Sven Felix Kellerhoff. Foto: Salvador Martínez Mas

El historiador y periodista del diario alemán Die Welt Sven Felix Kellerhoff (Stuttgart, 1971) recibe en su casa a El Cultural para hablar de Adolf Hitler y su tristemente célebre Mein Kampf. El último libro de Kellerhoff se adentra precisamente en el contenido y en cuanto ha rodeado a la ‘Biblia' del nazismo. Se titula Mi lucha. La historia del libro que marcó el siglo XX (Editorial Crítica, 2016), y aparecerá en España el 19 de enero.

El Mein Kampf acaba de reeditarse en Alemania gracias a un grupo de investigadores del Instituto de Historia Contemporánea de Múnich (IFZ, por sus siglas en alemán). El texto de Hitler ha quedado libre de derechos, que estuvieron setenta años en manos del Land de Baviera que nunca se atrevió a publicar el panfleto nazi.



Sin embargo, el Mein Kampf hace tiempo que dejó de ser un libro peligroso, según Kellerhoff. Para este respetado especialista en el nacionalsocialismo, autor de libros como Berlín bajo la esvástica o El incendio del Reichstag, las autoridades bávaras han corrido más riesgos al no permitir las reediciones -ni siquiera las críticas- de la obra de Hitler, una mezcla de autobiografía y credo político rodeada desde entonces (en 1925 se publicó el primer volumen, que apenas un año después se completó con el segundo), y por distintas razones, de un aura de misterio. Sostiene en el libro Kellerhoff, en la actualidad jefe de redacción del diario Die Welt, que la prohibición no ha hecho sino propiciar el morbo y el desconocimiento de una obra utilísima para rastrear la raíz ideológica de uno de los movimientos más mortíferos del siglo XX.



A las mentiras que el propio Hitler volcó en su texto -falsedades y mitificaciones sobre su incoporación al ejército alemán, al que accedió por suerte, ya que él era súbdito de los Habsburgo, o sobre su supuesta vida miserable en Viena, que exageró con descaro- se ha sumado durante décadas la niebla que rodea a toda leyenda. El texto de Kellerhoff se afana en resultar ilustrativo, y en ahondar, a partir de citas, en las fuentes y características de las teorías raciales y del antisemitismo obsesivo del Führer. "Desde un punto meramente estadístico -escribe-, en las setecientas ochenta páginas del texto se encuentran casi seiscientas expresiones nacidas del odio hacia los judíos". La relación del Mein Kampf con libros y panfletos racistas como Los protocolos de los sabios de Sión o con distintos libelos sobre "higiene racial", tema de moda en la Alemania de entreguerras, es también documentada al detalle por el autor alemán. Del mismo modo que la contextualización de términos que serían clave en la ideología nazi, como Lebensraum ("espacio vital") o völkisch (término intraducible que mezcla "folclore" y "pueblo").



"El Mein Kampf se ha convertido en algo mítico, permaneciendo en Alemania a la sombra de toda publicación", asegura este historiador en su casa, situada en una zona tranquila del este berlinés. La mayor parte de sus paredes sirven de estanterías para libros de historia. Dos de ellos, sin embargo, esperan en la mesa del salón al entrevistador. Se trata de una copia original del Mein Kampf de los años treinta y otra de Mein Kampf: Die Karriere eines deutschen Buches (Ed. Klett-Cotta, 2015), título en alemán de Mi lucha. La historia del libro que marcó el siglo XX, que el próximo 19 de enero publicará en España la editorial Crítica.



Hasta 1933 el Mein Kampf no fue un producto masivo, sólo había vendido 225.000 ejemplares frente a 13,5 millones de votantes"

Pregunta.- Usted dice que el Mein Kampf de Adolf Hitler es un "agujero negro", ¿A qué se refiere ?

