Mateo Díez: "No soy propietario de nada, sólo soy dueño de mi imaginación"
El escritor es protagonista de la primera jornada del ciclo Lecciones y maestros de la Menéndez Pelayo
22 junio, 2009 02:00El escritor Luis Mateo Díez, durante su intervención en la tercera edición del encuentro literario Lecciones y Maestros. Foto: EFE
EFELuis Mateo Díez considera que, como escritor, no es "propietario de nada" y sólo es dueño de su imaginación, "de una mirada especial para observar la vida", y por eso concibe la literatura como "una conquista de lo ajeno", frente a quienes se dedican a "mirarse el ombligo" en sus libros.
"Soy un escritor de ficciones que hace en lo ajeno, en lo extraño o extranjero, todas sus conquistas, todos sus descubrimientos", decía hoy Mateo Díez, protagonista absoluto de la primera jornada del ciclo Lecciones y maestros, que mañana se centrará en la obra de la escritora mexicana ángeles Mastretta y pasado, en la del español Antonio Muñoz Molina.
Organizadas por la Fundación Santillana y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), estas jornadas reúnen en Santillana del Mar a escritores, críticos literarios y académicos de varios países en un intento de profundizar en la obra de grandes autores para "valorar como es debido su contribución a la gran biblioteca universal del conocimiento del alma humana", decía este lunes en la presentación Ignacio Polanco, presidente de la Fundación.
Tras las lecciones magistrales que dieron Carlos Fuentes, Juan Goytisolo y José Saramago, en 2007, y las de Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte y Javier Marías, en 2008, hoy le tocaba el turno al novelista leonés Mateo Díez, "un maestro de la imaginación" y uno de los escritores españoles contemporáneos "más importantes", según subrayó el escritor José María Merino, encargado de presentar al protagonista del día.
A Mateo Díez (Villablino, León, 1942) no le gusta demasiado la llamada "metaliteratura" ni que el escritor se convierta en protagonista de sus propias novelas y, "ensimismado", construya su mundo personal desde sus referencias vitales. "En la invención de uno mismo, el orgullo se permite hasta la petulancia, a nadie debemos nada de la inmersión que podamos hacer, Lo propio permite un disfrute que nos emparenta, si nos descuidamos, con ese placer avaricioso de quien se mira el ombligo".
No es esa la concepción que el autor de El reino de Celama tiene de la literatura. Desde su primera novela tuvo la sensación de que lo escrito no le pertenecía y, con el paso del tiempo, se hizo fuerte en la idea de que la ficción es "la conquista de lo ajeno". Y "la imaginación es el camino".
Y es que Mateo Díez sabe que "la vida también se vive contándola, y que el patrimonio imaginario, el de las vidas y experiencias inventadas y contadas, es infinitamente más rico y apasionante" que el de su particular existencia. Mateo Díez cree que hoy día la ficción "está un poco desacreditada, porque hay en el mercado mucho producto precario y comercial" y, además, los escritores "han hecho dejación de la conquista de lo ajeno".
"Yo como escritor tengo muchas más deudas que posesiones, no soy propietario de nada, casi todo lo he recibido. Sólo soy dueño de mi imaginación y de una mirada especial para observar la vida", aseguraba este escritor que en septiembre publicará una nueva y "ambiciosa" novela: El animal piadoso. Ya habrá tiempo de hablar de ella.
Galardonado con el Premio Nacional de Narrativa y de la Crítica en dos ocasiones (por La fuente de la edad y por La ruina del cielo, Mateo Díez no dio nombres en su lección magistral, titulada Un callejón de gente desconocida, en referencia a Irene Nemirovski, para quien ese callejón es lo más parecido a una gran novela.
Pero estaba clara la disconformidad del autor de El diablo meridiano con la "metaliteratura" y con quienes conciben la ficción "como la figuración que uno hace de sí mismo".
"En el patrimonio de lo imaginario está la vida ficticia, una suerte de vida sin tiempo, palpitante, apremiante, luminosa, insondable, hermosa, terrible, secreta", afirmaba hacia el final de su intervención Mateo Díez, para quien "nada irremediable" sucedería si se "olvidara" a los autores, pero sería una "gran pérdida" si perdiéramos a los personajes que ellos crearon, o "si no existieran". Esa sería "la mayor quiebra de orfandad para el conocimiento de lo que somos", aseguró el escritor.