Image: ¿Por qué manda Occidente... por ahora?

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Letras

¿Por qué manda Occidente... por ahora?

Ian Morris

12 septiembre, 2014 02:00

Traducción de Joan Eloy Roca. Ático de los Libros, 2014. 144 páginas, 14,90 euros

Este es un "gran libro". Para lograr su ambicioso doble objetivo de entender el desarrollo pasado de la evolución de la humanidad y pronosticar el futuro de la actual carrera Oriente-Occidente, Ian Morris empieza hace más o menos 15.000 años. Eso es mucha historia.

Con tamaño proyecto, ¿Por qué manda Occidente ... por ahora? recuerda la ambición de los enciclopedistas de la China imperial que produjeron obras como la Colección completa de ilustraciones y escritos desde los orígenes hasta nuestros días de la dinastía Qing, que pretendía registrar "todo lo que existe bajo el cielo" en 800.000 páginas. No resulta sorprendente que China, que últimamente se ha abalanzado en pos del "mundo desarrollado" para amenazar su supremacía (y toda su sabiduría compartida acerca de los modelos de desarrollo), ocupe un lugar central en la obra de Morris.

El autor, arqueólogo, especialista en el mundo clásico e historiador de origen británico que actualmente trabaja en la Universidad de Stanford, es el equivalente entre los historiadores de esos físicos que buscan una todavía evasiva teoría de campos unificada. En su nuevo libro se propone descubrir patrones amplios, "la 'configuración' general de la historia", indagando concienzudamente los procesos de desarrollo a largo plazo del mundo. Siguiendo a las fuerzas oscilantes desde la prehistoria hasta el presente, muestra cómo tanto Oriente como Occidente, en diferentes momentos y de diferentes formas, han conseguido favorecer sus propios procesos de avance hacia cotas de desarrollo progresivamente nuevas. Pero su reto final es dar sentido a todos esos ciclos de auge y caída para evaluar mejor si alguna de las dos partes poseía alguna superioridad innata. Su respuesta a esa pregunta es un rotundo no. Oriente y Occidente, dice, son solo "etiquetas geográficas, no juicios de valor".

Si ni Oriente ni Occidente han dispuesto de ninguna ventaja innata para su desarrollo, ¿qué fue entonces lo que permitió a Occidente impulsarse a sí mismo con tanto éxito en el siglo XVIII (respuesta: el descubrimiento de los combustibles fósiles), y qué augura este predominio para el futuro? "Una de las causas por las que la gente se pregunta por qué manda Occidente", explica Morris, "es que quiere saber si seguirá siendo así, durante cuánto tiempo y de qué manera; es decir, qué va a pasar a continuación. ... Cuánto tiempo va a permanecer Occidente en la cima es una cuestión candente".

Pero antes de obtener la respuesta hay que estar bien preparado para enfrentarse a los primeros capítulos, que sin duda resultarán crípticos para los no especialistas. Sus exposiciones acerca del acervo génico común africano del hombre primitivo, de cómo se formaron las "laderas montañosas" de Oriente Próximo después de las glaciaciones, y de la antigua dinastía china Zhou pueden parecer terriblemente ajenas. Y cuando recorre lugares antiguos como Urartu, Erlitou, Tenochtitlán, Uluburun y Yue; nos presenta a personajes como Oseas, Tiglatpileser III, Cosroes II, Merneptah y Zhu Xi; o nos introduce entre los ahhiyawa, los xiongnu, los kizzuwadna, los hurritas y los yurchen, puede que la cabeza empiece a darnos vueltas.

No obstante, justo cuando uno empieza a tambalearse bajo la envergadura de tan imponente investigación, Morris retrocede y proporciona una breve aclaración conclusiva más sencilla, rescatando a aquellos lectores que deseen atravesar obstinadamente unos cuantos milenios más. O deja caer una bienvenida digresión irónica para incitar al lector a seguir el sendero de la historia. Al hablar de Zheng He, el explorador de la dinastía Ming, señala que "fue alistado al servicio del emperador y castrado", pero a pesar de ello, "parece que se lo tomó todo con filosofía". O, al referirse al descubrimiento de América, comenta que "Europa consiguió un continente nuevo, y los nativos americanos, la viruela".

