El impresionante y olvidado resurgir de España con Felipe V
Desperta Ferro edita en castellano la obra de referencia del hispanista Christopher Storrs, donde prueba que la Monarquía Hispánica reivindicó un lugar privilegiado entre las grandes potencias europeas de la primera mitad del siglo XVIII y derriba el mito de la decadencia endémica.
2 abril, 2022 02:57Noticias relacionadas
La mofa y la vergüenza son dos sentimientos que suelen acompañar las visiones sobre el cambio de dinastía en España. Del 'hechizo' del incapaz Carlos II se pasó a la locura e indolencia de Felipe V. La salud de los monarcas parecía evidenciar la endémica decadencia de la Monarquía Hispánica. Pero hubo "resiliencia" durante el reinado del último Austria y un "impresionante resurgir" bajo el largo mandato del primer Borbón (1700-1746).
Las comillas pertenecen al hispanista británico Christopher Storrs, encargado de renovar la imagen imperante de la España de Felipe V y retratarla como verdaderamente fue: una potencia de nuevo expansionista que jugó un papel crucial en las relaciones internacionales de la primera mitad del siglo XVIII. El resurgir español 1713-1748, ya un clásico en los círculos académicos, acaba de ser traducido al fin al español por Desperta Ferro. Como dice en el prólogo Rafael Torres-Sánchez, autor de la monumental Historia de un triunfo, el de su colega es "uno de los trabajos que más ha contribuido a redimensionar la historia de España en el siglo XVIII".
El historiador escocés asegura que la monarquía de Felipe V supuso la mayor amenaza para la paz en Europa en las décadas posteriores a 1713: "En la generación que precedió a la Guerra de Sucesión española, España preocupaba a los líderes de otros países por su supuesta debilidad y por la falta de herederos del rey, mientras que en la generación que siguió al fin del conflicto, España les inquietaba por su agresividad, su fortaleza y su determinación de forjar aspirantes a los tronos de Italia. De forma más genérica, los triunfos de Felipe V contribuyeron al impresionante resurgir del poder español de finales del siglo XVIII, que precedió a su colapso espectacular de las primeras décadas del XIX".
La idea de la pérdida de la Monarquía Hispánica de su posición como gran poder europeo e imperial, lo que la historiografía británica ha bautizado como los Spain's Dark Ages, cae derribada cuando se analiza uno de los aspectos menos estudiados del reinado filipino: las exitosas ofensivas en el Mediterráneo entre 1713 y 1748, que rompieron con décadas de fracasos militares. Las intervenciones en el norte de África y, sobre todo, Italia, no solo trataron de reimponer el dominio y la autoridad cedidos durante la reciente contienda sucesoria, sino que pusieron en marcha un proyecto de reconstrucción de la autoridad imperial sin la que no se entendería el triunfo alcanzado durante la segunda mitad del siglo, cuando España alcanzó su máximo dominio territorial de la Edad Moderna y dispuso de la segunda armada del mundo.
Storrs, profesor en la Universidad de Dundee, indaga en la reconstrucción de instituciones como el Ejército —más español que ninguno de sus predecesores, aunque eso no supuso la militarización de la nación, defiende— o la Armada —destacó principalmente en las grandes operaciones anfibias, transportando tropas y suministros; además, el programa de rearme estimuló "de forma deliberada" la economía—.
También analiza las maniobras diplomáticas de la nueva Corte española para explotar las innegables debilidades de sus enemigos y los apoyos de potencias como Francia —Felipe era nieto de Luis XIV, el Rey Sol— o las finanzas que permitieron sufragar las campañas bélicas. España se convirtió en un "Estado fiscal-militar" que buscaba ingresos entre todos los súbditos. De hecho, el rey dejó a su muerte sustanciales deudas en forma de salarios y pensiones a pagar.
¿Ruptura dinástica?
Esas aspiraciones revanchistas de Felipe V tras el Tratado de Utrecht —perdió Flandes y los reinos de Milán, Nápoles, Cerdeña y Sicilia—, es decir, las aventuras italianas y norteafricanas, han sido diana de críticas por cuestiones tanto de presión fiscal como por tratarse de una supuesta distracción orquestada por las egoístas ambiciones de su segunda esposa, Isabel Farnesio. Storrs defiende en su obra que fue una política exclusiva del rey y anterior a este matrimonio. "Existió, en contra de lo que afirma la leyenda negra de su reinado, un consenso doméstico que apoyaba el revanchismo mediterráneo, o alguno de sus elementos", asegura.
El trabajo del hispanista resulta convincente e iluminador porque describe al detalle cómo la sociedad española se inmiscuyó con intensidad en la construcción del nuevo Estado borbónico. Al final, la necesidad de abastecer a las guerras en el Mediterráneo actuó como estímulo para la economía nacional en muchos aspectos. Por ejemplo, la voluntad de Felipe V de equipar a sus tropas con manufacturas españolas potenció indudablemente la industria textil del país. Es decir, el gasto militar se empezó a quedar en territorio peninsular tras muchas décadas en manos extranjeras.
Pero sin duda, una de las principales virtudes del trabajo de Storrs es su esfuerzo por interpretar de forma conjunta los reinados de Carlos II y Felipe V, que abarcaron de 1665 a 1746. "El advenimiento de la dinastía borbónica y la pretensión de Felipe V de recuperar o retener las tierras de la Monarquía Habsburgo en Italia y en el Mediterráneo occidental, lejos de suponer el inicio de una fase nueva, progresiva y modernizadora de la historia de España, supuso en el fondo un impulso conservador", escribe.
Curiosamente, la ruptura en 1700 no fue tan radical como se ha querido ver. Hubo elementos de continuidad, sobre todo en el uso de instituciones y prácticas en los planos fiscal, militar o naval que contaban con un precedente en el gobierno anterior. Todo ello ayuda a comprender la paradoja fundamental del reinado de Felipe V: en su intento de reconstruir en África y en Italia una monarquía fragmentaria dio lugar a un estado español más sólido.