Así, Billie Holiday le confiesa, con su voz rota, que no se le ocurre cambiar de vida porque "lo que por las noches le pedía a Dios era cambiar de whisky" (p. 29); Hemingway añora la España de la guerra civil, "gente por cuyas venas corría en vena aquella sangre con piñones…" (p. 83) y Jesucristo, que si hoy se presentase en Marbella, "arrastrando mi cruz, algún niño me gritaría ¡‘Mira mamá un surfista con camisón'!"· (p. 134). Impagables también las charlas con Ché Guevara, Callas, Bukowski, Marilyn, Franco ("-¿Puedo tutearle/-Bueno… tutéame de usted" (p. 90), Stalin, Grace Kelly, Picasso. Y Churchill , Bogart, Wilde... Alvite confirma en cada entrada que es uno de los buenos de la tribu, de los que se la han jugado por cada escrito y viven y narran y crujen en cada desgarrada certeza. ¿De los buenos? De los grandes.
Charlas de nunca
José Luis Alvite
25 julio, 2014 02:00Así, Billie Holiday le confiesa, con su voz rota, que no se le ocurre cambiar de vida porque "lo que por las noches le pedía a Dios era cambiar de whisky" (p. 29); Hemingway añora la España de la guerra civil, "gente por cuyas venas corría en vena aquella sangre con piñones…" (p. 83) y Jesucristo, que si hoy se presentase en Marbella, "arrastrando mi cruz, algún niño me gritaría ¡‘Mira mamá un surfista con camisón'!"· (p. 134). Impagables también las charlas con Ché Guevara, Callas, Bukowski, Marilyn, Franco ("-¿Puedo tutearle/-Bueno… tutéame de usted" (p. 90), Stalin, Grace Kelly, Picasso. Y Churchill , Bogart, Wilde... Alvite confirma en cada entrada que es uno de los buenos de la tribu, de los que se la han jugado por cada escrito y viven y narran y crujen en cada desgarrada certeza. ¿De los buenos? De los grandes.