Con un libro de cuentos en su haber, La merienda de las niñas (2008), y una novela, Los combatientes (2013), Cristina Morales (Granada, 1985) fue elegida en una selección consultada por El Cultural (17 de mayo de 2013) como uno de los “doce narradores españoles menores de cuarenta años [...] con mejores perspectivas de futuro”. En Malas palabras, su segunda novela, la escritora granadina celebra el quinto centenario del nacimiento de Teresa de Jesús (Ávila, 1515 - Alba de Tormes, 1582) para, contribuyendo a su conmemoración, adentrarse en el pensamiento y el modo de ser de Teresa de Cepeda y Ahumada en su triple condición de mujer, monja y escritora. Para ello se fija como presente narrativo el año de 1562, cuando Teresa de Ávila se halla en Toledo en el palacio de doña Luisa de la Cerda con el fin de ayudar a su anfitriona a superar la melancolía causada por la muerte de su esposo.
En tales circunstancias, desde la madurez de sus cuarenta y siete años, la monja carmelita escribe sobre su vida por encargo de su confesor para comprenderse ella misma y también para defenderse de los letrados de la Iglesia que no ven con buenos ojos su fama de santa reformadora y andariega.
Así escribió Teresa de Jesús el Libro de la vida, su primera obra literaria importante, con la cual contribuyó decisivamente al nacimiento del moderno género autobiográfico. Y Cristina Morales aprovecha esta encrucijada vital de Teresa para imaginar lo que la monja carmelita pudo pensar y se calló mientras escribía el Libro de la vida, vigilada por hombres que encarnaban la autoridad eclesiástica en aquella sociedad hecha a medida del varón. En semejante situación Teresa narradora expone a su confesor, como destinatario explícito de su relato, sus inquietudes presentes mientras vive con doña Luisa de la Cerda y, practicando sucesivas analepsis, se traslada a su infancia y juventud para recordar experiencias vividas con sus padres y hermanos en Ávila. Entre ellas destacan los juegos con sus hermanos y sus primos en los que asumían los papeles de romanos y de mártires o, en un plano distinto, los sufrimientos y humillaciones padecidos por su madre en numerosos embarazos, sobre todo en el último, en el que su marido la dejó preñada de muerte.
La narración autobiográfica de Teresa en primera persona, a veces también en segunda autorreflexiva, se desarrolla en veinte capítulos con intensidad creciente en la triple reivindicación de la narradora y protagonista como religiosa, mujer y escritora, dando salida a lo que ella hubiera podido escribir de haberse sentido enteramente libre. Y en su desarrollo se va imponiendo gradualmente la impostación de la voz narradora que lleva de Teresa (la religiosa) a Cristina (la autora), amparándose en el cambio de nombre pedido por aquella, que se apoya en la semejanza fonética entre “Cristina” y “cristiana”, con la función de recrear la inquietud y desasosiego de la mujer monja y escritora con un enfoque feminista moderno pero que mantienes las coordenadas históricas de la época. Antes hay un prefacio firmado por Teresa de Jesús en el que se adelanta la situación en la que escribe y se reflexiona sobre las razones de su escritura. Al final del libro se añade un “Posfacio” en donde la autora completa la información sobre la narradora y protagonista. Y con todo ello se compone una interesante novela sobre una de las personalidades más fascinantes de nuestra historia.