Así llegó la agricultura al norte de África: el ADN revela una migración desde Iberia en el Neolítico
Un estudio genético de huesos y dientes de nueve individuos hallados en Marruecos muestra un escenario más complejo sobre la expansión de los primeros agricultores en la región hace 7.400 años.
7 junio, 2023 17:14La revolución neolítica llegó al noroeste de África hace unos 7.400 años, cuando los humanos modernos que vivían en la zona evolucionaron hacia un modo de vida basado en la agricultura, la ganadería y el sedentarismo. Sin embargo, el motor de ese proceso ha generado un intenso debate entre los investigadores debido a las evidencias contradictorias: ¿hubo una migración de agricultores desde la Europa mediterránea que reemplazaron a las poblaciones locales o adoptaron estas comunidades de cazadores-recolectores las innovaciones tecnológicas y el cultivo?
Ahora, un nuevo estudio de ADN antiguo cuyos resultados se han publicado este miércoles en Nature ha arrojado luz sobre el enigma evolutivo: los genomas de nueve individuos hallados en cuatro yacimientos de Marruecos y datados entre hace 7.600 y 5,700 años desvelan que la agricultura fue introducida en el norte de África por migrantes procedentes de la Península Ibérica a comienzos del Neolítico. Los nuevos métodos de cultivo, la domesticación de animales y las tradiciones cerámicas fueron luego rápidamente adoptadas por los grupos locales de la región del Magreb.
Hasta ahora, solo se había recuperado información genética en tres yacimientos prehistóricos marroquís. El sitio más antiguo, la cueva de Taforalt, data de finales del último periodo glacial, hace unos 14.500 años. Los análisis de los individuos ahí enterrados revelaron una ancestralidad relacionada con grupos subsaharianos y poblaciones de cazadores-recolectores del Levante mediterráneo. En Ifri n'Amr o'Moussa, al oeste del país, se recuperó ADN humano que demostraba una continuidad genética en la región de al menos 7.000 años. Sin embargo, una comunidad de agricultores de hace 5.700 años documentada en Kehf el Baroud, al norte, presentaba un perfil genético muy difrente, consistente con una migración.
Un equipo de investigadores de Suecia, España y Marruecos liderado por la bióloga evolutiva Luciana G. Simões, de la Universidad de Uppsala, ha logrado extraer información genética de los huesos y dientes de uno de los individuos de Ifri n'Amr o'Moussa y de otros ocho procedentes de tres yacimientos sin muestrear. El ADN obtenido en la cueva de Ifri Ouberrid, de hace unos 7.600 años, arrojó un perfil genético similar a los secuenciados en Taforalt e Ifri n'Amr o'Moussa, confirmado la continuidad poblacional y cultural de la región durante un largo periodo de tiempo.
En la cueva de Kaf Taht el-Ghar los arqueólogos habían documentado evidencias de cultivo de cereales, ganadería y cerámica cardial impresa, señas de identidad del periodo neolítico. Pero los análisis genéticos de cuatro individuos allí inhumados mostraron un resultado sorprendente: el 75% de la composición de su ADN derivaba de las poblaciones europeas neolíticas. Según los investigadores, esta es la prueba de una migración de agricultores europeos hacia Marruecos.
"Estos resultados sugieren un origen neolítico europeo de los agricultores de KTG, cuyos antepasados se dispersaron desde Anatolia a través de Europa, mezclándose con los cazadores-recolectores en su camino hacia el sur de Europa antes de cruzar el Mediterráneo hacia el norte de África", escriben los autores del artículo. "La presencia de ancestralidad de cazadores-recolectores europeos excluye la posibilidad de que los primeros migrantes neolíticos siguiesen exclusivamente la costa mediterránea del norte de África desde Anatolia o el Levante". Y la Península Ibérica, sentencian, es la fuente que mejor encaja para explicar la ancestralidad europea.
Migrantes del Levante
Simões y su equipo también analizaron los restos de tres individuos hallados en Skhirat Rouazi, al oeste de Marruecos, con una antigüedad de unos 6.400 años, y descubrieron que otra ancestralidad diferente se introdujo en el noroeste de África a mediados del Neolítico: de grupos procedentes del Levante y probablemente asociados con la llegada de pastores de ganado desde el Sáhara. Este linaje siguió presente hasta finales de la época neolítica, tal y como ha confirmado el estudio de otros huesos humanos del yacimiento de Kehf el Baroud: tenían ADN de las dos poblaciones preneolíticas de la región y de los grupos que llegaron desde Europa y el Levante. Es decir, un mestizaje completo.
"Nuestra investigación muestra que el proceso de neolitización del noroeste de África fue desencadenado por migrantes europeos neolíticos, pero que los grupos locales adoptaron algunas de esas prácticas [agricultura, domesticación de animales y tradiciones cerámicas] sin mezclarse con los recién llegados", escriben los científicos en las conclusiones. "Dos grupos genéticamente distintos coexistieron en estrecha proximidad en la región. Curiosamente, el conocimiento cultural y tecnológico parece que se transfirió principalmente de los agricultores europeos a los grupos locales mientras que la ancestralidad genética fluyó solo de las poblaciones locales a los cultivadores recién llegados".
Esta mezcla de dos culturas distintas (agricultores y cazadores recolectores) y de dos poblaciones distintas (Oriente Medio y Europa) es la que atraviesa el estrecho de Gibraltar —probablemente en barcas de madera, aunque no se conservan vestigios—, desencadenando con su llegada un nuevo estilo de vida. "En unos pocos cientos de años e inspirados por sus nuevos vecinos, los recolectores locales empezaron a cambiar su modo de vida por la agricultura y los dos grupos convivieron durante al menos otro siglo", explica Cristina Valdiosera, bióloga de la Universidad de Burgos y codirectora de estos trabajos. En otras palabras, se registró un proceso de aculturación.
Curiosamente y según los resultados de este estudio, en los individuos de la cueva Kaf Taht el-Ghar se ha detectado, además de la mezcla genética mencionada anteriormente, una proporción importante del componente genético cazador-recolector local, el Maghrebi. Sin embargo, en la población de Ifri n'Amr Ou Moussa, otro yacimiento Neolítico posterior, no se percibe una composición genética de las poblaciones migrantes, lo que coincide con la dinámica de interacción que ocurrió con sus homólogos europeos: son las poblaciones de agricultores las que asimilan a las poblaciones locales, es decir, dándose por ello un intercambio de genes unidireccional.
Un proceso de transferencia cultural que resulta extraordinariamente novedoso y atípico para los investigadores, hasta el punto que el genetista de poblaciones de la Universidad de Uppsala Torsten Günther afirma que "este fenómeno no se ha observado en ninguna otra parte del mundo".
"Esta investigación apunta hacia un patrón más complejo y dinámico de migración humana y cruzamiento genético de lo que se había reconocido con anterioridad en Marruecos", señalan Louis Humphrey, bioarqueóloga del Museo de Historia Natural de Londres, y Abdeljalil Bouzouggar, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Arqueológicas de Rabat. "Tras un prolongado periodo de continuidad y aislamiento de al menos 7.000 años, el paisaje genético y cultural de Marruecos cambió drásticamente entre hace 7.500 y 5.700 años, con la llegada de grupos neolíticos y estilos de vida de Europa y el Levante".