Samuel Johnson. Imagen: The Gallery Collection / Corbis

Al hablar de Samuel Johnson (1709-1784) es difícil no pensar en la biografía que le dedicó James Boswell; pero ¿puede sustituir ese libro a todas las obras que el Doctor firmó con su nombre? Gonzalo Torné, que acaba de editar, por primera vez en castellano, los Ensayos Literarios del gran crítico inglés, cree que no. La razón es que resulta imposible agotar a un autor que escribió biografías, trabajos lexicográficos, relatos de viajes, poesía y novelas cortas en un solo libro en el que, además, dice Torné, prevalece la pericia de una figura menor, James Boswell, "que al recoger y publicar su trabajo de amanuense consigue un relieve duradero para él mismo".



"Es un caso parecido a Goethe y las Conversaciones con Eckermann; es un libro estupendo, asoma mucho su protagonista, pero es un error pensar que uno está leyendo a Goethe. Goethe está en los dos Fausto, en Las Afinidades electivas, en Poesía y verdad; en los libros que escribió él y no en los que escribieron sobre él. Lo mismo vale para Johnson. La preeminencia del libro de Boswell es un azar editorial específico de España que no se da en el ámbito anglosajón. Nosotros sencillamente no disponíamos de una antología amplia de los ensayos literarios de Johnson: este es un libro que faltaba".



La antología reunida por el escritor y colaborador de El Cultural incluye, además del célebre "Prefacio a Shakespeare", que sentó las bases de su interpretación para las generaciones siguientes, las llamadas "Vidas de poetas ingleses", con nombres como Pope, Swift o Adison, y una selección de ensayos publicados en los periódicos. Torné propone en el prólogo una lectura actual de la obra crítica de Johnson, e invita al lector a que traslade las discusiones de entonces (novela pastoral, unidades de tiempo, metro, acentos) a discusiones más contemporáneas, como la novela de género, el registro del habla o el pacto de verosimilitud. Que sea posible hacer ese viaje puede que sea la primera señal de que estamos ante un verdadero clásico. "Es una buena definición de clásico: "un texto antiguo que nos sigue interpelando", reflexiona Torné. "Los clásicos también son algo así como los custodios de la complejidad (que no de la complicación) de la experiencia de estar vivo. Johnson da buena cuenta en estos ensayos de poetas, también clásicos, que se dejaron la piel para transmitir lo que la existencia puede dar de sí".



El también traductor (Torné se ha encargado de la parte dedicada a Shakespeare, Antonio J. Rodríguez de "Vidas de los poetas ingleses" y Ernesto Castro de "Ensayos en periódicos") aprovecha la introducción para enfrentar la crítica de entonces con la de hoy y abordar la relación entre los escritores de ficción y los críticos, tema que, reconoce, "daría para un par de libros el doble de extensos que esta antología". Y cree que el objetivo primero de Johnson fue ejercer la crítica como "la expresión pública de un juicio orientado hacia una función social". ¿Ya no tiene la crítica contemporánea ese propósito? "No sé si hay un objetivo crítico que predomine hoy", responde el autor de Divorcio en el aire. Y añade: "Igual encontramos mucha crítica taxonómica dedicada a agrupar escritores en amplias etiquetas (un ejercicio para el que no se necesita pensar), los estudios culturales también han dado mucha lata, hay mucha creación de calificativos tontísimos que no sirven para nada... Supongo que las dos primeras escuelas hubiesen puesto de los nervios al Doctor".



Lo que Torné denomina "crítica taxonómica" está ciertamente alejado de lo que Johnson hace, por ejemplo, en su introducción a las obras completas de Shakespeare, en donde la obra es enfrentada con la naturaleza del hombre, es decir, en palabras de Torné, "imbricada en la vida y sugiriendo la importancia de lo que está en juego". Así trasciende el tiempo en que fue escrita y llega hasta un presente en el que resulta de igual modo provechosa. "Johnson sobresale porque era extremadamente receptivo a la literatura original y compleja. Además, como sucede con frecuencia, no le quedó otro remedio que ser un gran prosista. No sé muy bien cuál es su legado, pero posiblemente estos sigan siendo los rasgos que distinguen a un crítico influyente".



El inglés no vivió apurado por la urgencia de la reseña ni hubo de transigir con la neutralidad del artículo académico. "La naturaleza de sus textos (prólogos, biografías) le permite a Johnson exponer todos los matices, dudas y reproches que le suscita su lectura", continúa el editor, que hace notar las "lúcidas brusquedades de Johnson", el desparpajo con que, en ocasiones, sorprende al lector, también -o sobre todo- al contemporáneo. Una faceta de Johnson que no aborda este libro es la de creador, vertiente que, aunque "ensombrecida por su desempeño crítico", es, opina Torné, igualmente admirable. "Para equipararse como "creador" a la altura de las "Vidas" hubiese tenido que ser un poeta del nivel del Milton o Pope, lo que es francamente difícil con independencia de la cantidad de erudición o rigor que uno aplique a la escritura". Aunque, concluye, "también fue un gran creador", como demuestra el hecho de que Rasselas, su novela más conocida, siga teniendo lectores unos cuantos siglos después de que la escribiese.