Image: Rosa Ribas: “El periodismo de sucesos ha sido sustituido por la prensa rosa, sangre por sexo”

Image: Rosa Ribas: “El periodismo de sucesos ha sido sustituido por la prensa rosa, sangre por sexo”

Letras

Rosa Ribas: “El periodismo de sucesos ha sido sustituido por la prensa rosa, sangre por sexo”

2 julio, 2014 02:00

Rosa Ribas (a la izquierda) en compañía de Sabine Hofmann, autoras de El gran frío.

La escritora presenta El gran frío (Siruela), novela de género negro escrita junto a Sabine Hofmann que retoma la historia de la periodista Ana Martí tras Don de Lenguas, finalista del Premio Hammet de la Semana Negra de Gijón.

Ana Martí es inteligente, curiosa por naturaleza e independiente. Realiza su trabajo de periodista con una gran profesionalidad y no teme involucrarse en tramas oscuras para desentrañar la verdad. Además no se amilana ante las presiones y menos ante el género masculino. En definitiva, una mujer normal. El problema de Ana es que, en vez de utilizar un iMac para redactar su reportajes, escribe en una Olivetti. Nos encontramos en 1953, los años duros del franquismo y para una mujer de familia de izquierdas que pretende ganarse la vida por su cuenta, para qué engañarnos, las cosas no son fáciles. Sin embargo, Ana, gracias a su contrastado trabajo, ha logrado ejercer en el semanario de sucesos El Caso. Su jefe, Enrique Rubio, le encarga que investigue el caso de una niña a la que le han brotado los estigmas de la Pasión en un pequeño pueblo del Maestrazgo aragonés. Allí llegará Martí en mitad del invierno más frío en décadas y no será tan bien recibida como ella esperaba. Este es el punto de partida de El gran frío (Siruela), novela escrita por Rosa Ribas (Prat de Llobregat, 1963) junto a Sabine Hofmann (Boschum, 1964) que continúa lo narrado en Don de Lenguas, novela publicada en 2013 galardonada con el premio Novelpop a la mejor novela publicada en 2013 y finalista del Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón 2014. Rosa Ribas atiende a El Cultural para hablar de novela negra, de censura, del papel de la mujer en el franquismo...

- Habéis tardado apenas un año en sacar la continuación de Don de Lenguas retomando a la periodista Ana Martí. Se ve que hay buena sintonía con Sabine Hofmann...
- Todo el trabajo que realizamos para construir el personaje de Ana Martí y la documentación que recogimos fue una buena renta para desarrollar El gran frío. En la primera novela invertimos mucho tiempo en ajustar la trama a la época de posguerra. Para esta teníamos mucha más experiencia.

- ¿Cómo es el proceso de escritura a cuatro manos?
- En la primera novela el proceso fue muy trabajoso. Ahora ha sido diferente, hemos buscado otra técnica. Antes nos enviábamos capítulos, nos traducíamos la una a la otra... Al final era todo muy lento. Para El gran frío planificamos todo entre las dos, la historia y los personajes nuevos. Después en la fase de escritura he llevado yo todo el peso. Ella ha escrito menos pero una vez que estaba terminado hemos realizado una labor de edición, de discusión, lo hemos vuelto a trabajar todo y hemos llegado a esta versión final.

- Martí pasa de La Vanguardia a El Caso, un periódico tremendamente popular durante la posguerra. Hoy sin embargo el periodismo de sucesos está en crisis. ¿Cuál cree que es el motivo?
- No sabría decirle. Dudo que vuelva a tener el peso de antaño. De hecho ya en aquella época había mucha gente a la que le daba vergüenza que la vieran comprando El Caso y lo hacían casi de estranjis. No obstante, la tendencia al morbo, la atracción por lo sangriento, sigue existiendo. Es algo muy característico no solo de nuestra cultura, yo diría que es muy humano. Hoy en día el periodismo de sucesos no tiene esa fuerza quizá por no tener un vehículo adecuado. El Caso no tenía ningún otro tipo de contenido. Hay intentos de recuperar el periodismo de sucesos como es el caso de la revista Fiat Lux pero menos ligada a la actualidad, con más reportajes y menos noticias. Puede ser que el espacio que ha dejado el periodismo de sucesos lo haya copado la prensa del corazón, con menos sangre pero más sexo.

