Cuenta la leyenda que cuando Rafael Alberti volvió al fin a España en 1977, tras un exilio de casi cuarenta años, sus primeras palabras fueron: “Me fui de España con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia”. Otros, como Max Aub (París, 1903-Ciudad de México, 1972), no tuvieron la suerte de poder regresar definitivamente. Y eso que el narrador, poeta y dramaturgo sí volvió en 1969, pero apenas pasó unas semanas en las que recorrió libremente el país. Su muerte impidió que ese retorno fuese definitivo, y si el olvido no lo sepultó para siempre, como a tantos otros, se debió sin duda al trabajo incansable de su hija Elena al frente de la Fundación que lleva el nombre del escritor.
Considerado uno de los grandes dramaturgos del 27, la editorial Punto de Vista recupera ahora su Teatro Mayor, seis obras escritas en México entre 1942 y 1949: La vida conyugal (1942), San Juan (1942), El rapto de Europa o Siempre se pueder hacer algo (1943), Morir por cerrar los ojos (1944), Cara y Cruz (1944) y No (1949).
Las acompañan algunas notas de los especialistas responsables de la edición de la Obra Completa publicada por la Generalitat Valenciana en 2008, y un espléndido prólogo general de José Ramón Fernández, que no solo pone en suerte la trayectoria vital y literaria del autor, sino que reivindica las seis piezas y su incontenible dramaturgia, al tiempo que la relaciona con los trabajos que Aub realizó esos años en el cine mexicano, una veintena de guiones de películas protagonizadas, entre otros, por María Félix, Katy Jurado o Pedro Armendáriz.
Su éxito le permitió dedicarse a un teatro muy personal, que “no necesitaba pactar con el gran público” y que resulta casi irrepresentable en estos tiempos por su duración o por el reparto multitudinario que exige su escenificación, a pesar de su innegable valor como testimonio de un tiempo, una ética y una estética tiznadas de nostalgia.