Las cámaras asedian el facsímil del Códice robado
John Williams tiene nombre de compositor de bandas sonoras pero es en realidad la máxima autoridad mundial en códices medievales. Desde la Universidad de Pittsburg, en la que es catedrático emérito, contesta a vuelapluma algunas preguntas de Elcultural.es sobre el Códice Calixtino desparecido de la Catedral de Santiago de Compostela y al que él dedicó uno de sus libros. Obviamente, la pérdida sería enorme, pero de ahí a hablar del "robo del siglo" como se han adelantado a decir muchos medios, hay un trecho: "El siglo no ha hecho sino empezar", lamenta acostumbrado a pronunciarse ante este tipo de sucesos que, cada cierto tiempo, sacuden el mundo del arte.En cuanto al valor del códice, Williams sostiene que reside en el carácter único de su contenido. Además de sus preciadas ilustraciones, expone el catedrático, su valor está "vinculado a la catedral que lo alberga y a la importancia singular de un fenómeno del siglo XII, la pregrinación al santuario de Santiago. Porque, en cierto sentido, el edificio erigido por iniciativa del obispo Diego Gelmírez ha sido y es la obra maestra de la arquitectura románica".
El profesor norteamericano remarca, además, la importancia del Libro Quinto, comúnmente conocido como la Guía del peregrino, que "ofrece una panorámica, casi antropológica, del Camino hacia el norte y el sur de los Pirineos". Y añade: "No hay nada comparable en su época en cuanto a la atención que presta a la realidad cotidiana. Hasta la llegada a Santiago, cuando el lector asiste a una incomparable descripción de la gran iglesia con todo detalle". Por otra parte, continúa Williams, si el Códice está íntimamente ligado a la gran Catedral en la que se encuentra, es también valioso como una reliquia de la extraordinaria ambición y del genio creativo de Diego Gelmírez, empeñado en llevar a cabo la glorificación del culto católico en su Iglesia. "El libro proporciona una colección de textos que recopilan las celebraciones litúrgicas de Santiago, un recuento de sus pasos por España y de sus milagros y la extensión por el norte de los Pirineos de la importancia del lugar de reposo de los restos del Santo a través de una narración que involucra a Carlomagno como uno de los primeros peregrinos a la ciudad", prosigue.
De esta manera, Williams recuerda que la incorporación de Carlomagno, que en el siglo XII alcanzó el estatus de santo y el reconocimiento como uno de los fundadores de Europa, fue parte de la promoción de Gelmírez a Santiago como contrapartida en occidente a Pedro en Roma y a Juan, hermano de Santiago, en el este de Éfeso. La dimensión extra hispánica de todo el relato se aprecia ya en el prólogo, que comienza con una carta del Papa Calixtinus (1119-1124) que supuestamente lo acredita y patrocina, una inclusión que, explica el profesor, responde a la hábil estrategia de Gelmírez de disimular la naturaleza parroquial del libro y que no podría haber tenido más éxito: durante años se asumió como procedente de enclaves franceses tan importantes como el monasterio de Cluny en Borgoña o la iglesia de Saint-Denis a las afueras de París. "Incluso hoy día existe una corriente que rechaza que fuera una iniciativa de Gelmírez. El hecho de que las miniaturas y la escritura fueran trazadas por manos francesas hace más aceptable esta teoría, además todo el mundo reconoce que el arquitecto de la Catedral de Gelmírez fue francés, como lo fueron la mayoría de los escultores responsables de los capiteles y las fachadas. Pero, con todo, su elección fue el resultado no de una estrategia de engaño sino de su educación en la cultura francófila de la corte leonesa. En conclusión, no hay que restar mérito a esta inventiva sin precedentes recogida en el Códice Calixtino y en la propia fachada de la catedral".
Coincide Williams con algunos expertos españoles a la hora de comparar la importancia del Códice desaparecido con el Pórtico de la Gloria, ambos testimonios de ese genio creador de Gelmírez al que alude. "En ambos casos, son productos españoles incluso teniendo en cuenta que el contenido del libro y el diseño del Pórtico responden a extranjeros anónimos". El hecho de que la singularidad del Códice Calixtino esté en su texto significa que en esencia se ha conservado perfectamente en un facsímil. "No puede ser reemplazado de la misma manera que nuestras fotografías nunca podrían sustituir al Pórtico en caso de que desapareciera".
Para terminar, y como especialista en códices, Williams prefiere no pronunciarse en torno a las cuestiones sobre conservación o seguridad que desde ayer todo el mundo se plantea. ¿Tiene España peores medidas que otros países para conservar este tipo de obras? "No tengo ni idea", ataja, y da la misma respuesta cuando se le pregunta qué vendrá ahora, qué puede haber pasado con él o qué tipo de ladrón ha podido llevárselo. ¿Y el lugar? ¿Debería haber estado guardado en otro tipo de espacio? Respuesta poco concreta la que da el catedrático: "Ya había sido tratado en un archivo como un tesoro".