Durante más de veinte años (entre 1977 y 2002), Imre Kertész y la crítica y traductora de origen húngaro Eva Haldimann mantuvieron una extraordinaria correspondencia en la que comentaron el trabajo y las dificultades del escritor, su salida de la Asociación de Escritores y todas las vicisitudes que el autor tuvo que atravesar hasta conseguir el reconocimiento mundial con el Premio Nobel en el año 2002. Estas cartas que ahora publica Acantilado forman un valioso legado, a medio camino entre la autobiografía y el ensayo, que ayuda los lectores a entender la trayectoria vital e intelectual de uno de los autores más relevantes de la literatura europea contemporánea. A continuación reproducimos cuatro de las misivas incluidas en el volumen.
Budapest, 16 de febrero de 1990
Estimada Eva:
La he recibido, gracias por la carta. Me da la sensación de que tengo que contestarla, puesto que me afecta profundamente su pregunta: ¿Por qué le llegan exclusivamente voces quejumbrosas de los ámbitos literarios y qué inspira tanto pesimismo a las personas? Es realmente asombroso que aquí, no ya la libertad, sino la liberación se viva como derrumbamiento. Aunque yo no conozco la respuesta precisa, le recomiendo que no olvide que aquí no han frecuentado la escuela de la seriedad: la intelectualidad era mantenida en un estado de dependencia infantil del padre; en vano sabían los intelectuales que la vara de medir que les ponían delante no daba una medida real, pero vivían según ella, era su existencia. Ahora se ha adueñado de ellos el horror vacui, ésa es mi impresión. a regañadientes, echan un vistazo al precipicio, no el que tienen delante, sino el que está detrás; y ese abismo es su vida. Pues sí: aunque no haya que temer que los valores y la verdad recuperen su poder, lo cierto es que el sistema de vida falso y la mentira ya no funcionan, y eso resulta temible para muchos. No olvide usted la frase de Sándor Márai: "la mentira nunca ha sido una fuerza tan creadora de historia como en el siglo veinte". A mi juicio, ni siquiera la situación económica es tan catastrófica como la pintan; y con el antisemitismo, los manipuladores-más allá de la realidad- juegan un juego feo y peligroso con el propósito de conseguir el poder. Por eso mismo crean un ambiente de catástrofe sin perspectivas y, de forma deliberada o no, minan el espíritu constructivo que se ha conservado. El hecho es que los cuarenta años sumieron a este país en una espantosa situación moral, espiritual y material, pero considero un juego desalmado e irresponsable que ahora se despoje a la gente de la escasa autoconfianza que le queda; para colmo, no aparece por ninguna parte esa "personalidad carismática" que pueda ofrecer cierto apoyo anímico en medio del vaivén o, mejor dicho, del tambaleo generalizado. A lo lejos, las elecciones limpian el ambiente. a lo mejor, cuando venga a finales de verano, la recibe una atmósfera más animada.
Me temo que ya la aburro. Cuando se publique Cádiz (me lo han prometido para la semana del libro, esto es, principios de junio), yo mismo se lo enviaré a usted, no me dejaré sustraer esa alegría. Si me permite, le daré dos números de teléfono: 1 5 -64-190, el de mi piso en la Pasaréti Út. Y 1 1 -50-1 17, el de mi despacho en la Török Utca, donde trabajo entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde aproximadamente; este último número se encuentra también en la guía telefónica.
Le saluda con amistad y afecto,
Imre Kertész
Viena, 17 de marzo de 1992
Estimada Éva:
Me alegró mucho su carta y el hecho de que aceptara el consejo que ideamos entre varios. realmente no vale la pena ponerse a discutir con "ésos". la "situación", en efecto, ha empeorado; en este momento, la libertad de la vida "intelectual" húngara que se dispone a ingresar en Europa consiste en que se permite todo lo que en Europa no: se permite la fanfarronería irredentista, se permite a los señores ex combatientes justificar la participación de Hungría en la segunda Guerra mundial, se permite la demagogia, el populismo y sobre todo se permite despotricar contra los judíos como la expresión más sencilla y más clara de la amargura por las condiciones reales. En lo que a mí respecta, sólo una postura me parece posible: intentaré esperar en los dos años siguientes, esperar a las próximas elecciones (si se celebran); si también producen un giro a la "derecha", entonces, por desgracia, tendré que preguntarme con mi vieja cabeza adónde emigrar. Pero a lo mejor existe otra esperanza-suelo decir para mis adentros-, puesto que viven a mi alrededor muchas personas inteligentes y de buen corazón; su irradiación a lo mejor tiene algún efecto, como las vitaminas del sol. El "análisis de la situación" ha resultado un poco largo. Fue muy bonito en Berlín, muy bueno; por desgracia, la traducción de Kaddish... no pinta prometedora, lo cual resulta tanto más triste cuanto que hay aquí en Viena alguien que lo traduciría muy bien… Eso muestra al menos la prueba de traducción. He oído hablar de Pál Deréky, pero no lo conozco personalmente. Por desgracia, no tuve oportunidad de ir a ver a Mészöly en Budapest, lo cual me da mucha vergüenza: pero es que no he tenido ni un minuto, yo también hube de acudir una y otra vez al médico, tuve una
inflamación de la vesícula biliar que me ha importunado mucho. Me alegra que miklós se haya recuperado y levantado y confío en que así siga.
