La compañía Ron Lalá durante un ensayo de la Cervantina. Foto: David Ruiz
Ron Lalá vuelve a la Compañía Nacional de Teatro Clásico con Cervantina, una selección de textos en la que Álvaro Tato y Yayo Cáceres han sintetizado el espíritu lúdico y popular de gran parte de la obra del autor de El Quijote. ¿La fórmula? Mínimos elementos y máxima expresividad.
Don Quijote, El celoso extremeño, El coloquio de los perros, La gitanilla, Rinconete y Cortadillo, Viaje al Parnaso y El retablo de las maravillas son algunos de los textos que pasarán por el escenario del Teatro de la Comedia para "enamorar" al público con la obra de Cervantes a través de entremeses con música en directo y con citas que nos traerán detalles de la vida del autor alcalaíno. "Sus palabras son puro oro", señala Tato a El Cultural. "Cervantes es el Velázquez de la literatura porque mira a los ojos al lector, al espectador y al personaje. Siempre habla de libertad. Por eso hemos querido tirar de ese hilo, seguir esa estela y descubrir poco a poco el lugar al que nos lleva. Es muy necesario escuchar su voz en el mundo actual".
Para Yayo Cáceres, director del montaje, Cervantes deja que sus personajes hablen: "No los filtra, por eso incomodan. No los juzga, por eso son rebeldes. Fue libre en la cárcel a través de ellos. Libre en la esfera de su obra, en su universo de infinitos círculos concéntricos que alguien seguirá abordando una y otra vez dentro de quinientos años". Mínimos elementos y máxima expresividad a un ritmo preciso es lo que caracteriza esta Cervantina. Para los incondicionales de Ron Lalá, lo que podría ser una mezcla entre el despojamiento de Siglo de Oro, siglo de ahora y el simbolismo de En un lugar del Quijote.
"Todo el equipo -explica Tato- se ha esforzado en hallar la ilusoria sencillez del teatro claro y el juego vivo de los teatros populares renacentistas y barrocos, sin renunciar a lo contemporáneo". Y todo, con música en directo, la marca de la casa ‘ronlalera'. "En Cervantina -señala Miguel Magdalena, actor y director musical- la música está en el plano del ‘aquí y el ahora'. Vuelve a servirnos como vehículo para transportarnos en el tiempo, recrear lugares a través del folclore o para presentar emociones que caracterizan profundamente a los personajes. Es un lenguaje musical puesto al servicio de lo que la escena cuenta y que viaja a través de ideologías, lugares, sentimientos..."
Realidad y fantasía
De este viaje ha partido la escenografía de Carolina González, que propone mostrar el universo cervantino mediante unos personajes que aparecen y desaparecen en un permanente cruce de caminos. "Será -explica González- un lugar de juego, un espacio lúdico donde ocurren historias y donde se van trenzando realidad y fantasía, tierra y aire, hasta crear el territorio del actor, de la transformación, de la sugerencia. Ese es el espacio donde todo es posible".Y es que nuestro escritor más universal representa como nadie el mundo de los clásicos, cuyos textos son, para Tato, más necesarios que nunca sin tomar en consideración a los intrusos que puedan desvirtuar su mensaje original: "No creo que pueda hablarse de intrusismo en la Zalamea asediada en que se ha convertido la resiliente cultura española. Necesitamos clásicos, ya sea en montajes ortodoxos y arqueológicos, ya sea en diálogo entre ellos y el mundo contemporáneo. No hay nada más actual que los clásicos. En un mundo tan mediatizado por la tecnología, tan adormecido por el consumo y tan tiranizado por el dinero, nada más importante que escuchar la voz de la vida y de la muerte, puesta en pie cada noche por unos pocos seres vivos que nos representan a todos y que modifican nuestras conductas".
@ecolote