La MAD 4 Dixie Club Band interpretó música de Nueva Orleans a la salida del acto
Nació en 1937 en Nueva Orleans y se suicidó 31 años después, en 1969, asfixiándose en el interior de su coche. A su muerte John Kennedy Toole dejó sin publicar dos novelas. Una de ellas, la última, la descacharrante historia del célebre y grotesco Ignatius J. Reilly, habría de sobrevivirle; de la otra, La biblia de neón, escrita a los 16 años, acabó renegando él mismo. "Consiguió algo con lo que la mayoría de los escritores sueñan: una obra maestra que sobrepasó su vida". Habla Cory McLauchlin, investigador de la Universidad de Virginia y autor de Una mariposa en la máquina de escribir: La vida trágica de John Kennedy Toole y la extraordinaria historia de 'La conjura de los necios', que estuvo ayer en Madrid para celebrar, junto a Jorge Herralde, el primer Ignatius Day."Me contaron que el verano del año en que la publicamos en España, en 1981, era posible ver en las playas de todo el país a centenares de personas riéndose a carcajadas...". Jorge Herralde, director y fundador de Anagrama (fundó la editorial el año en que se suicidó J. K. T) recordó el momento en que se topó con la novela. En otoño de 1980 recibió el catálogo de Luisiana University Press. Era una editorial que hasta entonces había publicado tan solo libros relacionados con el folclore local; pero ese año, ya ven con qué retraso, apostó por el libro de un escritor desconocido y muerto, veneno doble para el mercado. "Me encantó la descripción del personaje y pedí la opción", contó Herralde. Le contestaron que otra editorial española la había pedido también.
Pero Anagrama luchó y consiguió por fin publicar el libro con esa ilustración tan reconocible en portada, que al principio no convenció a los editores. Se hizo una tirada cautelosa de 4.000 ejemplares. Funcionó el boca a boca y hoy La conjura de los necios es el long seller por excelencia del sello, lleva entre 70 y 80 ediciones (el editor no lo recuerda bien) y ha vendido "al menos" medio millón de ejemplares. Todavía ahora se venden entre 10.000 y 15.000 todos los años. "Es el típico libro que pasa de padres a hijos y de hijos a nietos…". Ayer, por cierto, se vendieron unos cuantos a algunas de las más de 200 personas que fueron a Matadero Madrid. El fan de Ignatius Reilly podía adquirir también, además de la biografía del escritor, Consolación de la filosofía, de Boecio, el libro predilecto de este personaje que, según escribió Walker Percy en su citadísimo prólogo, es una mezcla de Santo Tomás de Aquino, Don Quijote y Oliver Hardy.
Se ha dicho que Kennedy Toole se suicidó porque no soportó el rechazo de la editorial del entonces todopoderoso Robert Gottlieb; pero el libro de Cory McLauchlin aporta algunos matices. Gottlieb ni siquiera era el dueño de la editorial y nunca rechazó explícitamente el manuscrito, aun siendo consciente de las dificultades de colocar en el mercado un libro que, como comentó Herralde, pertenecía al género maldito: la novela cómica. Gottlieb leyó el original y mantuvo una correspondencia de dos años (hasta 1966) con el escritor (ocho cartas y una llamada telefónica de una hora) en donde le sugería cambios. En una de las cartas le dice que el libro no tiene salida comercial. "Eso fue probablemente lo que más daño le hizo a Kennedy Toole", según Herralde. "Yo creo que hoy, con la tecnología, su relación habría sido más fluida y las cosas hubieran sido distintas". En uno de los dos viajes que J.K.T hizo a Nueva York, una ciudad que le fascinaba, intentó localizar a Gottlieb y no lo consiguió.
El resto es historia conocida. Tras la muerte del J. K. T, su madre, Thelma, acosó literalmente al escritor Walker Percy para que leyera el manuscrito. Este dijo que sí, un poco por compromiso, y se lo pasó a su esposa. A ella le encantó; Percy entonces lo leyó, al principio con desconfianza, más adelante con interés y por último con rendido entusiasmo. Le pareció una obra maestra. Así que convenció a la editorial universitaria de Luisiana para que lo publicara en 1980; escribió el prólogo. Al año siguiente, un avispado editor de Nueva York lo contrató, el libro tuvo una difusión mayor y ganó el Pulitzer. Entonces Thelma, en ausencia de su hijo, se convirtió, hasta su muerte, en la induscutible Reina de Nueva Orleans.
El homenaje de ayer, que terminó con un tributo a la música de Nueva Orleans a cargo de la MAD 4 Dixie Club Band, congregó a periodistas, escritores y fans de la novela. Comenzó con la proyección de un documental de Jon Sanford, John Kennedy Toole: The Omega Point. A la manera de las rutas literarias que hoy se pueden hacer por la ciudad del Misisipi, la pieza recorrió algunos de los lugares preferidos del malogrado escritor. Después McLauchlin dio una conferencia y, por último, tuvo lugar el diálogo con el editor de Anagrama. Herralde dijo haber releído esta última semana La conjura de los necios. "Tardé muchísimo en terminar el primer capítulo porque tenía que parar casi en cada párrafo para reír", dijo; y terminó, bromeando: "Si un lector no se ríe con este libro yo le recomiendo El sentimiento trágico de la vida, de Unamuno; así encontrará solaz su alma atribulada".