Carlos Fuentes
"Pregúnteles a Hitler y Stalin si son peligrosos el lenguaje y la imaginación"
9 octubre, 2008 02:00Dibujo de Grau Santos.
Una cabeza flotando como un coco a orillas del Pacífico. La cabeza cortada número mil en lo que va del año en México. Ha sido a machetazos. Acaba de dejar de sangrar y el cerebro ya no controla los movimientos de un cuerpo al que ya no encuentra. Es la cabeza de Josué, cuya única preocupación ahora es no morderse la lengua, para poder hablar y contarnos su historia. Josué es el protagonista de 'La voluntad y la fortuna' (Alfaguara), la última novela del mexicano Carlos Fuentes, que hoy se pone a la venta. El escritor llega este fin de semana a España para recibir un homenaje, en vísperas de su 80 cumpleaños.
-Esa cabeza cortada flotando que narra la historia... es un comienzo impresionante...
-No, no espere que lo explique. Ahí está. No hay explicación previa. No voy a razonarlo porque se vendría abajo todo el edificio con un razonamiento, no lo haré.
-Cuéntenos entonces el proceso de escritura del libro, ¿por qué la voluntad y por qué la fortuna?
-Bueno, yo me baso en tres principios de El Príncipe de Maquiavelo, la voluntad, la fortuna y la necesidad. No podía poner "la necesidad" en el título porque quedaba muy feo, así que me quedé con la voluntad y la fortuna, que son dos de los pilares del pensamiento político de Maquiavelo. A partir de ahí, comencé la escritura, que me ha llevado tres años. Tengo muy clara la idea de que no hay realmente temas nuevos en literatura, la novedad es cómo los tratas, y yo he querido retomar aquí el mito de Caín y Abel, uno de los más viejos de la Biblia, pero desarrollándolo en el México actual. Le va bien el mito a México porque es un país enfrentado a sí mismo, muy dividido.
-¿Para escribir La voluntad y la fortuna ha sido necesario que escribiera antes La región más trasparente o La muerte de Artemio Cruz, por ejemplo?
-Por supuesto, por supuesto, todos mis libros descienden de libros previos para formar una familia. Yo creo que es una puesta al día, en cierto modo, de La región más trasparente, en el sentido de que es una novela política también, que trata de la vida de la ciudad, de la polis, y de la voluntad y de la fortuna de los personajes. Es la ciudad de México que retraté en 1958 y la ciudad de México de 2008, la ciudad tiene un rol protagónico en ambas novelas.
Narcoterrorismo y crimen
- Han pasado casi cincuenta años, y el paisaje que dibuja es aún más desolador, y la crítica más dura.-Mire, la del escritor es una pulsión crítica. La misión del escritor no es aplaudir, es oponer reservas, oponer críticas, trazar alternativas, esto es lo único que yo pretendo hacer, y si la situación del país es una situación mala porque nos inventamos la novedad del narcoterrorismo y del crimen organizado, tenemos que encontrar la manera de combatir estos dos azotes, teniendo en cuenta que en el narcoterrorismo hay una gran responsabilidad de parte de los Estados Unidos porque la droga que sale de México finalmente se consume en los Estados Unidos. Quiénes son los capos americanos nadie lo sabe, pero hay que llegar a un acuerdo con ellos para actuar conjuntamente contra este terrible azote y, de ser posible, despenalizar el uso de las drogas.
-Narcoterrorismo y crimen organizado. ¿Son éstos, a su juicio, los mayores problemas que tiene que resolver hoy México?
-Yo creo que, al menos, han tomado prioridad sobre muchos otros problemas que tenemos, hay una lista muy larga, pero estos han asumido un papel protagónico en la vida de México de hoy.
- Aunque La voluntad y la fortuna nos hable de emociones humanas, de pasiones, de personajes, al final lo que resulta es un retrato desolador de su país, un país armado de rencor, "que es una tradición constante mexicana", dice. ¿Está tan presente hoy el rencor en la vida cotidiana mexicana?
