Albert Camus a Jean Daniel [carta manuscrita]
Cabris, 26 de febrero de 1950
Querido Daniel:
Le agradezco que me enviara el número de Caliban [revista cultural fundada por Daniel] que incluye Los justos. La presentación material es
realmente buena. No puedo decir lo mismo de los textos de presentación. La verdad es que el conjunto me ha parecido bastante tendencioso. Se hace hincapié únicamente en el carácter negativo del problema. ¡Y después de haber leído sus textos, parece como si yo aconsejara a la gente permanecer en casa cruzada de brazos! No se trata de saber si hay que matar al guardián cuando haya niños y para evadirse uno mismo, sino de si hay que matar también a los hijos del guardián para liberar a todos los detenidos. El matiz es importante. Nuestra época no responde ni sí ni no. Yo no me lo he planteado. Pero he optado por revivir a personas que se lo planteaban, y las he utilizado ocultándome tras ellas. Es muy cierto, sin embargo, que su respuesta no es: hay que quedarse en casa. Es: 1) hay límites y los niños son un límite (hay otros) 2) se puede matar al guardián. 3) pero es necesario que muera uno mismo. La respuesta de nuestra época (implícita) es, al contrario: 1) no hay límite. Los niños, desde luego, pero en resumidas cuentas… 2) matemos a todo el mundo, si es necesario 3) reclamemos la Legión de honor.
Mi única intervención consiste en exponer el drama, mostrar cómo se desarrolla y decir: “Piensen en ello”. Estamos lejos del descorazonador problema del patrocinio que algunos han querido ver en Los justos y que usted parece evocar de nuevo. Naturalmente, no me habría tomado la molestia de responder, si no se tratara de Caliban. Pero sé que en su caso solo se puede tratar de un descuido y que, por lo tanto, lo más sencillo era hablarle sinceramente. Por lo demás, puedo equivocarme.
Dicho esto, el número me parece excelente. Tiene mucha razón en publicar Amo y criado [Tolstoi], que es una obra maestra. ¿Ha pensado en Adolphe [B. Constant], otra obra maestra?
Con amistad,
Camus
Guarde todo esto, naturalmente, y no haga ningún reproche, por leve que sea, a sus colaboradores.
Jean Daniel a Albert Camus [manuscrita]
1951
Querido Albert Camus
Tengo la suficiente sangre mediterránea para temer las costumbres de los literatos -esta moderna encarnación de la decadencia parisina- y no quería agradecerle el haberme enviado su libro antes de haberlo leído. Pero acabo de terminar El hombre rebelde y me gustaría que me permitiera, ante todo, expresarle mi admiración y mi caluroso aprecio. Lo había terminado antes de que aparecieran las críticas y aunque estaba convencido de la indiscutible importancia del libro, no estaba seguro del desarme de los jueces profesionales. Ahora bien, se hayan expresado con mediocridad o no, todos han saludado su obra como un acontecimiento. Yo he sentido una alegría tan intensa y profunda como si, en cierta medida, participara personalmente de su éxito. Y participo de él, pues le pido que crea en mi fiel y total amistad y, si me lo permite, fraterna.
Jean Daniel
Albert Camus a Jean Daniel [mecanografiada]
París, 18 de julio de 1952
Mi querido Daniel:
Dicto esta carta porque es urgente. No le he alcanzado por unas horas, cuando quería señalarle una situación que puede ser interesante.
Se trata de lo siguiente: Bloch-Michel [Jean Bloch-Michel, éscritor francés, amigo de Camus] ha mantenido una conversación con Bret, al que usted conoce, creo, y que dirige la Agencia de Prensa en la que trabaja Bloch-Michel. Bret le ha dicho que tiene intención de ampliar su negocio, que se había enterado de que usted estaba disponible, que sentía una gran simpatía por Caliban y que estaría encantado de acogerle en su equipo. B.M. me habló de ello la noche anterior a que usted se marchara. Le llamé a las doce y media de la noche y, como no respondía, pensé que realmente se había ido por la mañana, según me había dicho. André Bénichou [periodista francés] me ha sacado del error y me ha dado su dirección. Pero no hay nada perdido. Lo más sencillo sería que usted visitara sin tardanza a P.L. Bret, Société General de Presse, 13 av. de l'Opéra, le dijera que Bloch-Michel le había avisado de esta buena disposición y le preguntara qué puede hacer.
Tengo que decirle que deseo ardientemente que tenga éxito en este asunto y, por lo tanto, tenerle otra vez entre nosotros. Le estrecho la mano muy amistosamente.
