Con 55 años recién cumplidos, la compañía catalana sigue cultivando su vocación satírica. Ahora arremeten contra algunas derivas del periodismo en Zenit: la floración de ‘opinólogos', su degeneración en entretenimiento, su connivencia con dudosas causas políticas... La obra la presentan el próximo miércoles, 22, en el Teatro María Guerrero.
Que Messi se afeite el pubis, en una sociedad evolucionada, sería una cuestión íntima que nos traería al fresco. Pero este tipo de trivialidades han adquirido rango de noticia de un tiempo a esta parte. Joglars, compañía con el bisturí crítico siempre bien afilado, lleva al extremo esta deriva hacia la banalidad de cierto periodismo en Zenit, su última obra, que presentan el próximo miércoles, 22, en el Teatro María Guerrero. Es el tercer trabajo de la compañía catalana con Ramón Fontseré como director, que tomó sus riendas tras la marcha de Albert Boadella al Canal. El coloquio de los perros y VIP fueron los dos precedentes de la nueva etapa de una formación que acaba de cumplir 55 años y que, a pesar de la marcha de su histórico timonel, se mantiene fiel a sus principios fundacionales: la sátira, la irreverencia y la concepción lúdica de la escena. Todos ellos salen a relucir en esta nueva entrega.
"El periodismo se ha convertido en gran medida en un negocio del entretenimiento, más centrado en alcanzar cuotas de mercado que en la descripción objetiva de los hechos", explica Fontseré a El Cultural. "En este periodismo no importa ni la moral ni la ética, la finalidad es calmar la avidez y la glotonería de la masa de información fresca y renovada constante". El cabecilla de Joglars excusa en parte de la involución del oficio a sus profesionales, tiranizados por la apremiante necesidad de alcanzar audiencias amplias. "El negocio es el negocio y lo clicks son los clicks, más ahora que todos llevamos en el bolsillo esos aparatitos desde los que se nos bombardea con todo tipo de informaciones. Uno puede entender eso pero creo que los medios de comunicación deberían alcanzar un equilibrio entre lo frívolo y lo riguroso".
Esa compleja armonía es la que pretende alcanzar el ficticio periódico Zenit, donde un reportero de la vieja guardia encarnado por el propio Fontseré se bate con su directora, obsesionada por las ventas y los ingresos publicitarios. Para componer a su personaje ha buceado en la obra periodística de su amado Pla, que en su día se curtió en las secciones de sucesos, y figurones como Gaziel, Cambra, Chaves Nogales… "También admiro mucho a Kapuscinski y sus frescos impresionistas de la convulsa realidad africana", añade Fontseré. Pero esos arquetipos no son tan nítidos como aparentan porque, por ejemplo, su quijotesco plumilla, que ejerce como Pepito Grillo en la redacción, "no es el del todo trigo limpio". El código deontólogico no es para él un catecismo precisamente.
En Zenit también le dan cera a otros fenómenos periodísticos, como la figura de los todólogos, opinadores compulsivos que pontifican en platós televisivos, estudios radiofónicos, columnas de periódicos... "Es que saben de todo", apunta irónico Fontseré. O el alineamiento de las corporaciones mediáticas con determinadas causas políticas. "Sucede en todas partes pero en Cataluña es especialmente obvio. Aquí la prensa ha apoyado mucho todos esos jolgorios del 11 de septiembre [día en que se celebra La Diada]". O la omnipresencia del deporte en los espacios informativos. "Ahora es más importante que se haga un esguince cualquier figura futbolística que los pormenores de las relaciones entre Trump y Putin, por ejemplo". O la propensión a considerar lo negativo más noticioso que lo positivo: "Es algo que denunciaba el otro día Arcadi Espada al hilo de la noticia de que en Holanda están cerrando cárceles porque la población reclusa está descendiendo. Tuvo poco eco y por eso decía que al periodismo le encanta ser el aguafiestas de la civilización".
La zarza de moisés
Los componentes de Joglars deambulan por una escenografía minimalista y funcional, consistente en una estructura de tres pisos que emula una redacción con sus diferentes secciones, incluida la rotativa en la planta bajo. Muchas escenas están pautadas por las partituras de Chaikovski y Purcell. "La música es más eficaz para penetrar en las emociones y la entiende todo el mundo: un ruso, un inglés, un francés…", señala Fontseré. Por eso cada vez tiene más presencia en sus espectáculos, que siguen armando en la cúpula de Pruit.
Allí se coló la directora Arancha Aguirre para seguir el proceso creativo de la compañía, que ha sintetizado en el documental La zarza de Moisés. El Centro Dramático Nacional lo proyectará el próximo 27 de marzo en el María Guerrero. La inmersión en el universo Joglars abarca desde la tormenta de ideas inicial hasta el estreno en el Lope Vega. O sea, el itinerario completo de una obra que atiza fuerte al periodismo, sí, pero al mismo tiempo reconoce un axioma casi incuestionable:"sin sus investigaciones no hay democracia que valga".