Lady Chatterley se sienta en el banquillo
Ana Fernández como Constance. Foto: Lau Ortega
Roberto Santiago, Antonio Gil y Ana Fernández continúan en El lunar de Lady Chatterly la historia de D. H. Lawrence con un hipotético juicio a Constance, el personaje que escandalizó a la sociedad británica de los sesenta. El próximo 21 en El Español.
"Lo que queda de la obra de Lawrence es el personaje, que trasciende temporalmente la novela -explica Gil a El Cultural-. La descubrimos en una situación diferente, ha evolucionado y está tomando las riendas de su vida. El contexto es totalmente distinto". Según el director, un nombre imprescindible de la escena internacional que ha trabajado con bajo las órdenes de Peter Brook y Dan Jemmett, entre otros, la obra muestra lo que muchas mujeres han deseado expresar a través de siglos: "Observaciones, reivindicaciones, ideas que van desde el ámbito político o social hasta el íntimo y sexual. Una visión femenina del mundo frente a la masculina. La simetría regular frente a la irregularidad del paisaje. El racionalismo rectangular frente a un deseo de belleza".
El lunar de Lady Chatterley nace en el ciclo Mujeres de Papel, del Nuevo Teatro Fronterizo, un proyecto de Sanchis Sinisterra con la colaboración de La Casa Encendida y Le Monde Diplomatique que reunió a varios dramaturgos para escribir monólogos inspirados en personajes femeninos de la narrativa del siglo XX. A Roberto Santiago se le fue tanto de las manos su sofisticado retrato de Constance que trascendió el proyecto y se convirtió en un espectáculo teatral autónomo, el que ahora podrá verse, a partir del día 21, en el Teatro Español.
Un ritmo trepidante
2Hay algo de catártico en el texto de Roberto Santiago -explica Gil-. Está lleno de fina ironía, inteligencia y un ritmo trepidante. Como público nos identificamos con Lady Chatterley y nos hacemos las mismas preguntas. La obra interpela a nuestros valores y expresa un sentimiento colectivo que lleva mucho tiempo gritando en nuestro corazón". Un tribunal masculino y una acusada. Una actriz y un público. "Somos al mismo tiempo representantes de una sociedad que juzga moralmente a una mujer y los cómplices silenciosos de su defensa. ¿Cuál será nuestro veredicto?", se pregunta el director. Santiago se ha enfrentado a la historia con la intención de hablar sobre el poder transformador del lenguaje y en especial sobre la evolución que puede sufrir una persona ante la presión social: "Este alegato se convierte en la voz de todos los que hemos sentido alguna vez la necesidad de gritar y de exigir que nos dejen vivir a nuestra manera".Ana Fernández considera que Constance habla de fidelidad, de valentía y de rebelión frente al aborregamiento. "Es la portadora -explica- de lo que no se nos puede arrebatar: nuestra voz, nuestro cuerpo, nuestra palabra y nuestra expresión. Es lo único que nos pertenece si no renunciamos a ello. El libro se prohibió no por las escenas explícitas de sexo, sino porque Constance amenazaba con romper los modelos establecidos de la época. Y esos modelos no han cambiado tanto. Sólo hay que ver cuántas mujeres mueren al año..."
@ecolote