Image: Ana María Moix: “La estructura de los grandes grupos no permite aventuras editoras”

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Letras

Ana María Moix: “La estructura de los grandes grupos no permite aventuras editoras”

El Grupo Zeta despidió a la directora de Bruguera hace un mes, ahora anuncia el cese de publicaciones de un sello histórico

27 mayo, 2010 02:00

Los escritores Alfredo Conde, Juan Pascual, Marcos Ordoñez, Ana María Moix, y Adolfo García Ortega, durante la presentación de la reiniciación de la Editorial Bruguera en 2006. Foto: EFE

Marta Caballero
La aventura -nunca mejor dicho, no hay nada más aventurado que resucitar una editorial extinta- no ha terminado con malas formas, pero ha terminado. O se ha ido apagando hasta desaparecer. Un lustro después de su segundo nacimiento Zeta ha confirmado el cese de publicaciones del mítico sello Bruguera. Su ya ex directora y alma máter de la propuesta, Ana María Moix, que recibió la llamada con la que se le comunicaba su despido hace ya un mes, confirma que el sello mantendrá las publicaciones pactadas hasta 2011, "si no hay más desgracias en el sector", se guarda. Y no habla del tema con enfado, lo hace con una antigua resignación: "Hace ya 10 ó 15 años que el mundo de la edición se bajó los pantalones. Ante este panorama, una colección literaria que vaya contra los grandes grupos es algo muy frágil y casi imposible de mantener".

No obstante, la escritora protesta por el desinterés del grupo para con la propuesta de la que ha sido la nueva Bruguera: "Sin promoción y sin interés por buscar algún tipo de repercusión era improbable la continuidad". Moix deja tras de sí un nivel de 34 publicaciones por año dedicadas a la novela extranjera (con autores como Margaret Atwood o Tennessee Williams) y con mucho empeño en la nueva novela española. "Yo creía mucho en los autores, pero al parecer la apuesta no ha funcionado", se entristece la poeta. Para ella, el surgimiento de pequeños sellos en plena crisis no está reñido con el cierre de casas como Bruguera: "Una cosa es fundar una editorial minúscula, que hay muchas y lo hacen muy bien, y trabajar entre dos personas desde casa, y otra es asumir los gastos de una empresa grande como era ésta. Ojalá las pequeñas sigan adelante y puedan proteger las buenas colecciones, porque en los grandes grupos, auténticos monstruos que dan más importancia a los números que a la calidad, la exigencia es cada vez más baja. Y es algo que vengo notando desde hace 20 años, en la época en la que trabajaba en prensa".

De la corta experiencia en Bruguera se queda con el buen ambiente laboral y los estimulantes tres primeros años. "Es un sello mítico que, junto a las novelas de kiosco y los tebeos, tuvo una época de esplendor con grandes autores, de Onetti a Pavese pasando por Capote o Dinesen, por eso fue bonito recuperarlo", rememora. Y, con todo, besa el azote: "Es una tendencia general, está pasando también en el cine. El literario es un sector muy cascado como para iniciar nuevas aventuras, pero yo no sé hacer otra cosa que moverme entre libros y lecturas".