- Situáis los acontecimientos en el invierno mas frío que se recuerda en aquella época y encima mandáis a Teruel a Martí. ¿Qué os permitía la introducción del frío inclemente en la novela?
- Nos permitía poner en una situación de aislamiento a la protagonista, sin posibilidad de escapatoria y cada vez mas amenazada en una población que la trata como una forastera y que no quiere que salgan ciertos temas a la luz. Es una manera de acentuar la claustrofobia. Aunque la España rural de los 50 ya es bastante claustrofóbica, tremendamente goyesca. También está el frío metafórico, social, relacionado con el silencio de la gente. Es parte de la atmósfera de los 50.

- La protagonista se ve obligada a viajar a un ambiente rural, una de las novedades de la novela con respecto a Don de Lenguas. ¿Qué buscabais con esta decisión?
- Un contraste. Don de lenguas era muy urbana. Mandar a Ana Martí a un ambiente rural nos permitía sacar al personaje de su entorno habitual y enfrentarla a una mentalidad anclada casi en la Edad Media. El miedo latente en la ciudad adquiere otra dimensión en el campo, más brutal y oscura. También podíamos tocar el tema del fanatismo o la superstición.

- Aquí vuelven a aparecer las dificultades que tiene Marti para ejercer el periodismo por el hecho de ser una mujer, incluso potenciadas por estar en una comunidad rural. Eran tiempos difíciles para las mujeres...
- No solo eran ciudadanas de segunda, estaban completamente anuladas laboral y socialmente. Que Ana Martí trate de salir adelante en una profesión mayoritariamente masculina, como era el periodismo en la época, y tan compleja por las condiciones políticas muestra la fortaleza del personaje. La situación era tremenda, las mujeres no podían firmar papeles o trabajar. Su única función era tener hijos y ocuparse de la casa y el marido.

- ¿No les preocupaba que el personaje de Ana Martí pudiera resultar anacrónico?
- Era una de nuestras mayores preocupaciones. En la época había pocas periodistas y lo pasaban mal, pero no era imposible. Nos fijamos en Margarita Landi, una periodista de El Caso que trabajaba en Madrid en la época en la que se ambienta la novela. Era un personaje espectacular: rubia, conducía un coche rojo, llevaba pantalones, fumaba en pipa... Hemos tomado algunas referencias de ella como el hecho de que ambas vengan de los ecos de sociedad. Sin embargo Margarita era muy de derechas y Ana Martí es más de izquierdas. La existencia real de un personaje como Margarita Landi nos ayudó mucho, confeccionamos un personaje con una manera similar de moverse. Leyendo sus libros conoces la picaresca a la que tenía que recurrir. Enrique Rubio también es un personaje real y para su introducción en la novela y su carácter veraz fue vital la información que nos proporcionó sobre él su sobrino.

- Martí se enfrenta a un tema delicado con la iglesia y la fe de por medio... Ella es escéptica pero tratar con temas de Iglesia en aquella época debía ser complicado.
- Durante el franquismo cualquier tema que involucraba a los que detentaban el poder era peligroso. Y la iglesia era muy poderosa. Además hay otros factores con los que hay que tener cuidado como son la fe y el fanatismo. Ella es escéptica y va con mucha precaución porque reconoce que está pisando un terreno delicado.

- ¿Por qué está la novela policíaca tan de moda en los últimos tiempos?
- La verdad es que le doy muchas vueltas. En parte debe ser por los tiempos que vivimos, estos tiempos de crisis. La novela policíaca no trata de explicar la realidad pero sí la muestra. Siempre ordena y así alcanzamos la sensación de que algo entendemos. Pero en cualquier caso nunca hay que olvidar el componente de entretenimiento. Cuenta con un carácter realista pero, a la vez, está el misterio que, al final, será resuelto. Los dos aspectos se conjuntan y parece que es lo que los lectores quieren en este momento.

- Otro de los temas que aborda la novela es la censura, en la época de Martí completamente explícita. ¿Seguimos siendo presos de la censura?
Me sorprende de manera negativa las similitudes entre los que escribimos de los años 50 y la situación actual de la prensa. Por ejemplo lo que pasó con El Jueves, que era solo una caricatura, demuestra hasta que punto se está atento a lo que ocurre en los medios. Después hay un consenso respecto a los temas, con como se tratan unos y otros. El periodista además lo tiene en la cabeza, prepara las cosas para que pasen los filtros.