-Sí, es un rencor que se demuestra en la animosidad política, en el rencor del criminal, en el rencor de las bandas de narcos, que son movidas por un rencor social espantoso también, de manera que es una sociedad permeada de rencor, necesitada de estar contenta consigo misma. Que por lo menos sepa vivir consigo misma, tarea que tenemos por delante para poder celebrar estos centenarios y bicentenarios que nos vienen, y que son una oportunidad para revisar nuestra historia, quiénes somos y qué queremos ser.
-Sin embargo dice que no ha querido hacer una crítica de su país...
-No, no es lo que he buscado. Yo creo que la obligación es escribir buenos libros y dejar constancia del vigor del lenguaje y de la imaginación. Yo siempre digo, bueno, ¿la imaginación y el lenguaje no son importantes?, pregúntale a Hitler, pregúntale a Stalin, que lo primero que hicieron fue prohibir libros porque tienen una imaginación y un lenguaje que no son los del poder.
La memoria y la imaginación
-Tal vez por eso pone en boca de su personaje que " hubiera querido darle a la memoria el sobrenombre de la imaginación".-Sí, verá. Todos tenemos memoria, pero la memoria no es a veces la imaginación, es decir, la memoria la guardamos en el pasado como hechos pretéritos y no le dotamos de la imaginación que le damos al futuro. Estamos en función de la imaginación de lo que queremos ser mañana, pero no le damos la imaginación necesaria a lo que fuimos ayer, es lo que quiero decir.
-Son constantes en la novela las referencias a la religión y a la fe. A la trascendencia, más allá de la muerte, a ese "ser lo que somos porque somos lo que fuimos y lo que seremos"...
-Bueno, yo apelo a esa gran definición de la fe, creo que de Tertuliano, "es cierto porque es increíble". Eso es la fe. Éste es el secreto de la religión, que apela a ese sentimiento de misterio que todos tenemos y que todo lo sacraliza. El problema es que la religión está tomando hoy un protagonismo que no le corresponde. Es la causante y el refugio de muchos conflictos. ¿Por qué? Porque han fracasado las ideologías políticas y como la gente tiene que creer en algo, empieza a creer más en la religión que en la ideología, pero a mí ni la religión ni la ideología me parecen soluciones buenas.
-¿Dónde están las buenas?
-En el uso de la razón, en la politica, en la imaginación, en la cultura, todo lo que es propio de la creación humana, incluyendo, claro, la religión, pero no como protagónica, lo mismo que la ideología. Lo malo es cuando la ideología o la fe se vuelven protagonistas y desplazan a todo lo demás. Entonces se nos olvida que está la razón, la inteligencia, las pasiones, la imaginación y que hay la cultura.
-¿Qué pasa ahora en México en el terreno cultural? ¿ Existe relevo para usted mismo, para Octavio Paz...?
-Desde luego, hay una generación muy vibrante de nuevos escritores mexicanos, el llamado "Crack", con Cristina Rivera Garza, Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Xavier Velasco, hay escritores excelentes, y ya son escritores de entre treinta y cuarenta años, y vienen nuevos y excelentes escritores detrás de ellos.
-¿Quién le interesa especialmente?
-Todos, yo soy amigo de todos, los leo a todos. Admiro a todos.
El Atlántico es muy ancho
-¿Y sigue la literatura española actual?-Hasta cierto punto, porque el Atlántico es muy ancho, se ha vuelto muy ancho, ¿sabe? Pero lo sigo con mucho interés desde siempre porque considero que formamos parte de un solo universo literario, que es el de la lengua española
-¿Está al tanto de la política española actual, de las polémicas lingüísticas, por ejemplo?
-Sí, pero no la comento jamás en España.
-Vayamos a América, pues. Hábleme de ese populismo creciente en determinados países, que para unos es la gran amenaza de las democracias latinoamericanas, y para otros la gran esperanza
-No, cada país tiene su destino y hay realidades de poder. El país de verdadero peso en América del Sur es Brasil, su presidente es Lula y sabe cómo tratar a los demás países vecinos, es decir, a casi todos, salvo al Ecuador, de manera que hay que tener confianza en Lula respecto al trato con los vecinos, que van evolucionando cada uno de acuerdo con su política nacional.
