Memoria e identidad, en Todo el tiempo del mundo. Foto: Vanessa Rábade
Presente y pasado se superponen en Todo el tiempo del mundo, el nuevo montaje de Pablo Messiez con la compañía Grumelot y María Morales. Como ya hiciera con Los ojos, mezcla biografía y ficción para confrontar lo individual ante lo colectivo.
Como su abuelo, el protagonista de la obra se llama Flores y tiene una zapatería de señoras. Cada noche, al cerrar la tienda recibe la extraña visita de unas personas que le cuentan su futuro, le desvelan detalles de su pasado y llegan a narrarle historias del presente más inmediato. Algo sucede con el tiempo que Flores utiliza para comprender su identidad y que hace que todos estos relatos convivan a la vez. "Mi abuelo tenía anécdotas muy ricas y decidí centrarme en ellas. Entonces, a partir de lo que sabía y de las entrevistas que tuve con mi madre, fui recopilando material que después utilicé como base del proceso de escritura, mezclándolo con invenciones varias".
Producida por Bruxma y Kamikaze, la obra, que llegará a las Naves del Español el 24 de noviembre, cuenta en su elenco con Carlota Gaviño, Rebeca Hernando, Javier Lara, José Juan Rodríguez, Mikele Urroz, Íñigo Rodríguez Claro y María Morales, ésta última protagonista también de La distancia. "Es una bestia actoral. María me aporta su confianza ciega. Siempre es un placer verla atravesada por los textos, iluminándolos y reescribiéndolos con su cuerpo. Puede hacer convivir potencia y fragilidad en un mismo gesto", reconoce Messiez. Repite también con la compañía Grumelot, con la que ya trabajó en Los brillantes empeños y con la que el director y autor argentino consigue trasladar al escenario la confianza que le aporta "pensar juntos" y afianzar su idea de compañía.
La puesta en escena de Todo el tiempo del mundo está asentada, según Messiez, en las preguntas que se mantienen abiertas en cada uno de los cuerpos: "He querido cruzar la acción con la idea de desvalimiento y utilizar la incertidumbre como potencia. Rendirnos ante la evidencia de que ‘lo cierto es más raro' (otra vez vuelve a aludir a la autora de La furia y otros cuentos) y actuar sobre las preguntas".
Cuestiones existenciales
Para el director, la identidad se forma en la percepción subjetiva que surge de lo colectivo: "En la obra, la idea de individuo, esa percepción de ser uno y de un orden cronológico concreto, aparece cuestionada. Los personajes comparten datos y situaciones donde la identidad se mueve, los tiempos se mezclan y las lógicas de causa y efecto se diluyen". ¿Qué es eso que llamamos pasado? ¿Lo que olvidamos ya no existe? ¿Ha existido alguna vez algo que todo el mundo ha olvidado? Estas son las preguntas que mueven Todo el tiempo del mundo.El éxito de Messiez con prácticamente todas las obras que ha subido a un escenario no es algo que le ocupe su tiempo, prefiere no pensarlo dos veces por temor al estancamiento: "El éxito es un misterio. Cuando se piensa en esos términos se acaba por imitar fórmulas y eso desemboca, inevitablemente, en el fracaso. El teatro debe ser presente, singular y dedicado al material específico que por puro deseo reúne a todo el equipo. Una de las cosas que me gustan de mi trabajo es que la puesta en escena dé testimonio del encuentro del grupo que la pone en pie".
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