problema es que no creo que interese. Yo creo que Cataluña ya es independiente desde el punto de vista identitario. No puede haber un país como Cataluña con más competencias desde el punto de vista lingüístico, de tradiciones, del derecho civil, de las costumbres, de la convivencia… No obstante, a lo que se aspira es a un régimen económico propio, y yo creo que es un tremendo error, tal y como está planteado.
P.- Todas sus novelas tienen un componente de una lucha social donde los héroes son los más desfavorecidos…
R.- Me gustan ese tipo de personajes humildes que luchan por salir adelante. En esta novela, el protagonista no consigue un gran puesto como el de La catedral del Mar; sólo termina siendo un agricultor. Pero me gusta esa lucha constante en la vida por la dignidad. Ese tipo de personas podríamos tomarlas como ejemplo.
P.- En esta novela aborda la presencia de judíos en España y en La mano de Fátima habló de la expulsión de los moriscos. ¿Cree que existe un paralelismo entre las expulsiones que hubo en la península ibérica durante la Edad Media y el éxodo de los refugiados en la actualidad?
R.- Desde el punto de vista personal, desde luego que vivieron lo mismo. Una expulsión de su hábitat donde estaban arraigados: nacieron, vivieron y trabajaron.
P.- ¿Cómo valora este asunto? ¿Hasta qué punto son responsables las instituciones en esta crisis europea?
R.- El problema nos afecta a todos, como la explotación de los niños, la trata de blancas… La solución es muy complicada porque Occidente no está preparado para afrontar esta crisis, así que tenemos un gran problema. Hay que reconocer que a España vienen pocos refugiados desde el convenio con Turquía, pero es que en otros países ni siquiera los acogen. Yo creo que a todos nos gustaría ayudar a las personas que salen de sus países; el problema es que no tenemos recursos casi ni para nosotros, así que es muy difícil también para Europa. No me gustaría estar en su situación: ni de unos ni de otros.
P.- Usted asistió a un taller de escritura antes de publicar su primera novela. ¿Cree, por tanto, que la literatura puede enseñarse, más allá del talento innato y el entrenamiento imprescindible de la lectura?
R.- Cuando terminé La catedral, intenté obtener la opinión de algún profesional pero no lo conseguí. Así que fui a la Escuela de Escritura del Ateneo de Barcelona con la novela escrita y allí sí me tuvieron en cuenta. Todo se enseña. En Estados Unidos hay escuelas de literatura y grandes escritores que han salido de allí. Los grandes pintores aprendieron con maestros, no aprendieron pintando; los músicos salen de conservatorios. Los literatos no están tocados por la mano de Dios ni han nacido aprendidos; hay gente que defiende eso porque les supone no tener más competencia. Se endiosan y aquí nadie es Dios.
P.- ¿Eso responde al mito del escritor vanidoso?
R.- No te quepa duda. Hay algunos que están ensoberbecidos de una manera impresionante.
@JaimeCedilloMar