La búsqueda de la fachada principal del edificio monumental del yacimiento de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz) está siendo un quebradero de cabeza para los arqueólogos que investigan el palacio/santuario (todavía no lo tienen muy claro) tartésico. Pero por el camino se han topado con un hallazgo totalmente inesperado y excepcional: los primeros rostros de Tarteso, las primeras figuras humanas idealizadas y hechas en piedra de esta cultura que se desarrolló durante unos 400 años (siglos VIII-V a.C.) en el suroeste de la Península Ibérica, y que fue una fusión del mundo indígena del Bronce Tardío Atlántico con el de los colonos fenicios procedentes del Mediterráneo.
El conjunto de cinco cabezas, datadas en el siglo V a.C., se ha descubierto en el sector este durante la última campaña de excavaciones, la quinta, que los investigadores del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM-CSIC), dirigidos por Esther Rodríguez González y Sebastián Celestino Pérez, vienen realizando desde 2015 en el impresionante yacimiento, donde se han descubierto los restos intactos de una hecatombe animal, sobre todo de caballos, con la que se amortizó el sitio y el edificio mejor conservado de la arqueología protohistórica del Mediterráneo occidental.
Los arqueólogos han confirmado este martes en una rueda de prensa que, del conjunto recuperado hasta la fecha, dos de los relieves figurados se encuentran casi completos y corresponden a sendas figuras femeninas adornadas con destacados pendientes o arracadas que representan piezas típicas de la orfebrería tartésica. "Por primera vez vemos cómo llevaban sus joyas, y eso nos permite interpretar qué personajes portaban este tipo de objetos", explica Esther Rodríguez, codirectora de los trabajos arqueológicos.
Hasta el momento, estas piezas de oro solo se conocían a través de los hallazgos realizados en enclaves como el yacimiento de Cancho Roano o dentro del conjunto que conforma el tesoro de Aliseda, un ajuar funerario tartésico descubierto en Cáceres. Dada la calidad técnica y el detalle artístico con el que fueron elaboradas, podría tratarse de dos divinidades femeninas del panteón tartésico. Sin embargo, los investigadores no descartan que se trate de personajes destacados de la sociedad.
Junto a las dos figuras femeninas, se han recuperado otros fragmentos de relieves. Estos pertenecen, al menos, a otros tres individuos, uno de ellos identificado como un guerrero al conservarse parte del casco. Fueron talladas con piedra blanda, seguramente algún tipo de calcerenita, y recubiertas con un pequeño estucado para afinar rasgos físicos. "Seguramente estas imágenes cuentan una historia como se hacía en los mundos griego y etrusco, pero todavía no la podemos reconstruir", comenta Sebastián Celestino. Quizá el joven guerrero era el protagonista y las diosas sus protectoras...
Este extraordinario hallazgo supone un profundo cambio de paradigma en la interpretación de Tarteso, considerado tradicionalmente como una cultura anicónica por representar la divinidad a través de motivos animales o vegetales, o a través de betilos (piedras sagradas). "Un poco antes de la Dama de Elche ya se hacían este tipo de esculturas de gran belleza y de rostros idealizados", destaca el arqueólogo. "Estas esculturas cambian la lectura que desde la historia del arte se había realizado de Tarteso: teníamos representaciones figuradas, pero ahora por primera vez les podemos poner rostro idealizado", añade Rodríguez.
En algunos de los relieves antropomorfos se han identificado restos de color rojo. Los análisis en el laboratorio desvelarán más información sobre los materiales con los que fueron realizadas. Las piezas se hallaron desperdigadas en las últimas excavaciones en una estancia dcoumentada en el área por la que se accede al patio del edificio donde se celebró un masivo sacrificio de más de medio centenar animales -caballos, vacas, perros y cerdos-, una ceremonia que también incluyó un banquete y tras la cual el complejo fue quemado, sepultado y abandonado de forma intencionada por algún motivo todavía no resuelto.
Estos descubrimientos inciden aún más en la importancia del yacimiento de Casas del Turuñuelo —esconde el edificio de dos plantas construido en tierra mejor conservado del Mediterráneo occidental, con técnicas arquitectónicas inéditas— y en la transcendencia de la cultura tartésica en el valle del Guadiana durante sus últimos momentos. Los investigadores no descartan encontrar en las próximas excavaciones —el proyecto forma parte del Plan Nacional I+D+i del Ministerio de Ciencia e Innovación y cuenta con la financiación de la Junta de Extremadura, la Diputación de Badajoz y la Fundación Palarq— más fragmentos o más esculturas humanas. A la misteriosa civilización de Tarteso le quedan todavía muchos interrogantes que resolver.