Respuesta.-

En el ámbito de la investigación sobre el nacionalsocialismo, el Mein Kampf es un agujero negro. Todo el mundo conoce el título en Alemania o fuera de Alemania. Se sabe que ese libro lo escribió Hitler. Pero incluso entre gente formada, universitarios, periodistas o editores, abundan los que no entienden el contenido del libro o los que no lo han leído. En el proceso de edición de mi último libro, me reuní con varios representantes de editoriales y todos sabían que la obra era de Hitler y conocían algunas leyendas que hay sobre el texto. Pero nadie lo había leído, o casi nadie. Hasta el momento de su reedición por el IFZ, en Alemania se podrían haber contado unas cien personas que habían leído el Mein Kampf. Y no se puede entender a Hitler sin leer cómo pensaba, algo que está escrito en ese libro.



"No era un regalo tan típico"

P.- ¿De qué leyendas sobre el Mein Kampf habla?

R.- Pues a que era obligatorio tenerlo, cuando no lo era. La editorial que lo publicaba trató de hacerlo obligatorio en las escuelas, pero no logró. Tampoco era un regalo tan típico en la Alemania nazi. Sólo la mitad de las comunas, hasta poco antes de la Segunda Guerra Mundial, regalaba el libro a los recién casados. No se solía hacer sencillamente porque era demasiado caro comprarlo.



P.- ¿Cómo valora la reedición del libro a cargo del IFZ?

R.- La explicación de la historia es siempre mejor que mantenerse al margen de la verdad. Y esto último es precisamente lo que ha pasado en Alemania. En los años 90 fueron a las bibliotecas los discursos de Hitler pronunciados entre 1925 y 1933. De ello se ocuparon los historiadores. Entonces se podría haber aprovechado para hacer una publicación del Mein Kampf a manos de historiadores. Hubiera sido mucho mejor. Yo llevo veinte años pidiendo que se haga un libro así.



P.- ¿En qué se diferencia su libro del volumen del IFZ?

R.- No son libros que compitan. Mi libro es complementario. El IFZ hace un comentario de texto muy completo, con cada página comentada. Yo dedico unas treinta páginas al comentario de texto, y otras treinta al antisemitismo, el tema más importante. Pero hay unas trescientas páginas dedicadas a cuanto rodeó al Mein Kampf. Esto es precisamente algo de lo que no se ocupa el volumen del IFZ. Hace unos años me pidió una gran editorial alemana hacer lo que ha presentado ahora el IFZ, pero ese trabajo es algo que no puede hacer una sola persona. Por eso decliné la oferta.



La mayor barrera para leer el Mein Kampf es la prosa increíblemente mala de Hitler, pero su lenguaje no era siempre encendido"


P.- ¿Cómo fue "la carrera" del Mein Kampf?

R.- Hasta 1933 no fue un producto masivo. Hasta ese año había vendidos unos 225.000 ejemplares. Era, sin duda, mucho para un libro. Pero, al mismo tiempo, era poco respecto a los 13,5 millones de alemanes que votaron a Hitler. Uno de cada seis electores del partido nazi compraba el libro. Ésto, en un tiempo en el que no había apenas radios -éstas eran un producto de lujo-, y en el que sólo se podía seguir a Hitler a través de la prensa. A finales 1933 se publicaron millones de ejemplares y se vendieron por el interés que pudo generar su nombramiento como nuevo canciller. Desde entonces hasta 1945 el libro siguió siendo un bestseller. En 1944 se dejaron de tener números sobre las ventas porque se quemó el lugar que la editorial utilizaba para guardar esos documentos.



Una Alemania nueva

P.- Tras la Segunda Guerra Mundial el libro pasó a ser un tema tabú, ¿no es así?

R.- Así es. Fue especialmente importante para las autoridades militares estadounidenses en la Alemania ocupada sacar el libro de la vida pública. Hubo varias generaciones que quedaron fuertemente marcadas por el Tercer Reich. Hasta los años 70 abundaban quienes estaban directamente vinculados a la experiencia del Tercer Reich. Pero a partir de mediados de los años 70 abundaban quienes, como mi padre [Peter Kellerhoff, un importante banquero alemán] por ejemplo, que fueron niños durante el nazismo y que decidieron cortar con la ideología del nazi para aprovechar la oportunidad que ofrecía la posguerra. La oportunidad de construir una Alemania nueva.



