José Luis Sampedro. Foto: Daniel Mordzinski

A partir de un título de Aldous Huxley (La filosofía perenne), Plaza & Janés publica, coincidiendo con el segundo aniversario de la muerte de José Luis Sampedro (1917-2013), La vida perenne, una colección de notas y citas extraídas de entre la gran cantidad de material (más de 50.000 anotaciones) que dejó el escritor y académico a su muerte. Los textos vienen acompañados de imágenes de Chema Madoz. "Es como si José Luis hubiera resucitado, como volver a escucharlo", ha dicho en la presentación Olga Lucas, la viuda del escritor.



El libro puede considerarse la trastienda de Octubre, octubre, obra a la que Sampedro dedicó diecinueve años de escritura. Contiene citas de algunos de sus autores de referencia, como San Juan de la Cruz, y de textos de sufíes, hinduistas y taoístas, todos ellos comentados por el propio Sampedro. "Es un libro lleno de diálogos", ha dicho David Trías, de Plaza & Janés, "de diálogos entre el texto y las imágenes y entre Sampedro y sus maestros".



Olga Lucas ha querido aclarar que, al contrario de lo que se dice en la contraportada, no es ésta una faceta inédita del escritor, "como podrá comprobar cualquiera que conozca su obra". "Es un libro difícil de explicar y de encuadrar en un género. Diría que es, sobre todo, un antídoto contra la prisa porque hay que leerlo despacio". El libro se ha presentado el mismo día en que se inaugura en el espacio Bertelsmann, en Madrid, una instalación también dedicada al autor de El amante lesbiano.



Ángel Lucas, editor y confidente de Sampedro, con quien compartía su interés por, entre otros asuntos, la filosofía oriental, se ha encargado de la selección de los subrayados -de las citas- mientras Olga Lucas se ha centrado en las anotaciones. Atraviesa el libro el sentir último de Sampedro (decir sentir no es gratuito: Sampedro, contó Trías, prefería darle una vuelta a la famosa cita de Descartes y decir: "Siento, luego existo") con respecto a la sociedad. Por eso, ha dicho la viuda, es este un libro necesario. "Yo ya he visto la función", decía Sampedro a los jóvenes, ya al final de su vida, cuando "estaba obsesionado con la crisis de valores de nuestro tiempo".



Los editores intentaron aligerar una primera versión, dotar al libro de fluidez y hacerlo más accesible a los lectores, para lo cual, además de dividirlo en catorce partes, decidieron poner los textos a dialogar con las fotografías de Madoz. Madoz ya había ilustrado las portadas de algunos de los últimos libros de Sampedro, y la relación entre ambos, si bien no se conocían, era, ha dicho Olga Lucas, "de mutua admiración". Fue casi un flechazo, ha recordado la también escritora: "Yo no quería que el libro estuviera ilustrado con las típicas fotos de amaneceres y puestas de sol, como si fuera un libro de autoayuda. En cuanto vimos las imágenes de Madoz no tuvimos ninguna duda".



Madoz ha manifestado su admiración por el autor de Sala de Espera. "Como escritor y como persona pública". "Escucharle era como una bocanada de aire fresco", ha dicho. Y sobre el libro: "Al asociar texto e imagen se abren varios caminos y ambos salen enriquecidos. La imagen, sin duda, se carga de contenido al estar asociada a un texto, y más si lo ha escrito José Luis Sampedro". Por último, el fotógrafo ha dicho que, para él, el escritor está emparentado con artistas como el cineasta Víctor Erice, para quien su obra era una obsesión que "no desaparecía hasta que cada cosa estuviera en su sitio".