100 escenas repetidas con 100 hombres diferentes: la pura inmersión de María Hervás en 24 horas de teatro
- La actriz representa en 'The Second Woman' y de forma ininterrumpida, cien conversaciones diferentes sobre la monotonía de una pareja.
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María Hervás se siente eléctrica y efervescente. En solo unas horas se enfrenta, por tercera vez, a una aventura mayúscula sobre el proscenio: 24 horas seguidas del arte en el que más cómoda se le siente, el teatro. Durante un día completo interpretará 100 escenas con 100 personas diferentes y con 100 masculinidades distintas.
Será este fin de semana en los Teatros del Canal, uno de los centros culturales de la capital madrileña, en la que se representa esta 'maratón dramática' que agotó sus entradas a los pocos días de estar a la venta, en un nuevo ciclo del Festival de Otoño que programa la Comunidad de Madrid. La actriz vuelve a un escenario de su ciudad con una obra única.
The Second Woman -'La segunda mujer' en castellano- está creada por las artistas multidisciplinares Nat Randall y Anna Breckon, nacidas en Australia y Nueva Zelanda respectivamente. Esta obra, que ha sido interpretada por la actriz Ruth Wilson en Londres, por Alia Shawkat en Nueva York y por la propia Nat Randall en su país, fue uno de los platos fuertes del festival Grec de Barcelona en la edición de 2024, con María Hervás; también ha sido representada en Sevilla hace tan solo unas semanas y ahora se consuma este tercer acto en su ciudad natal.
Con este happening -como se denomina a las experiencias artísticas que buscan una mayor performatividad e interacción con el público-, la actriz madrileña se siente "atada a la experiencia concreta del presente". Así lo define ella misma, con una pizca de filosofía. No puede evitar hablar de la obra también desde un aspecto sociológico, ya que para ella The Second Woman es un experimento "sin diseño ni ensayo previo, que está sujeto a lo que suceda entre las dos personas que hay en cada momento sobre el escenario".
Ella será una de esas dos personas. La otra irá cambiando de forma aleatoria cada 10 minutos. Así, la protagonista de la obra se encontrará con hasta "100 masculinidades distintas" -ella misma lo define así- en un cubo transparente que simula un salón de una casa con aires del siglo pasado. Sobre el decorado, se representarán un centenar de escenas diferentes, todas ellas relacionadas con una idea: cómo una pareja heterosexual se siente deteriorada por los roles de género y los "mecanismos de poder", incluye la artista.
"Creo que lo más importante es la consciencia que esta obra despierta en el público", sentencia la propia María, reflexiva. Para ella, The Second Woman también sirve para pensar de forma crítica sobre "los roles de género que están incrustados en la sociedad" y también en algunas consecuencias de ello. Uno de los efectos de ello es, según la actriz, que "no permiten que fluya una conexión entre personas".
La importancia del deseo
Sobre el escenario, una mujer está sola en el salón. De repente, entra una persona y ambos interactúan de forma totalmente aleatoria, pero incluso eso tiene un sentido. ¿Cómo debe actuar una mujer con un hombre? ¿Y viceversa? ¿Son pareja? ¿Están casados? ¿Hay 'chispa' entre ambos? ¿Cómo es esa relación? ¿Cómo se desenvuelve esa acción?
"Ahí van entrando hombres y, de forma aleatoria, vienen a besarme, me acercan a ellos para bailar, me aprietan contra ellos". Esa acción representa, simple y llanamente, cómo el deseo de los hombres se suele imponer al de las mujeres. Así lo pensaron y lo quisieron representar las creadoras de este happening transformador, de este teatro tan pegado a la cotidianeidad.
Y la propia actriz lanza una pregunta: "¿Por qué a vosotros -los hombres- se os educa en permitiros vuestro deseo pero a nosotras no?". Ella considera que el deseo está en el centro de esta performance, que también busca romper con una idea, ya antigua pero persistente, de mujeres "preocupadas con que todo a nuestro alrededor esté bien, con que la familia esté satisfecha, que nuestros jefes consideren que somos impecables en el trabajo..." Y sentencia: "Las mujeres hemos sido educadas para hacer que los demás estén bien".
