Amor e información, un montaje donde los actores descubren los enigmas de cada palabra. Foto: Teatro de la Reunión
Este viernes, 20, arranca con Amor e información una nueva etapa de Juan Carlos Corazza en el Conde Duque que se prolongará hasta el 22 de junio. Podrán verse también nuevos Ensayos Abiertos con Ibsen como protagonista.
Detrás de Ibsen, El porvenir de un beso y Cuando yo pueda olvidar son las piezas que podrá contemplar ese "testigo y participante silencioso" que es el espectador: al finalizar habrá un encuentro donde se podrá hablar de la experiencia vivida y preguntar e intercambiar sensaciones sobre la obra o los procesos artísticos. "Es el último acto del espectáculo", puntualiza el creador de Hambre, locura y genio. Uno de los protagonistas indiscutibles de la nueva propuesta será el dramaturgo noruego Henrik Ibsen por su complejidad a la hora de diseñar personajes y diálogos. Según Corazza requiere un gran esfuerzo para un joven actor: "Es un autor que siempre nos recuerda que las mentiras y los secretos de familia y de la sociedad tienen graves consecuencias en las generaciones venideras".
Otra de las "intervenciones" de Corazza en el Teatro CondeDuque es este viernes, 20, con la obra Amor e información, una muestra de cómo la vertiginosa sociedad actual contribuye a desconectarnos con lo esencial de nuestra existencia. Más de cincuenta escenas con un número de personajes que superan el centenar -sin nombre y con muy poscas pistas sobre edad y sexo, casi sin puntuación y ninguna indicación de quién pronuncia cada frase- pondrán a prueba la intuición del público asistente.
En alguno de sus espectáculos, un mismo personaje ha sido interpretado por diferentes actores. Ahora es al contrario, todos los actores representan varios personajes. "Es un reto para cambiar de registro". En total, veremos a 22 actores en alerta para descubrir los procesos y enigmas que hay detrás de cada palabra. Es el sello Corazza, capaz de abrir sus montajes a un mundo inexplorado. "En el teatro actual hay una gran cantidad de producciones, lo que no implica una mejora de su calidad. La diversidad trae riqueza pero a veces también confusión y pérdida de valores éticos y estéticos. Cuando en el teatro buscamos, creamos y admiramos la forma por la forma, éste deja de tener sentido". El director considera que el teatro debe ser un encuentro capaz de unirnos. Estar separados, afirma, trae consecuencias nefastas: "No me importa cuál es la forma, ni siquiera el resultado, lo que sí me importa es que no quieran manipularme, impresionarme. Por eso me gusta encontrarme con proyectos con criterio y alma. Me ilusionan los que cultivan el respeto y la auténtica generosidad, que implica humildad".
Quizá por eso, Corazza entiende la cultura como algo más que ocio y entretenimiento y considera el arte y la solidaridad la savia de la vida, el alimento espiritual de un pueblo: "Me parte el corazón la ignorancia del valor de la cultura. La utilización del arte para conquistar más poder personal es la masacre del arte".