Carmen Martín Gaite
Sale a la venta el tomo IV de las Obras Completas (Galaxia Gutenberg) de la autora de Entre visillos, dedicado a sus investigaciones históricas. Incluye cuatro títulos (El proceso de Macanaz, Usos amorosos del dieciocho en España, El conde de Gualdahorce, su época y su labor y Usos amorosos de la postguerra española) y un apéndice de textos relacionados con la redacción de estos ensayos.
Dice el editor que solo hay que fijarse en la construcción de los personajes, a quienes la escritora "seguía con la atención de un narrador", entendiendo su peripecia "como una exploración y un viaje". Para Teruel, la obra ensayística de Martín Gaite, cuyo primer tomo ve la luz ahora, podría interpretarse "como su auténtica autobiografía espiritual". Y su faceta de novelista es perfectamente rastreable en estos textos. "Era capaz de escribir un cuento a partir de cualquier abstracción", explica. Siempre hizo gala, prosigue, de "un gran rigor como historiadora" (le encantaba, como decía ella, "engolfarse en los archivos") y dotaba de un "ritmo novelesco" a sus narraciones históricas: "Como en el relato oral, no rehuía los vericuetos ni los extravíos".
Nunca escribió novela histórica, género por el que no mostró interés hasta que leyó Extramuros, de Jesús Fernández Santos, un escritor, por cierto, a quien la hermana de Martín Gaite, Ana, reivindica "como uno de los mejores de su generación". "Me molesta que se dejen morir literariamente a estupendos autores como él". ¿Qué importancia tienen estos ensayos en la totalidad de la obra de Martín Gaite? Para Teruel, una "importancia axial". No en vano, opina, su obra maestra es un ensayo: El cuento de nunca acabar. El hecho de que, en sus obras completas, haya más espacio a este género que a la narrativa da una idea del peso que tuvo para ella.
Fue el profesor Rafael Lapesa quien inculcó a la autora de Ritmo lento el interés por la lengua como parte de la historia, como testimonio de cambios sociales y políticos. Por ahí empezó su interés por el "cortejo" en el siglo XVIII, "moda, la parecer tomada del extranjero, que hacía furor entre las damas de la alta sociedad". Al XVIII, a "desamordazar", en sus palabras, la Ilustración en España, dedicó luego, y durante años, muchos esfuerzos. Lo demuestran, además de sus libros sobre la época, dos artículos de este volumen: "La mala prensa de nuestra Ilustración" y "El franquismo en busca de tradición". Cuando hablaba de mordaza se refería, claro está, a la censura oficial, promovida por unas instituciones franquistas que miraban a los ilustrados con actitud crítica y revisionista.
Ana Martín Gaite se emociona al recordar a 'Carmiña'. Desde que la escritora murió en el 2000, ha sido ella la encargada de poner en orden su legado. Y comenzó a hacerlo después de leer una confesión de su hermana: "Si un día tuviera tiempo, ordenaría todo esto que tengo". Si va todo bien, el año que viene, en mayo, se publicará el siguiente tomo de las obras completas, que incluirá los ensayos literarios. A este lo seguirán un tercero, también ensayístico, y una miscelánea de cuadernos y cartas.