Yasmina Khadra: "Mis lectores no leen novelas insulsas ni simples"
Yasmina Khadra
El escritor argelino se mete en la piel del dictador libio Muamar Gadafi en La última noche del Rais para narrar la noche del 19 al 20 de octubre en la que fue asesinado. Khadra atiende a El Cultural a su paso por Madrid para inaugurar la "Charla con inmortales" del Instituto Francés de Madrid.
Pregunta.- La última noche del Raís fue redactado en semanas, pero usted muestra en la obra un conocimiento profundo de la vida y personalidad de Muamar Gadafi…
Respuesta.- Estuve años pensando en este libro. Escribí las primeras páginas de la novela el día después del asesinato de Muamar Gadafi. Pero no estaba aun preparado para escribir la novela que quería dedicarle. Durante años dejé la obra madurar hasta que un día estaba aconsejando a unos productores que preparaban una serie sobre Gadafi para Canal Plus y me di cuenta de lo mucho que sabía yo mismo sobre el personaje. Me puse a escribir entonces y todo fue muy rápido. Tenía toda la información en mi cabeza.
P.- Esta relación que mantiene con Gadafi es fruto de su pasado militar. ¿Tuvo usted ocasión de conocerlo en algún momento de su vida?
R.- No, nunca tuve un trato personal con él. Solo una vez vino de visita oficial a Argel y yo, como en esa época era director de un periódico, formé parte de la comitiva que tenía que acogerle. Pero tan solo nos dimos la mano.
P.- ¿Cómo tuvo conocimiento de todas las anécdotas que cuenta en el libro sobre la familia de Gadafi? ¿La voz que usted plantea que Gadafi escuchaba es fruto de la imaginación?
R.- Esa voz la escuchó siempre menos en los últimos momentos de su vida... Es cierto. A principios de los años 80, estuve una temporada en Moscú en una academia militar. Allí había gente de muchas nacionalidades, oficiales del mundo entero. Entre ellos un grupo que venía de Libia con el que me llevaba bien, ya que somos árabes bereberes todos nosotros, magrebís. Nos sentíamos muy cercanos los unos de los otros. Hablábamos de nuestros países, de los gobiernos, y es así cómo supe muchas cosas, anécdotas, que luego recogí en el libro. Si eran verdaderos testimonios o habladurías lo dejo a la astucia del lector...
P.- ¿Cree que estos libios sentían admiración por el dictador?
R.- ¡Lo adoraban! La gente lo adorada. Los oficiales lo veneraban. Era un personaje muy querido por su pueblo. Siempre fue así hasta el final. Pero es cierto que entre toda la masa popular también existían grupos resistentes, opositores. A pesar de que Gadafi lo sabía, no escuchaba a nadie y detestaba que le llevaran la contraria. Era muy cruel y tiránico a la hora de callar a los insurgentes. Poco a poco, este grupo de gente en contra fue creciendo y se encontraron en la armada integrista y en la milicia.
P.- En un momento dado usted dijo que son los pueblos los que hacen a los dictadores. ¿Qué piensa de los gobiernos que han implantado regímenes dictatoriales tras la Primavera Árabe?
R.- Para mí son insurrecciones populares que no tienen seguimiento en las ideas. Gente preparada políticamente recuperó el combate, entre ellos muchos islamistas y mafiosos. Se ha perdido la estabilidad y la paz. Gadafi ha sido el único soberano que hizo de Libia una nación. Ningún soberano antes que él lo había conseguido, reunir a todos los libios alrededor de una misma bandera y ambición política había sido siempre imposible.
P.- En su novela usted imagina las últimas horas del dictador. ¿Esos momentos son los más importantes en la vida de un individuo?
R.- Absolutamente. Todo lo que vivimos anteriormente, todo el resto, es mentira. El único momento de verdad se produce cuando el individuo se encuentra a las puertas de la muerte. Es allí cuando nos hacemos las verdaderas preguntas. ¿Qué hemos hecho de nuestra vida? ¿Qué tipo de persona hemos sido todos estos años? ¿Y cómo nos hemos portado con los demás? Las personas no se dan cuenta de su crueldad mientras viven, piensan que son eternos. Solo al final, nos preguntamos por qué hemos actuado así, por qué hemos sido tan violentos con los demás, por qué hemos hecho daño al otro… El final de la vida es la octava superior de la sabiduría.