P.- Entonces, a partir de 1975 podría haberse planteado una relación nueva de Alemania con el Mein Kampf.

R.- Sí, ahí entraba una nueva generación de alemanes. Pero el Land de Baviera no dio oportunidades a nuevas investigaciones sobre el libro. A finales de los años 70, los responsables del Land de Baviera seguían diciendo que había que prevenir la publicación del libro, y por eso evitaban la reedición. No se planteaban si la situación del país había cambiado respecto a 1945. Yo defiendo que sí.



Hasta esta reedición, en Alemania sólo unas 100 personas habían leído el libro. No se puede entender a Hitler sin hacerlo"

P.- ¿Indica esto que Alemania no tiene una relación normal con ese libro?

R.- Construir una relación normal con el Mein Kampf es lo que buscan los libros que aparecen ahora sobre la autobiografía de Hitler. También buscan acabar con el mito que ese volumen ha generado. No hay que tener hoy en día ningún miedo del Mein Kampf. Este libro no es nada que puedan utilizar los elementos más radicales de la derecha, ya sean los neonazis del Partido Nacionaldemócratico de Alemania (NPD), los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) o Alternativa para Alemania (AfD). Lo peligroso es el mito del libro prohibido. Con la reedición se avanza en la destrucción del mito, porque el libro pierde el atractivo de lo prohibido y se comienza a rellenar ese agujero negro.



"El Mein Kampf debe leerse"

P.- ¿Podría el público de hoy en día leer y comprender ese texto, a sabiendas de que no es alta literatura?

R- Debe leerse. Al menos deben leerlo, aunque sean pasajes pequeños, aquellas personas que se interesen por la historia o la política. Eso sí, casi nadie puede leer hoy la tipografía fraktur de un Mein Kampf de la época. Pero mayor aún es la barrera de la prosa del autor, que es increíblemente mala. También hay que tener en cuenta que el lenguaje de Hitler no era siempre encendido, contrariamente a lo que se cree por la abundancia de imágenes en las que se le ve en momentos álgidos de sus discursos. La mayor parte del tiempo, Hitler hablaba tranquilo. Sabiendo esto, el Mein Kampf es Hitler en estado puro, por ser tranquilo y por estar plagado de unos momentos de locura que dan miedo.



P.- ¿Cuántas personas pudieron haber leído en su momento el Mein Kampf?

R.- Es difícil dar una cifra. Se puede evaluar el número a través de afirmaciones en diarios personales o en correspondencias de gente de la época, pero poco más. También se puede intuir en libros que estén subrayados. Pero estas pruebas se pueden quemar, como de hecho ocurrió en muchos casos. Un soldado estadounidense, de origen alemán y judío, me contó que sus compañeros de unidad encontraban copias del libro a medida que avanzaban sobre suelo germano. Pero en las casas en las que entraban, pese a buscarlo por todas partes, no daban con copias del Mein Kampf. Esto, naturalmente, era porque las copias estaban escondidas o quemadas. Los datos que hay sobre los lectores de la obra vienen de una encuesta del Gobierno militar de Estados Unidos en Alemania. Preguntaron a los alemanes en 1946 y 1947, "¿Quién ha leído el Mein Kampf, íntegro o parcialmente?", y solo respondió "sí" un quinto de la población. Ese veinte por ciento es para mí un valor mínimo y algo que no se conocía hasta ahora.

El antisemitismo, nacimiento de una obsesión

El libro de Sven Felix Kellerhoff dedica varios capítulos a la obsesión "nuclear" de Adolf Hitler: los judíos. Hitler explica en Mein Kampf el origen de su odio. Fue en Viena, alrededor de 1908, cuando comenzó a leer folletos antisemitas "después de ver por todas partes a judíos en posiciones privilegiadas". Falseando su propia miseria, escribe el futuro Führer: "Era pestilencia intelectual, peor que la peste negra de antaño, con la que se infectaba el pueblo. ¡Y ese veneno se expandía en grandes cantidades!"