En el centenario del autor, la Fundación Banco Santander publica La forja de un escritor (1943-1942), una selección de artículos periodísticos con los que el futuro Nobel se ganó el sustento durante su juventud y que contienen la esencia de su prosa.
En 2016 se cumplen cien años del nacimiento de Camilo José Cela (Iria Flavia, La Coruña, 11 de mayo de 1916 - Madrid, 17 de enero de 2002) y el primer acto conmemorativo ha sido la publicación, por parte de la Fundación Banco Santander, de una selección de artículos de juventud en los que se fraguó el estilo del futuro Premio Nobel. Por eso su antólogo, el catedrático de la Universidad de Barcelona Adolfo Sotelo Vázquez, ha titulado el volumen La forja de un escritor (1943-1952). El libro se enmarca en la colección "Cuadernos de obra fundamental" que impulsó precisamente Cela cuando era patrono de la fundación, y se presenta este miércoles por la tarde en el Instituto Cervantes con la presencia de Sotelo, del director del instituto, Víctor García de la Concha; del escritor Manuel de Prada; del crítico y catedrático Germán Gullón, y del director de la Fundación Banco Santander, Borja Baselga.
Para Javier Expósito, responsable literario de la fundación, los artículos de Cela aquí reunidos "muestran un lirismo quebrado deudor de su primera poesía y contienen la esencia de su prosa". Como explica Sotelo, son artículos "alimenticios" que el Nobel escribió para ganarse la vida. En 1943, Cela consiguió el carné de periodista gracias a la mediación de su principal valedor, Juan Aparicio, hombre importante del régimen franquista que era entonces el Delegado Nacional de Prensa y después director del diario Pueblo e impulsor del semanario El Español y la revista La Estafeta Literaria. "Resulta muy cruel esta dura pelea por el garbanzo", escribió Cela en una carta que el antólogo reproduce en las páginas introductorias del libro, que contiene medio centenar de textos de los 600 que escribió en aquella década y publicó sobre todo en Arriba y La Vanguardia -fue González Ruano quien lo introdujo como colaborador del periódico barcelonés- y en otras publicaciones como Ínsula, El Correo Literario, La tarde, Ya o Patria.
El hijo de Cela, Camilo José Cela Conde, corrobora en un breve prólogo del libro la inseguridad económica en la que creció, a pesar del gran éxito que tuvo La familia de Pascual Duarte, publicada cuatro años antes del nacimiento de éste: "Era la profesión de articulista de mi padre, completada con los bolos en forma de conferencia que, de vez en cuando, se presentaban, la que llevaba unos duros (pocos) con los que sobrevivir en el día a día tremendo de la posguerra española".
"El asunto central de estos artículos es la obsesión de Cela por encontrar una escritura propia, y para ello se apoya en dos herramientas fundamentales: la mirada y la memoria", explica Sotelo. Pronto alcanza la máxima destreza en el manejo de ambas, como demuestran dos de las mejores novelas en español del siglo XX: La familia de Pascual Duarte (1942) y La colmena (1951).
La memoria obsesiva de Cela, añade el antólogo, está llena de "elementos tormentosos". Entre ellos, una compleja relación con su madre que, según el catedrático, se destila en algunas de sus ficciones. Por ejemplo, en la obsesión de Pascual Duarte por matar a su madre o en el amor incestuoso de Mrs. Caldwell hacia su hijo, con quien se llega a casar en un sueño que no llegó a aparecer en la novela porque fue eliminado por la censura.
La otra gran arma literaria de Cela y de todo buen escritor es la mirada, contemplativa y lírica en el caso del escritor gallego. Así lo constatan, además de sus novelas, libros de viajes, poemas y ensayos, artículos recuperados en este nuevo volumen como "En busca de una inmensa soledad", "Ventana abierta a cualquier paisaje", "Los ojos abiertos" y "Elogio del mirón".
Explica Sotelo que la mayoría de los artículos que ha seleccionado en La forja de un escritor los recopiló Cela en varios libros, entre ellos Mesa revuelta (1945), Cajón de sastre (1957), La rueda de los ocios (1957) y, en la década de los sesenta, en cuatro tomos de su temprana Obra completa (en la editorial Destino), bajo el título de Glosa del mundo en torno. Sotelo opina que los artículos aparecían allí clasificados de manera caótica. Él los ha ordenado en este nuevo libro cronológica y temáticamente en tres categorías: "Experiencias vitales", "El escritor y la escritura" y "La pintura y otras artes". "Recordemos que Cela tenía un enorme talento y que en aquella época todavía estaba tanteando todos los caminos. Fue pintor y llegó a exponer su obra en galerías en un par de ocasiones. También intentó ser actor y se interesó por la fotografía", explica Sotelo. Además, en la revista que fundó en Mallorca en 1956, Papeles de Son Armadans, conjugó la literatura con otras disciplinas artísticas y dedicó números monográficos a pintores como Tàpies o Picasso, recuerda el experto en la vida y obra de Cela.
Premio Príncipe de Asturias en 1987, Nobel en 1989 y Cervantes en 1995, además de Marqués de Iria Flavia por concesión de Juan Carlos I, el escritor es hoy una figura controvertida por su cercanía al régimen franquista y algunos aspectos de su biografía. Es bien conocido que en 1938, durante la Guerra Civil, se ofreció como delator al bando nacional, algo que Sotelo considera "un disparate fruto de las tensiones de la guerra en un joven de 21 años". Ejerció también como censor en los años en que se inició como periodista, y él mismo sufrió la censura. La colmena, de hecho, fue publicada primero en Argentina por la editorial Emecé y no consiguió publicarla en España hasta 1955. Cuenta el profesor Sotelo que el original incluía un capítulo entero con contenido erótico lésbico que el autor renunció a añadir en ninguna de las ediciones posteriores, ni siquiera ya en democracia. "Algunos dicen que lo hizo para despistar a la censura y salvar lo verdaderamente importante", conjetura el responsable de La forja del escritor. Por otra parte, en los sesenta, Cela ofreció a Fraga, ministro de Información y Turismo con quien intercambió casi un millar de cartas, datos sobre las tendencias políticas de otros escritores e intelectuales, hecho que el antólogo disculpa porque "era información que Fraga ya conocía de sobra".
Al mismo tiempo, dio cabida a escritores del exilio en su revista Papeles de Son Armadans, como Luis Cernuda y Rafael Alberti, y recuerda Sotelo que el primer invitado del ciclo de conferencias con que inauguró la revista en Mallorca fue Blas de Otero, que por aquella época ya se había afiliado al partido comunista. Sotelo disculpa este doble posicionamiento de Cela alegando que "no fue el único escritor que hacía el anfibio" durante la dictadura franquista. "Cela estaba convencido de que la cultura española era la de aquí y la de la España peregrina, como estaba convencido de que el territorio de la nación española es polifónico y diverso".