Ángeles González-Sinde: "Un director de cine manda más que un ministro"
La cineasta y ex ministra de Cultura explica su paso del guión a la novela, que le ha valido ser finalista del Premio Planeta 2013
16 octubre, 2013 02:00Ángeles González-Sinde, finalista del Premio Planeta 2013. Foto: Santi Cogolludo.
El ejercicio de la política es duro, sobre todo para quienes no pertenecen estrictamente al gremio. Tras un periodo de "enorme exposición" como ministra de Cultura en la última etapa del zapaterismo, Ángeles González-Sinde necesitaba urgentemente el recogimiento y la soledad de la escritura para "recomponerse". Sobre todo después del desgaste que le provocó su cruzada antipirata, que se materializó en una ley que, pese a todos sus esfuerzos, nació muerta.Con la perspectiva que otorga el paso del tiempo, González-Sinde ha confesado este miércoles lo que más le llamó la atención de su etapa política: "Comprobé que un director de cine manda mucho más en su equipo que un ministro". Intencionadamente o no, sus palabras parecen una respuesta a la polémica generada hace unos días por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cuando insinuó que el problema del cine español es su calidad y no la falta de subvenciones. Asegura también la ex ministra que en cine, la lealtad del equipo al proyecto común es total, mientras que en política no siempre es así.
Su vuelta a la vida privada fue "una travesía en el desierto" y en ella le acompañó Vicente, un personaje que ocupaba su mente desde hacía años, pero que no había cuajado en tentativas anteriores. En diciembre de 2011, Sinde dejó la política con el cambio de Gobierno y el mes siguiente se sentó a escribir. Fue entonces cuando Vicente cobró entidad suficiente para protagonizar El buen hijo, la primera novela de esta guionista y directora de cine, con la que ha quedado finalista del Premio Planeta 2013. El libro, que saldrá a la venta el próximo 5 de noviembre con una tirada de 90.000 ejemplares, cuenta la historia de un hombre de treinta y tantos años que vive con su madre viuda y regenta junto a ella el negocio familiar. "Es un buen hijo, un buen amigo, un buen ciudadano", pero acaba asfixiado por su buenismo y busca un cambio radical de vida.
Pregunta.- ¿Qué sensaciones le provoca ser finalista del Planeta?
Respuesta.- De pronto caes en la cuenta de que has entrado en un parámetro y que los lectores y libreros tienen una expectativa con respecto al contenido, las posibilidades de venta y de interés para los lectores. Todo este ritual supone que ofreces una contraprestación y espero que la novela cumpla con esa expectativa. A mí la novela me gusta mucho, estoy satisfecha de cómo ha quedado. En cine no me pasa.
P.- Cuando escribió esta novela, ¿pensó en empezar toda una etapa en su vida dedicada a la literatura?
R.- Sí.
P.- Supongo que este reconocimiento la empuja aún más a ello.
R.- Claro. Por eso era importante para mí presentarme al premio. La novela va mucho de eso, de tener coraje y de cómo se vencen los miedos. Aunque era un gran riesgo presentarme al premio, porque si no ganas luego se sabe que te has presentado, me parecía una buena manera de que el libro tuviera muchos lectores profesionales y pasara muchos filtros. De mi entorno, no la he dado a leer más que a tres personas y dos de ellos no se dedican a nada de esto. Soy muy sensible a las críticas.
P.- Habla de una libreta en la que tomaba notas para la novela. ¿Qué clase de apuntes hay en ella?
R.- Desde un verso de una canción de Bob Marley -este personaje ha llenado su vacío emocional oyendo mucha música- a un diálogo que escucho en el metro. Vivo en las afueras de Madrid y me encanta haber vuelto a ir en transporte público. Para Azcona era muy importante, y Cesare Zavattini decía que el cine italiano empezó a decaer cuando los directores dejaron de ir en autobús.
P.- ¿Alguna influencia clave en esta novela, ajena o propia?
R.- Este personaje intentó estar en el cine, tuvo un guión pero no cuajó, no era su medio. Aquella vez ubiqué la historia en los años 20. Luego, en un taller de actores, hice varias escenas que ahora aparecen en el libro. Fui probando y en la novela sí cuajó muy bien, era su destino.
P.- ¿Qué ha sido lo más difícil del paso del guión a la novela?
R.- Perseverar, no abandonar. Me iba poniendo metas: llegar a 20 páginas, a 60... Además estoy acostumbrada a escribir para proyectos que se van a plasmar en una determinada fecha, con lo cual escribir sin que nadie te lo pida, sin tener una fecha límite, me obligó a forzarme.
P.- Desde que dejó la política, ¿se ha avanzado algo en la lucha contra la piratería intelectual?
R.- Hemos ido hacia atrás. La ley ya salió mucho más endeble de lo que era originariamente el proyecto y tampoco se está aplicando, por falta de medios, por falta de voluntad política y porque sigue siendo un asunto que da miedo o que no se entiende bien. No digo que sea el sistema que tiene que ser, pero tiene que haber algún tipo de reglas del juego y seguimos sin ellas. Y esto tiene unos efectos secundarios enormes, porque hace que la cultura vaya dependiendo más de las ayudas públicas, cuando cada vez hay menos, hay menos preventas para televisión, se cobra menos por los derechos, baja la taquilla... El cine es un puzle muy complejo en cuanto a su financiación y van fallando todas las piezas. Y de la música ni hablemos, porque el efecto de la piratería es terrorífico, sobre todo para las músicas más minoritarias: el flamenco, el jazz, la música clásica, la música contemporánea... Pero confío en que habrá una solución porque esto es insostenible y no tiene ni pies ni cabeza.