Albert Camus
Jean Daniel a Albert Camus [manuscrita]
Querido Albert Camus:
Gracias por su carta: por lo que contiene, por las atenciones que usted demuestra hacia mí, por lo que simboliza aquí, en un ambiente en el que todo me resulta penoso, o casi. No me resigno a que las mismas cosas, las mismas, que fueron fuente de alegría se hayan convertido en fuente de angustia. El agua de mar puede cambiar su caricia; es terrible. Perdóneme si me dejo llevar, pero es culpa suya: todas sus acciones son las de un amigo.
Escribí enseguida a Bret, al que en efecto conozco (es de los pocos en la Unesco que me ha ayudado eficazmente y con discreción). Si vuelve a ver a Bloch-Michel, ¿querrá darle las gracias en mi nombre?
Antes de recibir su carta ya había decidido escribirle. Sobre esta crisis que usted atraviesa y que no me atrevería a analizar, quería intentar decirle que una sola cosa puede y debe sacarle de ella: lo mucho que yo le necesito, lo mucho que le necesitan los demás. Es quizá la única realidad a la que el Eclesiastés no ha opuesto la vanidad. No vea en estas palabras, quizá presuntuosas, más que mi aprecio por su persona y su obra.
Jean Daniel
Albert Camus a Jean Daniel [manuscrita]
25 de agosto de 1954
Querido Daniel:
Unas palabras a toda prisa para decirle al menos que lamento la presentación de mi prefacio. Con mi nombre en la portada y una nota ambigua al final del artículo, me parece como volver a L'Express. Pero no es el caso. No estoy completamente decidido (Poznan, y la actitud sobre Suez, esta semana, dando marcha atrás respecto a la semana pasada, etc.), y si me decidiera lo haría abiertamente. Y para colmo de desgracias, ¡una errata hace que salte la palabra libertad en la frase sobre Ortega y Gasset!
Mala suerte. Pero quería comunicarle mi reacción, lo que no quita nada al afecto que siento por usted.
Albert Camus
Jean Daniel a Albert Camus [manuscrita, sobre papel con membrete del Hôtel Saint-George en Argel] [¿1957?]
Querido Albert Camus:
No sé si esta carta le encontrará en París. Lo desearía, ya que debe saber que jamás he echado tanto de menos su amistad y que este triste año ha estado marcado para mí, entre otras cosas, por su alejamiento. Que yo sea responsable de ello, es posible. No por ello el resultado ha sido menos duro de aceptar...
También ha sido el año argelino. Y aquí veo, in situ, a pesar de todos los triunfos del cielo que usted conoce, sus espectáculos odiosos. Llevamos a Argelia como una herida. En Argel, donde nos gustaría alegrarnos del regreso de la calma, las detenciones y las torturas eliminan todas las reticencias que suscita el mundo árabe cuando tiene la arrogancia de la victoria. Es terrible, Albert Camus, lo que vive aquí nuestro país, terrible, insoportable. Esta vez tendrá que escucharme, y tendrá que escucharme con la confianza de que veo las cosas a través de su propia sensibilidad. Acabó de leer El húesped que es el Amo y criado de Argelia. Es del mejor Camus.
La dedicatoria me ha emocionado, así como a sus amigos íntimos.
Fielmente,
Jean Daniel
Jean Daniel a Albert Camus [carta dactilografiada sobre papel con membrete de L'Express]
París, 2 de diciembre de 1958
Querido Albert Camus:
Me aseguran que una intervención de su parte podría lograr, en este preciso momento, la liberación o el alivio de la situación de los reclusos cuya lista le adjunto. Solo quiero defender el interés de estos prisioneros, algunos de los cuales son mis amigos, y no tengo intención de dar publicidad alguna, bajo ninguna forma, a mis gestiones ante usted y sus posibles gestiones. Pero sé que el Sr. Patin, el Presidente de la Comisión de Salvaguardia de las Libertades y los Derechos Individuales se pronunciará sobre el caso de un cierto número de musulmanes detenidos y sé que no hará oídos sordos a una petición procedente de usted.
Se trata, en su mayor parte, de nacionalistas capaces de ejercer en su círculo una influencia moderadora y política.
Me alegro de que me haya telefoneado. Mi objetivo no era volver a verle sino 'reanudar'.
Jean Daniel
[Finalmente, tal y como da fe Camus en una carta posterior, sus gestiones lograrían liberar a dos de los prisioneros]