Image: Laura Freixas rastrea los textos capitales sobre maternidad en la historia de la literatura y los compila en el Libro de las madres

Image: Laura Freixas rastrea los textos capitales sobre maternidad en la historia de la literatura y los compila en el Libro de las madres

Letras

Laura Freixas rastrea los textos capitales sobre maternidad en la historia de la literatura y los compila en el Libro de las madres

Seleccionamos un fragmento de Memorias de ultratumba, del autor francés Chateaubriand, incluido en el volumen de la autora catalana

1 mayo, 2009 02:00

Detalle de Las tres edades de la mujer, de Gustav Klimt

Laura Freixas ha rastreado los textos literarios capitales sobre la maternidad. Desde Eurípides a Clarice Lispector, la autora catalana desgrana algunos pasajes en los que la figura de la madre cobra el protagonismo. Ella explica así la necesidad y pertinencia de esta compilación: "Cuando me quedé embarazada, esa impresión de destierro, de abandonar el terreno en el que había jugado hasta entonces, esa sensación que en el ámbito laboral me resultaba agridulce, también la tuve -y ahí de dulce no tuvo nada- en otro terreno: la lectura. Las emociones que en mi cuerpo y en mi alma despertó el primer beso venían precedidas de una larga elaboración literaria. Las suscitadas por el embarazo, el parto, el tener entre los brazos por primera vez a mi hija recién nacida…, de todo eso, la literatura no me había dicho nada… Y ese silencio me resultaba escandaloso. Desde entonces me he interesado por rastrear, en la literatura, la figura de la madre".

A continuación recogemos uno de los fragmentos seleccionados por Freixas en su Libro de las madres. Pertenece a las Memorias de ultratumba de François-René Chateaubriand.

YO VENGO AL MUNDO
Mi madre dio a luz en Saint-Malo a su primer hijo, que murió en la cuna y al que pusieron el nombre de Geoffrey, como a casi todos los primogénitos de mi familia. A ese hijo le siguieron otro niño y dos niñas que tan solo vivieron unos pocos meses. Los cuatro murieron de una congestión de sangre en el cerebro. Por fin, mi madre trajo al mundo a un tercer varón que llamó Jean-Baptiste, quien con el paso del tiempo se convertiría en yerno de Monsieur de Malesherbes. Después de Jean-Baptiste nacieron cuatro niñas -Marie-Anne, Bénigne, Julie y Lucile-, todas ellas de una rara belleza, de las cuales solo las dos mayores sobrevivieron a las tormentas de la Revolución. La belleza, seria frivolidad que permanece cuando todas las demás han pasado. Yo fui el último de esos diez hijos. Y es probable que mis cuatro hermanas deban su existencia al deseo de mi padre de asegurar la perduración de su apellido con la llegada de un segundo varón; pero yo me resistía, le tenía aversión a la vida. He aquí el acta de bautismo:

Acta de los registros de estado civil de la comuna de Saint- Malo durante el año 1768.

François-René de Chateaubriand, hijo de René de Chateaubriand y de Pauline-Jeanne Suzanne de Bedée, su espos, nacido el 4 de septiembre de 1768, bautizado al día siguiente por nos, Pierre-Henry Nouail, gran vicario del obispo de Saint-Malo. Ha sido padrino Jean-Baptiste de Chateaubriand, su hermano, y madrina Françoise-Gertrude de Contades, quienes firman junto al padre. Firman también en el registro: Contades de Plouër, Jean-Baptiste de Chateaubriand, Brignon de Chateaubriand, de Cateaubriand et Noauail, vicario general.


Como se ve, me he equivocado en mis escritos: me he hecho nacer el 4 de octubre y no el 4 de septiembre, y mi nombre es François-René, no François-Auguste*.

La casa que habitaban por entonces mis padres está situada en una estrecha y sombría calle de Saint-Malo, llamada de los judíos. Hoy la casa ha sido convertida en albergue. La habitación en la que mi madre parió domina una parte desierta de la muralla de la villa, y a través de las ventanas de la estancia se divisa un mar que se extiende, rompiendo contra los escollos, hasta donde alcanza la vista. Como se ve en el acta de bautismo, tuvo por padrino a mi hermano y por madrina a la condesa de Plouër, hija del mariscal de Contades. Yo estaba casi muerto cuando vi la luz, y el rugido de las olas, desatadas por una tormenta que anunciaba la llegada del equinoccio de otoño, impedía que se oyeran mis gritos. Me han contado con frecuencia ese detalle y su tristeza no se haborrado nunca de mi memoria. No hay día en el que, evocando lo que he sido, no vuelva mi pensamiento a ese roquedal sobre el que nací, a la habitación donde mi madre me infligió la vida, a la tormenta que acunó mi primer sueño, al infortunado hermano que me dio un nombre que casi siempre he arrastrado ente desdichas. Tal parece quel el Cielo hubiera reunido todas esas circunstancias para colgar sobre mi cuna la imagen de mi destino.



*El 15 de agosto de 1768, veinte días antes que yo, nacía en otra isla, al otro lado de Francia, el hombre que ha puesto fin a la antigua sociedad: Bonaparte. (Nota del autor)