Julian Meding es Hamlet. Foto: Donata Ettlin
Un Hamlet entre lo masculino y lo femenino, entre lo joven y lo viejo, entre la enfermedad y la salud. Boris Nikitin lleva a Clásicos Alcalá la obra de Shakespeare con el músico electrónico Julian Meding como total protagonista.
En esta encrucijada, Nikitin destaca el protagonismo del actor Julian Meding, un performer muy especial que, gracias a su talento, hará preguntarse también al público si el suyo es un papel establecido. "Se trata de cuestionar la realidad, estudiar cómo se construye y cómo se va generando la identidad". Para todo ello, y con la debida autorización, el director llega incluso a utilizar las experiencias personales del actor recurriendo a la técnica del teatro documento: "Se crea entonces un sentimiento de incertidumbre, porque no se sabe si está hablando de sí mismo o sigue interpretando el papel. En este caso, lo he entendido como una pieza sobre Hamlet pero también sobre Julian. No tanto sobre su vida sino sobre su identidad y su visión del mundo".
Para la obra ha contado con Der musikalische Garte, cuarteto barroco que le ha permitido enmarcar la obra en su época y contrastarlo con la vocación electrónica de Meding. "Si se escucha un instrumento barroco como la viola de gamba se percibe inmediatamente el contexto histórico. Mi teoría es que el período barroco es muy queer. Especialmente en la manera en la que se percibe la sexualidad de la época. Es bastante lógico porque el aspecto de Julian en la escena es muy barroco. Podríamos decir que esta pieza reúne el barroco y el disco-queer contemporáneo".
Virtuosismo de comediante
En su indagación sobre la identidad, a Nikitin le obsesionaba crear una nueva imagen de Hamlet y para conseguirlo ha configurado un personaje sin pelo ni cejas, entre lo masculino y lo femenino, entre lo joven y lo viejo, entre la enfermedad y la salud... "No es queer solamente desde el punto de vista de la identidad sexual, también en otros posibles aspectos". El trabajo del director ha sido definido como de "virtuosismo de comediante" en un mundo que salta constantemente entre la realidad y la ficción. Su ópera Sänger ohne Schatten la protagonizaban unos cantanes líricos que en escena hablaban de su trabajo, pero también cantaban su repertorio. En otro montaje, Imitation of Life, los dos intérpretes principales hacían una presentación de cincuenta minutos sobre sus experiencias. Llegaban a transformarse en un espejismo."En Hamlet, el público, después de pasar un rato con Julian Meding, después de compartir el mismo espacio, de mirarle, acaba formando parte de ellos. Por supuesto, él adopta una postura rebelde -'yo no soy tú y tú no eres yo'-. Es un hecho, y no es grave. Es la realidad. Poniendo el acento en la diferencia, Julian vuelve a cuestionar el ‘nosotros' y crea al mismo tiempo la posibilidad de que cada uno construya su identidad".
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