Tengo sendas "actuaciones" en viena los días 7 y 12 de mayo, o sea, que es seguro que estaré aquí y, además, tengo muchas ganas de asistir a la entrega del premio a nádas; si ustedes también vienen, podremos organizar una bonita celebración... En cuanto a Ginebra, como usted escribe, resulta muy tentador. Yo diría lo mismo: qui vivra, verra..., pero lo digo con tono alegre. la traducción avanza a ritmo firme; por determinadas circunstancias, que no son muy importantes (ya se las contaré quizá personalmente, pero vuelve a tratarse del caos húngaro, en este caso, en forma de los derechos de autor), he de acabar el libro a comienzos de abril, de manera que en vez de disfrutar vivo en la monotonía de la servidumbre, o sea, que de Viena apenas veo nada por el momento. Pero luego, ¡en primavera!...
La saludo muy cordialmente, estimada Éva, a usted y a Frédéric, y si de vez en cuando se acuerda de mí, siempre me alegraré de una carta suya,
Imre
Budapest, 3 de agosto de 1993
Querida Éva:
Según tengo entendido, las jornadas literarias de Rapperswil se celebran entre el 23 y el 26 de octubre (me viene al pelo que no tenga que estar aquí en las fiestas patrias, por lo bonitas que suelen ser últimamente). Yo también confío mucho en que reciba las pruebas de imprenta de la edición alemana de Diario de la galera. Y por supuesto tiene usted toda la razón en lo que respecta a "kühler Wind", uno no debería ser tan remilgado. además, la traducción es básicamente buena, confío en haber logrado corregir los numerosos errores, e Ingrid Krüger ha vuelto a estar a la altura de las circunstancias...
En cuanto a la candidatura para el Premio nobel, es directamente ridículo. El propio Premio nobel es ridículo (sólo el dinero es cosa seria), y el faroleo de la asociación de Escritores en el asunto es para morirse de risa. Lo mismo pasa con el de la llamada academia. Pienso que Mészöly es demasiado inteligente para tomar nota siquiera de esas candidaturas. En lo que respecta al comité del Premio Nobel, no va a preguntar a Tornai cuando por alguna razón (no literaria, desde luego) decida que un escritor húngaro ha de recibir el premio este año o en el plazo más o menos abarcable de una década. (mi propuesta, por cierto, es Nádas..., if any).
La depresión..., bueno, soy optimista, confío en que no sea mi edad sino el genius loci de aquí... ¿así que cree que esta vez podremos hacer realidad nuestro encuentro en Ginebra? Qué bonito sería... nos escribimos y nos hablamos al respecto, ¿vale?
Con mucho, mucho afecto los abrazo a los dos, con cordiales saludos también de Albina,
Imre
Ginebra, 26 de noviembre de 2002
Querido Imre:
Aún no le he dicho por escrito qué feliz me hizo su Premio Nobel, sólo a Magdi le dije por teléfono que lloré de alegría. Pero ahora, antes de que viajen ustedes a Estocolmo, tengo que escribirle que el comité del Premio Nobel nunca ha encontrado a nadie que lo merezca tanto. Yo ya se lo escribí hace unos años a los alemanes y, si mal no recuerdo, también a usted en 1997, cuando definí su obra, la del moralista y escritor más grande de nuestra época, la del autor contemporáneo más importante de Hungría, como la obra clave del pensamiento europeo y humano en general, como una catarsis. (¡Oh, mi alma profética!, que diría Hamlet). Pues ahora otros también se han dado cuenta por fin. Les deseo a ambos unos nervios fuertes y buena salud para el "follón", el 10 de diciembre estaremos ambos junto a ustedes en el pensamiento, felices y orgullosos.
Alaine Mészöly me pidió que le enviara las cartas de Miklós, conseguí encontrarlas y enviárselas para el archivo Mészöly, no me fue fácil desprenderme de ellas. Usted sabe que también tiene muchas cartas aquí, desde el comienzo de nuestra amistad (1977). En sus cartas se habla de muchas cosas importantes, sobre su trabajo, por supuesto, sobre su salida de la asociación de Escritores, sobre el ataque de Heti magyarország contra mí (entonces empecé a percatarme de lo que era la nueva Hungría, en 1992) y también el asunto de tutzing y muchas cosas más. Es un legajo considerable de cartas, que no debería caer en manos ajenas ahora que la luz del nobel se proyecta sobre ellas. Como no me vuelvo más joven, le formulo la pregunta: ¿adónde, a quién han de ir a parar en su momento estas cartas, muchas de ellas importantes? Bueno, por el momento sólo ha de saber que estas cartas existen.
Aunque no sé dónde se encuentran ustedes, envío la carta a Berlín... ¡Hace tan bien escuchar y experimentar que después de tanto tiempo de marginación ahora todo el mundo hable de imre Kertész!
Querido Imre, le felicito, le felicito, le felicitamos… y ya le deseamos todo lo mejor para navidad y año nuevo, acabe- si los reporteros se lo permiten-Liquidación, y que tengan buena salud. Los abrazamos a los dos,
Éva y Fréderic