Image: Paulo Coelho: No creo en la felicidad

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Letras

Paulo Coelho: "No creo en la felicidad"

El escritor presenta en Madrid su nuevo libro, El manuscrito encontrado en Accra

21 noviembre, 2012 01:00

Paulo Coelho. Foto: Quique García.


Gurú. Impostor. Profeta. Cursi. Poeta. Paulo Coelho (Río de Janeiro, 1947) ha recibido todo tipo de elogios e insultos a lo largo de su carrera como escritor, una andadura que comenzó como una revelación que le surgió al terminar el Camino de Santiago. La llegada a la catedral, sin embargo, supuso el principio del camino, no el final, por paradójico que pueda parecer. Desde entonces, más de 140 millones de ejemplares vendidos y traducciones a 73 idiomas de sus libros le han convertido en un fenómeno de masas.

Coelho viene a España con motivo del foro Brasil en la senda del crecimiento, invitado por la presidenta Dilma Rousseff. De paso, aprovecha para presentar su nuevo libro, El manuscrito encontrado en Accra (Planeta). El autor comparece en rueda de prensa de muy buen humor, bromeando ("ahora viene el striptease", comenta ante la lluvia de flashazos) y dispuesto a que la "entrevista", como él la llama, sea un intercambio entre ambas partes, esperando que su fluido español no dificulte la comprensión. Pero lo primero es tuitear, una actividad que confiesa que le encanta y que le sirve para que sus lectores vean cómo es en su vida cotidiana. "Los tuiteros no son mis seguidores, son mis amigos", explica de las más de seis millones de personas que le siguen en la red social.

Las nuevas tecnologías han supuesto un descubrimiento para el autor brasileño. "El escritor tiene que descubrir nuevas plataformas donde ser leído, porque para eso escribe. Uno no planta un jardín para sí mismo, ni hace un vino para sí mismo. Lo hace para compartir". De hecho, El manuscrito encontrado en Accra se concibió casi como un blog, con capítulos muy breves que tardó apenas una semana en redactar. "Sé que soy un autor y que tengo que hablar del libro, pero también tengo que hablar de tecnología", se excusa después de hacer un repaso por la historia de la escritura, la invención de la imprenta y, cómo no, internet.

El problema que se planteaba Coelho a la hora de abordar su nueva obra eran los valores. Tenía que escribir algo que enseñara a la gente que la ética es la misma desde hace siglos, y que gracias a ella hemos llegado hasta hoy. "No doy respuestas, porque no las hay. Lo mágico de la vida son las preguntas. Tampoco me interesa la búsqueda de la felicidad, no creo en ella ni estuvo nunca entre mis prioridades. La felicidad es para el tiempo y el espacio, y es ahí cuando te cae el rayo". Verdades universales para unos, filosofía barata y autoayuda para otros, lo cierto es que sus libros se convierten en best-sellers automáticamente. Entre ellos, El alquimista, Veronika decide morir, El Zahir y A orillas del río Piedra me senté y lloré.

Lo místico, la relación con Dios, son temas siempre presentes en la literatura de Coelho. No se considera un gurú, advierte, sino un peregrino. Tampoco le preocupa la muerte: "para saber qué hay después, tendré que morirme antes", declara entre risas. De hecho, la Dama de la Guadaña estuvo muy cerca de llevárselo el año pasado, debido a un problema grave de salud que le obligó a pasar por el quirófano. "Si me muero, me moriré feliz", pensó entonces. Esa búsqueda espiritual que marca su trayectoria está también plasmada en El manuscrito encontrado en Accra, situado en la Jerusalén de vísperas de las cruzadas. La población, aterrada por lo que vendrá con la invasión, se dirige a la figura del Copto, que podría considerarse un alter ego del escritor, en busca de consuelo y consejo acerca del amor, la lealtad, el miedo y el destino, problemas atemporales a los que, según Coelho, nos seguimos enfrentando en la actualidad.