Félix Grande dirige el curso de verano Memoria y celebración del Flamenco en la UIMP. Foto: Antonio M. Xoubanova
Félix Grande (Mérida, 1937) agradece la cobertura que la prensa está dando al curso de verano que imparte estos días en Santander para la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. "Antes no era así. Al flamenco se le ha llegado a culpar hasta del reblandecimiento del tuétano en España", comenta el poeta con sorna. Con varios miles de páginas dedicadas a este arte a su espalda, el extremeño representa una de las voces más autorizadas para desgranar el secreto que hay detrás del cante, el baile, la guitarra o la poesía del flamenco. Su discurso además cuenta con la sensibilidad y el encanto del poeta y pensador veterano, aderezado por la desazón de haber abandonado la guitarra flamenca en su juventud. Una aflicción a la que el Premio Nacional de Literatura ya ha rendido cuentas transmitiendo allí donde va su amor por el flamenco.Pregunta.- ¿De dónde surge del flamenco?
Respuesta.- El origen del flamenco es múltiple, es decir, es el resultado, si tenemos en cuenta un hecho absoluto, de un mestizaje cultural. Todas las culturas tenían un espacio en el sur andaluz, primero las de las rutas mediterráneas y después las procedentes de América. Así surgió una tribu cultural que acabó generando el flamenco a finales del siglo XVIII. Después se produjo el despliegue de sus estructuras durante el XIX pero es cierto que para ello fue necesario ese encuentro de culturas que tuvo lugar durante milenios.
P.- ¿Cómo definiría la literatura del flamenco?
R.- Al estudio de la literatura del flamenco se la ha denominado flamencología. Sin embargo es un término erróneo. Los flamencólogos son los creadores, los auténticos poseedores del logos. A nosotros habría que llamarnos flamencógrafos. La flamencografía es cada día más rica y empieza a haber aportaciones sociológicas, antropológicas, musicológicas... Ahora es más capaz de explicar las distintas causas que ha generado este arte que, vaya donde vaya, lo reciben de pie y lo despiden con lágrimas en los ojos.
P.- ¿Por qué cree que no se le dedica un mayor espacio al flamenco en la universidad?
R.- Es un enigma. Sin embargo, muchas universidades comienzan a abrir la puerta de su casa al flamenco. Siempre ha habido una especie de resistencia del poder cultural pero son murallas que desde hace unos años están cayendo y allí donde proponemos cursos nos abren la puerta con afecto y nos comprometemos para volver. A ello contribuye en gran medida las pruebas recitales, una experiencia muy grata para los alumnos con demostraciones de cante, baile, guitarra...
P.- ¿Cuál es el objetivo de este curso de Memoria y celebración del Flamenco?
R.- Lo que queremos es proporcionar a los alumnos en estos cinco días, que no dan para mucho más, un telegrama de la historia del flamenco que incluya al cante, la guitarra, el baile y la poesía de las coplas y ofrecerles una visión global de la situación actual. Por último, desplegar posibles hipótesis sobre la proyección de futuro y celebrar todo lo que representa el flamenco.
P.- ¿Cómo están respondiendo los alumnos?
R.- Con mucha atención y diversión. Hace años leí un libro que hablaba de enseñar deleitando y es lo que siempre buscamos en estos cursos. Tratamos que, a base de recuerdos y acontecimientos simpáticos, la erudición se disuelva en el diálogo para que el alumno acceda de una manera directa a eso que Federico García Lorca denominaba "el ángel".
P.- ¿Cómo valora el flamenco que se hace actualmente ahora que ya cuenta con prestigio tanto dentro como fuera de nuestras fronteras?
R.- Yo percibo que todavía hay ciertas reticencias dentro del flamenco hacia aquéllos que no obedecen a la ortodoxia más estricta. El flamenco, como todos, nació desnudo, ensangrentado y llorando pero empezó a enriquecerse a partir del siglo XIX. Los flamencos de ahora tienen el suficiente conocimiento y respeto de este arte como para aportar lo que su corazón les pide y exige. Por ejemplo, el bailaor Israel Galván es capaz de conmover a muchos e irritar a otros. Esto es una de las señas de identidad del flamenco, ha ocurrido siempre.
P.- ¿Cree que la crisis afecta al flamenco de alguna manera especial?
R.- No a la criatura artística ni al código expresivo que narra las angustia, los deseos, las penas..., pero a los artistas sí que les afecta. Hoy en día, viven en una situación cercana al desdén. Los artistas flamencos son algunas de las criaturas que, como la gente normal, ven como su situación empeora al mismo tiempo que se lucran Bárcenas y compañía.
P.- ¿Sirve el flamenco como herramienta de denuncia social?
R.- Lo que tiene de canción protesta, de resistencia civil, no se manifiesta de una manera concreta. Ha habido una etapa en la que algunos cantaores convertían el flamenco en un mitin y durante el franquismo era sin duda la canción protesta más dura. Es un arte que habla de las emociones radicales como el miedo y siempre es una respuesta a las situaciones injustas e innobles. Lo que tenga que decir de la actualidad lo veremos en poco tiempo.
P.- ¿Qué opina del mestizaje del flamenco actual: jazz, rock, folk...?
R.- El flamenco siempre fue mestizo. Surge del mestizaje entre distintas culturas. Cuando Paco de Lucía, a veces contra viento y marea, mete sonidos y armonías del jazz y la bossa nova engrandece el flamenco.