Vienen días intensos para La Joven. José Luis Arellano y su equipo afrontan un reto doble, dentro de una misma línea de trabajo muy asentada por la compañía: la de desempolvar los clásicos para atraer a todos los públicos, pero sobre todo a los jóvenes. Por un lado, ofrecerán una ‘actualización’ de Los pazos de Ulloa, la novela de Pardo Bazán. Lo harán desde el próximo jueves en los Teatros del Canal. Y por otro, una versión de la Eneida, que llevarán al escenario redondo del Circo Price a partir del 8 de abril. De la dramaturgia del primer proyecto se ha ocupado Irma Correa. Su aproximación, que en las tablas se plasma sobre un descampado utilizado para una rave, se centra en el pulso de la sensibilidad y el civismo frente a lo salvaje. Emparenta a Nucha, la protagonista, con Emma Bovary, Anna Karenina, la Colometa…
Ulloa (título del montaje) es, explica Arellano a El Cultural, “una historia tenebrosa pero también sanadora porque muestra caminos para salirse de la espiral de violencia heredada y encontrar un lugar para la salvación”. Eneida, por el contrario, transita por otros derroteros morales y ambientales. “Es un canto vital y colorido en torno a un viaje, el de Eneas, pero que es el nuestro, el de todos nosotros. Es un canto de amor a la cultura grecolatina, a todo lo que nos enseñó y a todo lo que somos. Es también una reivindicación del Mediterráneo, al Sur, a la cultura que procede de una tan denostada Europa sureña”.
Del texto se ha ocupado Paco Gámez y la producción, al estar pensada para el Price, se adapta a un ‘molde’ circular en el que convergen actores, bailarines y artistas de circo. “Eneida está repleta de tonalidades cálidas aunque esconde un temor frío en su corazón. Mientras que Ulloa está repleta de fríos que ocultan el corazón cálido en el interior de sus personajes”, contrasta Arellano, que abre así al público la oportunidad de adentrarse en dos mundos diversos pero con vibraciones emocionales comunes.