La gran colección de piezas bélicas que desvela el brutal asedio romano al castro cántabro de La Loma
Un libro recoge la investigación y los hallazgos de las campañas de excavación del yacimiento palentino destruido durante las guerras cántabras.
8 mayo, 2022 03:08Noticias relacionadas
No hay ninguna fuente antigua que narre el asedio del Ejército romano al castro cántabro de La Loma, en el actual municipio palentino de Santibáñez de la Peña. O al menos no existe ninguna referencia en los textos de Dion Casio, Lucio Anneo Floro y Paulo Orosio, que a su vez son resúmenes de los libros perdidos de Tito Livio, el gran historiador de las guerras cántabras (29-16 a.C.). Solo gracias a las investigaciones arqueológicas se sabe ahora que el oppidum fue destruido de forma brutal por las legiones del princeps Augusto, que llegó a involucrarse personalmente en el conflicto.
El ataque ocurrió en la primera campaña de la contienda, cuando Roma sometió las grandes ciudades fortificadas del sur de la cordillera cantábrica, probablemente en el año 25 o 24 a.C. Los legionarios construyeron al noreste del castro un campamento principal —defendido por una plataforma artificial de tierra y piedras y no por el foso reglamentario debido a la geología del terreno—, desde donde dirigieron el grueso de las hostilidades, y otras dos fortificaciones menores unidas por una circunvalación. Tras la lluvia de flechas y proyectiles, el asalto general de la infantería romana se saldó con la destrucción e incendio del asentamiento de los cántabros camáricos, reconvertido entonces en un castellum o fuerte para una guarnición temporal.
La intensidad de la batalla la confirman los hallazgos realizados por los arqueólogos Eduardo Peralta Labrador, Jesús F. Torres Martínez, Santiago David Domínguez-Solera y su equipo a lo largo de dos fases de excavación (2003-2007 y 2017-presente). Unos trabajos cuyos resultados hasta 2018 se sintetizan en el libro Asedio de La Loma (Clan Editorial). La obra de divulgación, además, explica las causas y el desarrollo de las distintas campañas de las guerras cántabras, cómo era la vida de los pobladores de la montaña palentina en la II Edad del Hierro (siglos V-I a.C.) —los cántabros eran una de las etnias que formaban parte del ámbito cultural celta— y el funcionamiento de las legiones romanas.
La Loma, "uno de los enclaves arqueológicos más importantes de nuestro país y del occidente de Europa" según los investigadores, ha generado una colección de piezas bélicas de las más importantes de Europa de este momento histórico: fragmentos de escudos, dagas, venablos, herraduras que confirman la presencia de tropas auxiliares romanas de caballería, proyectiles arrojados por los distintos tipos de catapultas o, sobre todo, una ingente cantidad de puntas de flecha de hierro de diversas tipologías. De hecho, es el yacimiento con mayor variedad de modelos de este arma de todo el Imperio.
En los sondeos que detalla el libro, enmarcado en un proyecto de puesta en valor y musealización de los yacimientos de la zona, se han recuperado alrededor de 2.000 flechas tanto en los sectores atacados del oppidum como en el dispositivo campamental del asedio. En la campaña del pasado verano se documentó medio centenar más, además de una calzada prerromana en muy buen estado de conservación bajo el derrumbe de la muralla. Otro descubrimiento singular cuya limpieza y sondeo han evidenciado el desgaste del firme y reparaciones que indican un uso prolongado en el tiempo.
La batalla, en objetos
La colección de metalistería militar romana del yacimiento es excepcional y ha aportado información precisa sobre las zonas de acampada, los diferentes tipos de tropa que participaron en la lucha y el lugar de asalto a las murallas. En el campamento principal se han hallado fragmentos de cerámica común, trozos de molino, cientos de flechas, tachuelas de caliga, fragmentos de armas de infantería, numerosas clavijas de las tiendas de campaña, insignias, elementos decorativos —fíbulas, placas de cinturones, anillos, etcétera— y otros elementos relacionables con la vida cotidiana de los soldados, como unas pinzas de cobre para uso quirúrgico.
En el castellum A, donde se asentó una unidad de arqueros (sagittarii) y de máquinas de asedio, se han encontrado una punta del pilum de los legionarios, una colección de proyectiles incendiarios y otro de catapulta de grandes dimensiones y con tres abrazaderas para sujetar el objeto en llamas. En la otra fortificación menor se ha recuperado una punta triangular de espada legionaria (gladius hispaniensis). Es el único ejemplar de arma de este tipo de cronología augustea que se conoce por el momento en España.
Gracias a las piezas numismáticas se ha podido incluso precisar la cronología del asedio dentro de las guerras cántabras. Son un conjunto de 23 monedas: una recuperada en la fortaleza indígena, veinte en el interior del campamento romano principal, otra en la zona comprendida entre esos dos recintos por donde se produjo el asalto al oppidum y una última en el castellum B. Se trata de acuñaciones en plata (denarios) y en bronce (ases) que van desde el siglo II a.C. hasta los años 28/27 a.C. La única prerromana es un denario que apareció en la zona del bastión, datada hacia 120 a.C.
Las investigaciones también han podido constatar el importante enclave fortificado cántabro, de más de 14 hectáreas y con una fase de máxima ocupación entre los siglos IV-I a.C., que contaba con murallas, bastión y un foso excavado en sección de V sobre la roca caliza y con más de cinco metros de profundidad en algunos puntos. Probablemente fue el núcleo de poder de la aristocracia guerrera camárica. La rica metalistería del oppidum y los restos de escorias de fundición evidencian la existencia en esta comunidad de excelentes herreros y broncistas.
Una de las piezas más singulares del equipamiento militar indígena de La Loma está relacionada con la clase social ecuestre de los pueblos prerromanos: es un distintivo de caballería indígena, un signum equitum. Se trata de un pequeño objeto de bronce fundido que representa dos prótomos de cabeza de caballo contrapuestas y unidas por un cuerpo central. Aunque todavía falta por localizar la necrópolis del sitio, se han hallado dagas de filos curvos, fragmentos y piezas de cinturones de bronce, fíbulas del mismo material, tres puntas de lanzas pesadas, proyectiles esféricos de piedra o pequeños cuchillos de hojas rectas y afalcatados para el uso cotidiano.
La Loma es un magnífico ejemplo del impresionante despliegue militar firmado por las legiones romanas en el norte de Hispania a finales del siglo I a.C. y la desesperada resistencia a ultranza de sus antiguos habitantes. Y todo ello a pesar del continuo expolio al que se ha visto sometido el yacimiento desde su descubrimiento.