Sergio Rossi
Fascinado por el universo marino, este investigador y científico despierta conciencias al demostrarnos hasta dónde hemos llegado en nuestro maltrato a mares y océanos.
Ahora, recién llegado de una expedición por la Antártida en la que ha recorrido durante tres meses la misteriosa zona Larsen A, B y C, presenta este nuevo ensayo en el que alerta al gran público acerca de los problemas que amenazan nuestros mares y, por lo tanto, nuestra propia existencia, a la vez que propone medidas urgentes que nos permitan gestionar un entorno sostenible y recuperar el equilibrio perdido. Se siente investigador y científico antes que nada, pero lo suyo es la pasión por divulgar. De ahí también esos cuentos para niños que ahora publica en Ediciones B (El equipo Krakatek), con la intención de que los más pequeños tomen conciencia de la desastrosa situación del planeta.
El día a día de un investigador como él es complejo y variado. Durante las expediciones en barco las sesiones de trabajo son intensas y muy estimulantes. "En el Polar Star (nos cuenta) las condiciones son óptimas. Se trata del rompehielos más grande del mundo y aloja a científicos de todo el mundo en las tres expediciones que realiza anualmente, que duran unos tres meses. Es alemán y tiene todo tipo de comodidades de habitabilidad, y además está provisto de la aparatología más sofisticada para nuestras investigaciones. A bordo se trabaja durante las veinticuatro horas del día, por turnos. Se toman muestras marinas continuamente que luego se observan y analizan en los laboratorios de a bordo y se discuten en los comités científicos que tienen lugar en las salas de reuniones del barco".
Rossi practica también la expedición bajo el agua con escafandra autónoma, en la que ha visto de todo, "desde un carrito del supermercado anclado en el fondo del mar hasta una excavadora, también abandonada, que llega a convertirse con el tiempo en un arrecife artificial. El año pasado estuvimos haciendo unas filmaciones en el Cabo de Creus (Gerona) y nos encontrábamos, a cuatrocientos metros de profundidad, un objeto cada diez metros. Es una barbaridad". Pero también ha disfrutado de parajes marinos de una increíble belleza, como los fondos del Mar Rojo, poblados de especies tropicales de gran color y variedad, o las catedrales de California, en las que columnas de algas van desde los treinta metros de profundidad hasta la superficie, y a su alrededor nadan crustáceos, peces y esponjas. "El buceo te permite experimentar sensaciones maravillosas y llenas de magia. Bucear en noche de luna llena es una experiencia única, puedes apagar las linternas porque la luna alumbra hasta muchos metros de profundidad".
Sus tesis demuestran de qué manera el hombre ha transformado el mar según sus propias necesidades, desde el punto de vista pesquero, modificando sus costas y contaminando sus aguas. "Ahora (continúa Rossi) ha llegado el momento de preguntarnos si éste es el mar que queremos en el futuro, y en función de cómo esto evolucione viviremos más o menos a gusto". Y, con el fin de despertar conciencias, incide en la afirmación de que los ciudadanos podemos hacer mucho por tratar mejor el mar, pero los que de verdad pueden mejorar la situación son todos aquellos que tienen responsabilidades sobre las políticas de pesca, de agricultura, de tratamientos de contaminantes, de especies invasoras... "Todo esto (continúa) puede hacerse de forma mucho más adecuada y respetuosa, mejorando sensiblemente las condiciones actuales del mar y su futuro. Porque el mar no es infinito."