P.- En su libro Gadafi se toma por un dios, alguien superior. ¿Sintió realmente esa derrota y que la hora de su muerte estaba cerca?
R.- Según las imágenes que se difundieron, no creo que lo asumiera, no. Muestra una perplejidad permanente. Yo creo que hasta el último momento de su vida, se esperaba un milagro que nunca llegó.
P.- En su libro habla también de un amor que tuvo en la juventud que le rechazó su mano cuando quiso casarse con ella. ¿Su relación posesiva con las mujeres, y esas cantidades que se le conocen, podría venir de esa negativa?
R.- No lo creo. Es una historia que no está confirmada. Es cierto que tuvo problemas de amor siendo joven, pero no sé cómo ocurrió. Un día pidió la mano de una joven aristócrata y el padre se la rechazó por sus orígenes. Pero el violador que fue después no viene de su infancia sino de ser y sentirse soberano. Era un ser que podía tenerlo todo. Para muchos hombres, la mayor victoria no es el trono, ni imponerse en una guerra, sino la mujer. Para Gadafi era su mayor privilegio. A pesar de violarlas, también las tenía como sus ayudantes. Las elevó al rango de Guardia Pretoriana. Las mujeres detentaban toda su confianza. Nosotros como árabes musulmanes pensamos en algún momento que las cosas podrían cambiar. Gadafi privilegió a la mujer respecto al hombre y eso, en el mundo árabe musulmán, es como una herejía.
P.- Usted que siendo árabe musulmán es consciente de que Gadafi fue el promotor de grandes ideas, ¿escribió su libro para que no quedara solamente la imagen de un dictador monstruoso?
R.- Tampoco. Yo quería escribir "mi libro". Mi propia tragedia. Busqué en mi imaginario aquel héroe que fuera susceptible de encarnar al héroe de una tragedia y no lo encontré. Gadafi estaba ahí. Me dije que iba a hacer de esta persona mi personaje. Hay que leer la novela bajo esta óptica. Es una novela. No es ni una biografía ni un ensayo. No hay que mirar a Gadafi tal y como ha sido, sino tal y como yo propongo que haya sido como personaje. La gente ya no sabe leer y confunde los géneros.
P.- ¿Por eso concibió la novela como una tragedia clásica, respetando las unidades de tiempo, espacio y lugar, para decir al lector que su obra no es una novela histórica sino una novela de ficción, literaria?
R.- Absolutamente. Puramente literaria. Con poesía y tono lírico.
P.- A pesar de ser usted uno de los escritores más leídos de hoy en día en el mundo entero, su escritura está lejos de ser simple. Ni siquiera sus temas son de esos que llamaríamos simplemente entretenidos, sino todo lo contrario. Se centran en un mundo real, no siempre amable, cruel y violento. Estoy pensando en sus novelas como Lo que el día debe a la noche o El atentado, por ejemplo.
R.- Las personas buscan ese tipo de libros. Mis lectores son personas que han sido educados por escritores de la guerra: Giono, Malraux, etc. No leen novelas insulsas, ni simples.
P.- ¿Está en estos momentos escribiendo otra novela? ¿Podría adelantarnos algo sobre el tema y el lugar...?
R.- Mi próxima novela ya está en fabricación. Trascurre en Cuba. Es una historia de amor entre un músico de sesenta años y una joven de veinticinco, misteriosa. Es un viaje a través las emociones y bajo el sol del Caribe. Fui a Cuba para terminar un guión de una película. Quería verificar si mi escenario era realista. Quería ver como era la sociedad, la relación entre la policía y el pueblo y durante este viaje, el director me preguntó que porqué no escribía una novela sobre Cuba. Al principio le dije que no y unas horas más tarde, le conté la historia...