Por fortuna, Morris es un pensador lúcido y un escritor refinado. Emplea un mínimo de jerga académica y posee un sentido del humor que es de agradecer y que le ayuda a guiarnos a través de este gran juego de la historia como si fuese un comentarista deportivo erudito. Nos enseña cómo diferentes imperios se beneficiaron de periodos de "pensamiento axial" para ascender por la escala del desarrollo, solo para desmoronarse después de colisionar contra un "techo infranqueable", generalmente impuesto por lo que él denomina los Cinco Jinetes del Apocalipsis: el cambio climático, las migraciones, el hambre, las epidemias y el fracaso del Estado.

Pero la caída de una civilización no ha hecho sino permitir el ascenso de otra en otro lugar. El Imperio romano, la dinastía Song en China, el Renacimiento europeo y la Gran Bretaña de la Revolución Industrial hicieron su aparición, levantaron el vuelo con la ayuda de la nueva tecnología, de la innovación social o de un principio organizador original e hicieron que todo el proceso de desarrollo diera un paso más.

Según la puntuación de Morris, desde que se inició ese proceso milenario, el índice de desarrollo humano mundial ha aumentado 900 puntos. Y su predicción es que en los próximos 100 años dicho índice aumentará otros 4.000 puntos. Califica este progreso de "impactante".

Pero con el actual declive del poder y la confianza de Occidente y el capitalismo autoritario de China abriéndose paso hacia una posición aún más preponderante en el mundo, hay que disculpar al lector si pierde un poco la paciencia. ¿Va o no a responder Morris a la "cuestión candente"? ¿Quién ganará la próxima fase de nuestra carrera de caballos Oriente-Occidente? ¿Estados Unidos o China?

Por fin, Morris nos sorprende. Reconoce como corresponde que "los patrones establecidos en el pasado hacen pensar que el traspaso de riqueza y poder de Occidente a Oriente es inevitable", y que incluso podemos estar pasando de un "Estados Unidos en quiebra a una China próspera". Pero resulta que lo que en realidad le preocupa no es si Occidente será superado por Oriente, sino si las prometeicas capacidades colectivas de la humanidad para el desarrollo acabarán por ser nuestra perdición común.

El autor advierte de que la competencia que Oriente y Occidente han mantenido durante tanto tiempo está a punto de ser rota por fuerzas poderosas. La proliferación nuclear, el aumento demográfico, las epidemias planetarias y el cambio climático van camino de alterar radicalmente los viejos patrones históricos. "Nos aproximamos a la mayor discontinuidad de la historia", afirma.

Con un tono repentinamente más propio de un predicador admonitorio que del amigable comentarista al que nos habíamos acostumbrado, Morris nos exhorta a concentrarnos no en la vieja competencia entre Oriente y Occidente, sino en una elección. Debemos decidir entre lo que el historiador, tomando prestado el término del escritor Ray Kurzweil, denomina "la Singularidad", la salvación mediante la expansión de nuestras aptitudes tecnológicas colectivas, y el "ocaso", un apocalipsis desencadenado por los viejos Cinco Jinetes con la ayuda de sus nuevos cómplices. Advierte de que en esta elección "no hay medalla de plata". Una alternativa "ganará y la otra perderá". Estamos, insiste, "acercándonos a un nuevo techo infranqueable" y enfrentándonos a una clase totalmente nueva de punto de inflexión histórico colectivo.

Para que triunfe la Singularidad, "todo tiene que salir bien", asegura Morris. "Para que triunfe el Ocaso, basta con que una cosa salga mal. Las probabilidades no son prometedoras".

Dado que las diferencias geográficas cada vez tienen menos importancia, el autor considera que el viejo dicho de que "Oriente es Oriente y Occidente es Occidente" es una forma desastrosa de contemplar nuestra situación actual. Nos guste o no, actualmente Oriente y Occidente se encuentran en la misma confusión, y "los próximos 40 años serán los más importantes de la historia".

Aunque lo dice implícitamente en todas partes, Morris no insta explícitamente a Estados Unidos y a China a encontrar nuevas vías de colaboración. Es posible que no exista otra solución. Pero, ¿serán capaces los líderes de estos dos países imprevisibles de estar a la altura del desafío sin precedentes al que se enfrentan? Ni siquiera las eruditas dotes investigadoras del autor y su innovadora capacidad analítica pueden ayudarnos a dar respuesta a esto... por ahora.