Jo Nesbo. Foto: Antonio Moreno
El rey del noir escandinavo, recupera su primer disparo, El murciélago, la historia que escribió con 37 años, cuando aún era músico y aún no tenía ni idea de que iba a convertirse en uno de los escritores de novela negra del momento
¿Y qué ocurrió? "Pues que me sorprendieron. Me sorprendieron muchísimo. Lo único que les pareció raro fue que hubiera tardado tanto en hacerlo. Al parecer, todos habían dado por hecho que yo sería escritor. Tarde o temprano", contesta. El padre del desdichado Harry Hole tenía 37 años cuando publicó El murciélago (Reservoir Books). Es la primera novela de la serie, aunque en España se publica justo después de la octava. Algo que ha hecho que sus lectores mitifiquen hasta lo indecible aquel primer y terrorífico caso de Hole. El caso al que, una y otra vez, se vuelve. Su primer enfrentamiento con un asesino en serie. Que, además, no tuvo lugar en su querida Oslo ("lo más parecido a Gotham City que puedas imaginarte", dice), sino en Sidney. ¿Por qué en Sidney? Nesbo, que apenas oculta sus ojos tras un par de gafas de cristales anaranjados, que pasó el día de ayer escalando, porque eso es lo que hace cuando no escribe, escala, y que frunce el ceño a menudo, contesta: "Todo empezó en Sidney".
Pregunta.- ¿Todo empezó en Sidney?
Respuesta.- Sí. Todo empezó con un viaje a Sidney. Hacía tiempo que una amiga me venía insistiendo en que escribiera algo. Una novela. Esa amiga trabajaba en una editorial. Y, de hecho, lo que quería era que escribiera algo sobre la banda. Yo le decía: 'Ni hablar, lo que pasa en la carretera, se queda en la carretera'. Pero entonces me fui a Sidney de vacaciones, y empecé a pensar en Harry Hole. Un viaje de 33 horas da para pensar mucho. Tanto que incluso me dio tiempo de crear un argumento. Cuando llegué a Sidney, me dirigí al hotel, que, por cierto, es el mismo hotel en el que se aloja Hole en El murciélago, y me puse a escribir. Eran las tantas de la noche y el jet lag era terrible, pero me puse a escribir y, cinco semanas después, tenía una novela.
P.- Una novela negra, ¿por qué una novela negra?
R.- Todos aquellos amigos que creían ser escritores jamás podían terminar sus novelas, y me dio miedo que a mí me ocurriera algo así. Entonces me dije que lo mejor para escribir una primera novela era escribir una novela de género, que tuviese una estructura marcada y me ayudase a continuar hasta el final. Nunca he sido un gran lector de novela negra, aunque siempre me ha gustado Jim Thompson.
P.- ¿Qué tipo de escritores le inspiran? ¿Cuáles diría que han sido sus maestros?
R.- Diría que entre mis novelas favoritas figuran, sin duda, Hambre, de Knut Hamsun, La senda del perdedor, de Charles Bukowski y Fiesta, de Ernest Hemingway. Luego también diría que Lolita, de Nabokov ha influido en mi manera de leer, no tanto en mi escritura.
P.- ¿Qué encontró en la novela negra que quizá no hubiera encontrado en otro género?
R.- La novela negra es especial porque en ella el escritor establece una conversación íntima con el lector, se supone que debe manipularle, engañarle, y el lector va a dejar que lo haga. Un escritor de novela negra es como un mago, como un ilusionista, que te muestra algo con la derecha mientras saca un conejo de la chistera con la izquierda.
P.- El lector español ha mitificado el primer caso de Harry Hole, del que se habla en el resto de entregas, ¿no tiene miedo a su reacción ahora, cuando por fin pueda leerlo?
R.- No, en absoluto. Mi serie es como Star Wars. Cada libro funciona por sí mismo, de forma independiente. Y, de hecho, está bien que se haya generado cierto mito entorno a su primer caso. En realidad, es como si acabara de publicar una precuela a todo lo que el lector español ha leído hasta ahora, ¿no?
P.- Exacto, una precuela en la que Harry se enfrenta a su primer asesino en serie, a su primer monstruo.
R.- Existen distintos tipos de monstruos. Los que me interesan son aquellos que dedican su tiempo, que centran toda su energía, en hacer daño a alguien. Esa es la clase de ballena blanca contra la que lucha Harry. Una ballena blanca que es también una metáfora que pone a prueba a los personajes. Porque el Mal, en la ficción, sirve para poner en evidencia los valores y los miedos del resto de personajes de la historia.
P.- ¿Y qué hay de Harry? ¿Qué les diría a los lectores que esperan encontrar una explicación a su alcoholismo en esta primera entrega?
R.- No hay una explicación. Digamos que Harry bebe porque tiene sed. ¿Y por qué tiene sed? Que sea el lector quien juzgue. Su madre murió siendo él muy pequeño. Y su primera novia se suicidó. En El murciélago ocurre algo que le deja muy claro que todo lo que toque va a romperse. Que todo aquello que ame, acabará destruido. Y eso le vuelve un poco menos sociable. Le va limitando. Pero todo eso se verá más adelante, como se ha visto, en otros libros. En este, acaba de empezar.
P.- Hablando de empezar, ¿recuerda cómo eran sus primeras historias? Porque si a sus amigos no les extrañó que se convirtiera en escritor es porque ya había escrito algunas...
R.- Oh, sí. Recuerdo que cuando tenía seis años me leí El señor de las moscas, de William Golding. No sé, no me pareció mala idea. Teníamos muchos libros en casa. Mi madre era bibliotecaria. Mi padre un día me preguntó qué libro quería que me leyera y yo vi la portada de El señor de las moscas y me pareció divertido. Salía un niño con una lanza. Él me miró un poco contrariado, preguntándose si aquello era para niños y yo le dije que debía ser para niños porque había un niño en la portada. Bueno, el caso es que lo leímos juntos. Y luego empecé a escribir cuentos en el colegio y un día mi profesora llamó a mis padres y les dijo que todo eso de los cuentos estaba muy bien pero que vigilasen porque en todos mis cuentos moría todo el mundo. Fue entonces cuando mi madre miró con desaprobación a mi padre y le soltó: 'Eso es cosa tuya'. Quién sabe, tal vez si no hubiera leído aquel libro entonces, hoy no estaría aquí.