-En la novela, uno de los protagonistas advierte que no hay que tenerle miedo a una revolución de las de antes: "Ténle miedo, dice, al tirano que llega al poder con el voto y se convierte en dictador electo". ¿En quién estaba pensando?
-Bueno, a mí me parece que hay que dejar muy claro que tenemos regímenes democráticos, democracias en los que hay valores innegables, porque hay elecciones libres, parlamentos, prensa independiente, organizaciones obreras, pero la gente dice, ¿y cuándo como? Y en esa mitad de la democracia, que es la democracia social, la democracia económica, la democracia del alimento y del trabajo, es donde estamos fallando, y eso da lugar a la aparición de regímenes populistas que dicen que van a resolver esos problemas. No los resuelven pero llegan al poder. Por eso es indispensable que los gobiernos democráticos atiendan el reclamo social de la mitad de la población de América Latina.
-Habla mucho en la novela de las emigrantes mexicanos en Estados Unidos, "que tiene que desafiar las balas de los guardias, las alambradas y los muros". A nuestro país llegan en pateras, quiero decir que el dolor del desterrado está en todo el mundo. ¿Ve alguna ventana clara, hay esperanza?
-Hay algunas ventanas muy claras. Por una parte, asegurar el desarrollo político, social y cultural de los países de emigración, que no tengan que irse de su país los trabajadores porque tienen trabajo, educación, cultura y bienestar en su propia patria. Ése es el más grande desafío que tiene este siglo. Luego van a seguir saliendo miles de expulsados por la pobreza, por la ignorancia, por la persecución, van a seguir saliendo muchas gentes de África a Europa, y de México y de América Latina al norte, de manera que ahí está un problema que tenemos que resolver nosotros, con la ayuda de la comunidad internacional.
-Con la de Estados Unidos, especialmente, tan recurrente en su obra.
-Estados Unidos va a tener que cambiar de régimen ya... porque es tan grande el fracaso de Bush y de sus políticas de Estado.... Es preciso un cambio a fondo de la política económica y de la política social de Estados Unidos, como pasó con Roosevelt tras el crack del 29.
-Confía en que gane Obama, está claro. ¿Cree que cambiarían sustancialmente las relaciones de Estados Unidos con México, tan importantes, si ganase las elecciones?
-No es que confíe, es que quisiera, porque creo que todos los ciudadanos del mundo deberíamos tener derecho de votar en las elecciones norteamericanas. En ese caso ganaría sin duda Obama. Y sí, creo que mejorarían las relaciones porque darían la oportunidad de que el presidente Calderón y el presidente Obama se sentaran a tratar los problemas bilaterales que nos aquejan, que no son problemas de México solamente, ni creados por México, sino que tienen una realidad bilateral méxico-norteamericana.
-Me gustaría que volviéramos a la novela, a los resortes que le han movido para escibirla, a sus anclajes tan profundos en la Biblia y a su largo aliento, tan alejado de la banalización rampante de tantos libros de hoy.
Gordimer, Goytisolo, Roth...
-Bueno, hay una constelación de novelistas en el mundo que se ocupan de asuntos muy importantes y lo hacen con la imaginación y el lenguaje propios de la gran novela, de la gran tradición novelística. Son gentes como Gordimer, como Goytisolo, como Günter Grass o Philip Roth, y esos son sólo algunos... Siempre se han escrito folletines, melodramas, pero pasaron sin pena ni gloria. Los que quedaron, y quedarán, son esos grandes escritores.-Por La voluntad y la fortuna pasean también Artemio Cruz, Barroso, Federico Robles, algunos personajes que han aparecido en otras novelas suyas.
-Sí, yo soy muy balzaciano en eso, y recuerdo constantemente el eterno retorno de los personajes de Balzac; también en las novelas de Faulkner. En todos los casos le da gran resonancia y espesura a las novelas que se relacionan entre sí, y evocan su propio pasado y la dinastía de los personajes que voy creando a lo largo del tiempo.
-Me parece que La voluntad y la fortuna es la novela de un hombre desencantado y escéptico, incluso cínico.
-Bueno, es una novela escrita por una cabeza cortada, qué te parece... Pero sí, soy un pesimista ilustrado, mejor dicho, un optimista ilustrado, lo cual me convierte en un pesimista.