Es por eso que María Hervás quiere que esta función cambie la mentalidad del espectador. "Esta obra invita a que se entienda el abuso que se ha perpetrado sobre la mujer y sobre su cuerpo históricamente", puntualiza la actriz. Del mismo modo, The Second Woman también pretende "que las mujeres se vayan dando cada vez más permiso para ejecutar el deseo, que se permita desear". Así lo ha interiorizado ella misma desde su propia interpretación.
El desafío de conectar con cada uno de los 100 actores
Para este reto teatral, María Hervás ha trabajado mucho en la conexión con cada uno de los personajes, esos 100 actores -algunos conocidos, otros conseguidos mediante un casting- que representan tantas masculinidades diferentes de las que, incluso, se pueden extraer patrones de comportamiento, de actitudes y de posibles reacciones.
Ella mismo define lo que se ha encontrado hasta ahora: algunas masculinidades más hegemónicas "propias del hombre blanco occidental"; otras que bien podrían ser "una performance de la propia masculinidad", reitera, pero también algunas de las conocidas como "nuevas masculinidades" que están, en palabras de la propia Hervás, "más conectadas, abiertas a la sensibilidad y a la empatía".
Ante esto, un desafío -si cabe- aún mayor y, dado los tiempos que corren, incluso "revolucionario": "luchar como una jabata para conectar" con cada una de esas 100 personas que se irán sumando, momento a momento, al particular cubículo que será su 'casa' en todo un día. Para esto, la dirección de Anne y Nat ha sido esencial y demuestra el peso de las creadoras en toda la experiencia performativa.
El tándem Breckon-Randall ha potenciado mucho, que el acting de la protagonista se centre en la conexión con la otra persona, algo que María Hervás ha interiorizado desde el principio. "Ellas han insistido mucho en que hasta que no acabe cada pieza, dure ocho o diez minutos con la persona, jamás me dé por rendida en el intento de conectar con la otra persona, aunque sintiera que no está fluyendo", detalla la actriz.
"En este mundo tan rápido en el que parece que nadie nos mira, atrapa mucho descubrir que cuando observamos de verdad, podemos ver también que hay algo de amor en esa mirada", teoriza la propia intérprete, algo que le sirve para reflexionar sobre esa necesidad de conexión que tanta importancia se le da en esta obra teatral.
"Una cosa tan salvaje que tampoco se puede preparar"
Aparcadas las cavilaciones sobre The Second Woman, la protagonista entra a hablar sobre la preparación necesaria para una interpretación de este tipo que, en sus palabras, es "una cosa tan salvaje que tampoco se puede preparar". En los días previos, sobre todo, mentalizarse, disfrutar y que no haya sobresaltos emocionales. Parece la receta perfecta.
Pero no hay una prescripción concreta. Lo que sí hay es una "maquinaria" que la propia Hervás tiene "a punto" y sabe que no le va a fallar luego. "Sé las horas que tengo encima de las tablas, que son muchas", asegura la actriz. Ante esto, la importancia de la seguridad: "Es un ambiente que domino y que me siento bien en él".
"Confío mucho en mi cuerpo, lo cuido mucho y entreno a diario, presto mucha atención a la alimentación, intento dormir mis horas y tampoco soy una persona especialmente nocturna", detalla. Pero hay una nueva rutina que se impone durante las 24 horas que dura la función.
Y en solo unas horas, María Hervás entrará en escena ante una platea abarrotada en la Sala Verde de los Teatros del Canal. Y justo un día después, se consumará esta aventura teatral, este experimento sociológico a la par que filosófico, esta obra que busca remover conciencias sobre los roles de género y, sobre todo, sobre la figura de la mujer.