La Biblioteca Nacional inaugura la exposición Yo Unamuno, compuesta por casi un centenar de cartas autógrafas de Miguel de Unamuno conservadas en la Biblioteca, unas treinta de ellas inéditas hasta hoy, y redescubre la personalidad polifacética y compleja del escritor.
"Yo soy yo, como cada quisque, género aparte", decía no sin ironía el escritor vasco a su amigo Francisco Fernández Villegas. Cita que ahora da vida al título de la exposición de la Biblioteca Nacional. "Mi progreso consiste en unamunizarme cada vez más", completaba. En línea con la importancia que concedía al 'yo' -años después llamaría a su primer drama Yo, yo y yo, un título que sustituiría posteriormente por el de La Esfinge (1898)-.Si bien estos ejemplos pueden dar pie a la fama de "ególatra" que se ganó pronto el autor, corresponden a un periodo crucial de su recorrido vital: son las palabras de un treintañero, catedrático de Griego en la Universidad de Salamanca, que goza según su propio decir "de la tranquilidad de este viejo ciudadón castellano", pero que en el fondo anhela insistentemente distinguirse de los demás y, sobre todo, hacerse un nombre en el mundo madrileño, y por tanto nacional, de las letras.
Su éxito en tal empeño ya no admite discusión. Con los años, la escritura del yo llega a ser el componente esencial de su obra y penetra en todos los espacios de la creación: novela, poesía, teatro, ensayo, artículos de prensa...en busca de otro yo, un lector, muchas veces ideal. Pero el lugar privilegiado del diálogo, o mejor del "monodiálogo" confesional, es la correspondencia privada en que puede desahogarse, confiarse a un interlocutor a la vez concreto y genérico, con la intuición y, posiblemente, con el secreto deseo de que algún día sus cartas sean leídas o expuestas.
Las piezas exhibidas en la exposición descubren al Unamuno más plural y profundo. El manuscrito más destacado es el De Fuerteventura a París: diario íntimo de confinamiento y destierro vertido en sonetos (1924-1925). El texto, autógrafo y con correcciones, abarca 117 hojas y es el ejemplo emblemático de la conjunción entre escritura de confesión y creación literaria.
También se podrá contemplar un borrador autógrafo de El Otro, redactado en un cuaderno de colegio en francés, así como un manuscrito de El pasado que vuelve, drama en tres actos mandado al editor alemán Haberer Helasco. Entre la gran cantidad de piezas, también se encuentran el fragmento de un ensayo así como una poesía autógrafa, elementos que permiten dibujar los contornos del ingente y prolífico quehacer literario de uno de los mayores escritores del siglo veinte español.