Carmen Calvo: Histerias a través de los perfumes, 2008.

Coincidiendo con el estreno de la versión teatral de El año del pensamiento mágico, de Joan Didion, repasamos algunos de los libros sobre el duelo publicados en los últimos tiempos. Desde Mortal y Rosa, de Francisco Umbral, hasta También esto pasará, de Milena Busquets.

Las ocas reaccionan a la muerte de su pareja volando, llamando y buscando en el cielo hasta acabar perdidas y desorientadas. Los humanos, escribe Joan Didion en El año del pensamiento mágico, tienen una reacción parecida. Se despistan, fallan en el trabajo, sufren pérdidas financieras. Thomas Mann describe en La Montaña Mágica el efecto que sobre Herman Castorp tuvo la pérdida de su mujer: "Su espíritu estaba trastornado". Y la propia Didion, sobre su experiencia: "Al cabo de un año pude empezar a leer los titulares".



El año del pensamiento mágico, reeditado en enero por Literatura Random House (pocos meses antes del estreno de la adaptación teatral de Juan Pastor, que estará en la sala La Guindalera hasta el 14 de junio), se inscribe en una tradición ya larga de literatura del duelo. El ensayo parte de un suceso fatal: "Hace nueve meses y cinco días, sobre las nueve en punto de la noche del 30 de diciembre de 2003, mi marido, John Gregory Dunne, pareció experimentar (o experimentó), sentado a la mesa donde los dos nos disponíamos a cenar en la sala de estar de nuestro apartamento de Nueva York, un infarto masivo y repentino que le causó la muerte". A la muerte del marido seguiría, muy poco tiempo después, el fallecimiento de Quintana, la hija del matrimonio. Didion le dedicó un segundo libro titulado Noches azules.



"Durante ese periodo indeterminado que denominamos duelo -escribe Didion-, es como si estuviéramos en un submarino, en silencio sobre el lecho oceánico, sintiendo las cargas de profundidad, a veces cercanas y a veces lejanas, que nos azotan con recuerdos". Reconstruir y ordenar esos recuerdos es lo que hace la autora de Los que sueñan el sueño dorado en su libro. Y buscar alivio en el bálsamo que más a mano tiene, es decir, en la escritura. "Es un proceso natural para el escritor", dice a El Cultural Fernando Marías, que ha ganado el Premio Biblioteca Breve con La isla del padre (Seix Barral), una novela de no ficción que, pese a su origen (la muerte del padre), quiere ser también, y así lo explica su autor, una celebración de la vida.



Marías comenzó a pensar el libro cuando su padre enfermó, en 2009, aunque no se sentaría a escribirlo hasta cuatro años después. Un día, estando en el hospital, le habló y su padre no le contestó. No pudo. Entonces se fue a la casa familiar, preparó la mesa en donde solía estudiar de adolescente y comenzó a escribir. Cuenta que no se movió de Bilbao hasta terminarlo. "Con este libro me ocurrió algo mágico que yo no había vivido nunca".



"Lo urgente es también este libro. Con su escritura esquivo lo importante", escribió Del Molino

La lista es larga y podría no acabarse nunca. Francisco Umbral (Mortal y rosa), Sergio del Molino (La hora violeta), Richard Ford (Mi madre, in memoriam), Héctor Abad Faciolince (El olvido que seremos), Joyce Carol Oates (Memorias de una viuda), Marcos Giralt Torrente (Tiempo de vida), Paul Auster (La invención de la soledad), Francisco Goldman (Di su nombre), William Kotzwinkle (El nadador en el mar secreto), Piedad Bonnett (Lo que no tiene nombre), Julian Barnes (Niveles de vida)... o, más atrás, los ejemplos más canónicos de Simone de Beauvoir (La ceremonia del adiós), C. S Lewis (Una pena en observación) o W. H. Auden (Blues funerario). Hay casos de todas las generaciones. Clásicos y contemporáneos. Bernabé Sarabia daba en su crítica del libro de Didion un puñado de títulos teóricos insoslayables: Como morimos, de Sherwin B. Nulando. El hombre bajo la muerte e Historia de la muerte en Occidente de Philippe Ariès, o El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia de J. William Worden.



A esa categoría de libros que, sobre la muerte, celebran, sin embargo, la alegría de vivir pertenece La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero, quien siempre negó que se tratara de un libro sobre el duelo: "Para mí es un libro sobre la vida", declaró en una entrevista de 2013. "Tan solo que la muerte forma parte de ella". Sergio del Molino lo resumió tras la publicación de Lo que a nadie le importa, su última novela: "El dolor es la gran palanca de la literatura". Del Molino intentó aplacar, o apartar, siquiera momentáneamente, su dolor con la escritura: "Lo urgente es también este libro. Con su escritura esquivo lo importante. Encaro la pena con palabras, y mientras resuelvo problemas de estilo, depuro el lenguaje y estructuro sus páginas, evito ser tragado por lo importante", escribió en La hora violeta.



Otro libro se ha sumado últimamente a la tradición literaria del duelo: También esto pasará, de Milena Busquets, que ha obtenido un notable éxito de crítica y ventas. En el libro, la hija de Esther Tusquets, que antes había publicado Hoy he conocido a alguien, trata de recuperar la paz tras la pérdida de su madre, en una revisión biográfica y vital por la que pasan, además de los recuerdos familiares, sus relaciones sentimentales, el amor y el sexo, la infidelidad y la experiencia de ser madre. Juan Pastor, director de la adaptación teatral del ensayo de Didion, se ha referido "al consuelo" que ofrece la literatura, a la fuerza de la creación para superar la ausencia del ser querido. Pero Busquets no lo tiene tan claro: "Escribir esta novela no ha curado mis heridas. Sigo cabreada por la pérdida".